Capitulo VI: Viejo amigo, nuevo enemigo; Revelaciones (III/III)

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Cuando abrí los ojos me encontré levemente bamboleado hacia los lados, pero no caía. Mi cuerpo, a pesar de hallarme sentado, reposaba hacia atrás sobre algo mullido, cálido y suave. En mi posición lo único que veía era los brillantes rayos del sol filtrándose a través de la densa vegetación sobre mi cabeza.

Me enderecé, pero no pude moverme. Tal como sí barreras a los lados de mi cuerpo lo impidieran, yo estaba anclado en mi sitio. Temí lo peor al recordar todo lo sucedido antes: los soldados de Doromir, a Gerald, Ariana peleando con él, la aparición del draugr, fantasmas emergiendo de la tierra, Ariana cubierta de energía oscura y luego nada.

Me sobresalté al comprender que cabalgaba. Una calma respiración detrás de mí me indicó que lo suave en lo que mi cuerpo se apoyaba era una persona, había alguien detrás de mí, pero no podía girar para saber de quién se trataba.

—¡Tardaste en despertar, lars! —era la voz ronca de Ariana.

Di un respingo e internamente agradecí a Saagah, el poderoso, de que ella hubiese vencido. Luego, al comprender en quien me recostaba, intenté separarme de su cuerpo suave.

—No puedo moverme.

—¡Oh! ¡Disculpa! Tenía que asegurarme de que no cayeras mientras estabas inconsciente.

De inmediato el hechizo de restricción que me apresaba se disolvió. Me separé avergonzado de esa superficie suave y tibia que no era otra cosa que su pecho. Agradecí que ella no pudiera verme, pues eso solo incrementaría mi bochorno.

A nuestro lado, en otro veörmir, cabalgaba Keysa. Al fijarme noté que la gualdrapa que cubría al animal tenía el emblema de la casa real de Doromir, además de un escudo con espadas cruzadas. Íbamos sobre las monturas del ejército que antes me llevaba prisionero.

—¿A dónde vamos? Los soldados deben estar siguiéndonos.

Ariana rio suavemente, su risa cosquilló en mi nuca haciéndome estremecer.

—Tardarán en poder desatarse. Usé el Lazo del cautivo con Gerald, a los soldados también los até y les vendé los ojos y los oídos. Tendremos algunos cuartos de vela de Ormondú antes de que empiecen a perseguirnos. Además, ya no tienen monturas, así que antes tendrán que ir al Fortín a buscar otras.

Suspiré aliviado al escuchar todas las precauciones que ella había tomado.

Giré y vi a Keysa. Recordé su despliegue de magia al manipular aquel árbol y sonreí orgulloso.

—Keysa.

—¡Aren, has despertado! —dijo ella con una gran sonrisa. Su dorongeim iba muy a gusto sentado en la cabeza del veörmir.

—Gracias por ayudarme antes. Jamás pensé que fueses un hada tan poderosa.

Ella se ruborizó profundamente, su sonrisa se amplió.

Augsvert I: El retorno de la hechicera (COMPLETA)Where stories live. Discover now