Capitulo V: La posada Ormr (IV/V)

106 33 29
                                    

IV

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

IV

Aren

El alboroto adentro de la posada era el mismo de cuando me fui en busca de la sorcerina, no mermó ni un poco, al contrario, más gente bebía, discutía o reía. De soslayo sentí la mirada de la moza guapa sobre mí mientras subía las escaleras de madera con Ariana en mis brazos.

Me detuve frente a la puerta donde Keysa aguardaba noticias y me cuestioné si sería lo adecuado que el hada la viera en ese estado. Decidí llevarla a mi habitación y limpiar antes la sangre y la suciedad que cubrían su rostro. Con cuidado la deposité en la cama.

Tomé el balde con agua de la mesa y sumergí un paño en él. Me mordí el labio cuando la vi, herida, sobre la cama.

Sus hermosos ojos estaban cerrados, pero un cardenal empezaba a colorear el borde del derecho. Tenía el labio superior partido e hinchado y la máscara rota sobre el hueso del pómulo izquierdo. Su túnica, desgarrada, se abría desde el cuello alto hasta el pecho.

Suspiré antes de acercarme a ella. Por sobre la máscara limpié sus heridas. Ella se revolvió y se quejó. Quería quitarle la máscara. No para ver su rostro, ya no había necesidad de eso, en mi mente, a fuego permanecían grabados los rasgos de su cara. Lo que deseaba era poder atender los golpes que, sin duda, tenía bajo el cuero negro.

¿Por qué estaba con Gerald? ¿Qué la unía a él? ¿Por qué no me dijo que mantenía una relación con él, que ya lo conocía? En ese momento dos sentimientos me colmaban y luchaban entre sí: la necesidad de cuidarla y al mismo tiempo la decepción de saberme engañado. Ella me creía un tonto.

Cuando llevaba la mano a los nudos que le ataban la máscara, ella abrió los ojos con dificultad y me miró. Sus iris cristalinos empañados por el alcohol.

—Lo siento —dijo en un susurro casi inaudible—. ¡Lo siento tanto!

Ariana me dio la espalda y por el movimiento de sus hombros deduje que lloraba. El ansia de protegerla fue más fuerte. La sentía envuelta en un espeso lodo del que no podía salir. ¿Qué sucedió para que ella fuera lo que era? No podía cuestionarla, no tenía el derecho de hacerlo. Quise abrazarla y consolarla, yo también lo sentía. Me dolía lo que se estaba haciendo a sí misma. En ese momento Augsvert dejó de importarme, mi pueblo y la reina ya no eran la prioridad. Como ella había dicho, nuestros destinos estaban atados. Sentí que mi misión ya no era salvar mi nación, era salvarla a ella.

Coloqué una mano en su hombro en un débil intento por calmarla.

—No hay nada porque disculparse, Ariana.

Poco a poco se fue tranquilizando hasta parar de llorar. Se sentó y me miró. Las pupilas huidizas no permanecieron mucho tiempo sobre las mías; mientras el labio inferior sufría el asedio de sus dientes, unos cuantos suspiros escaparon de su boca. Tuve la idea de que era como si la presión que llevaba por dentro buscara de aliviarse en la forma de pequeñas exhalaciones.

Ella se levantó y con paso tambaleante fue hasta la puerta. Antes de salir giró la cabeza hacia mí. Mirando al suelo dijo:

—No debiste estar allí.

—Si yo no hubiese estado allí...

Ella me interrumpió con la mirada fija en el suelo.

—Lo sé. Lo que viste... el dreki... estaba ebrio y yo fui irrespetuosa antes, durante la cena. No debes darle vueltas al asunto, lars.

Fruncí el ceño. ¿Qué tan tonto me creía Ariana? Apreté las manos en puños. No quería discutir con ella, no en ese momento al menos. Exhalé con fuerza antes de hablar.

—Ve a dormir, por favor.

Ella asintió y salió de la habitación.

Me asomé tras de ella y vi la puerta del cuarto de al lado cerrarse detrás de su delgado cuerpo. La voz de Keysa expresó su felicidad con un grito ahogado. Yo, en cambio, suspiré frustrado. Toda la situación empezaba a colmarme, sus engaños y mentiras. Dentro de mí esperaba una cosa, pero lo que se me mostraba era otra. Empecé a creer que en mi mente solo abrigaba fantasías. La sorcerina que me acompañaba era una persona llena de secretos, de trampas. Creí saber quién era Ariana, pero recién me daba cuenta de que no era así. Quería creer en ella, pero ¿cómo hacerlo si seguía mintiéndome?

Miré la puerta cerrada y contemplé la idea de quedarme, vigilando allí afuera que Ariana no volviera a salir. 


Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Augsvert I: El retorno de la hechicera (COMPLETA)Where stories live. Discover now