Capitulo IX: Infamia (IV/IV)

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IV

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IV

Soriana

Subimos por el angosto camino incrustado en al acantilado. Uno tras otro prestando suma atención a nuestros pasos para no caer a lo que sería una muerte segura, cada uno ensimismado en sus pensamientos.

El primero en subir fue Aren, luego ayudó a Keysa y por último me ayudó a mí. Su agarre firme , pero delicado me demostraba que trataba de no hacerme daño, dados mis golpes.

Cuando llegamos arriba continuamos alumbrando nuestro silencioso camino con luminarias de Lys, las que flotaban un poco más adelante. De pronto Keysa sostuvo con más fuerza mi brazo.

—¿Sucede algo? —le pregunté. Trataba de ver sus ojos que mantenía bajos, miraba hacia el suelo. Ella exhaló un quejido.

—Ellos dijeron que yo no era una verdadera hada por no poder materializar mis alas. Que mi poder era débil.

—Keysa, el poder no es lo que verdaderamente importa, sino lo que hay en tu corazón, tus sentimientos.

Ella gimió, mis palabras no la alentaban, pero era lo que en realidad pensaba. Cuando era joven deseé tanto el poder, quise ser la mejor hechicera de mi época y esa ambición tiñó mi vida de tragedia. El poder no era más que una ilusión. Si pudiera regresar en el tiempo, me encontraría con la adolescente que fui y la golpearía hasta que dejara de ser una arrogante, pretenciosa, deseosa de poder.

—Es la verdad, Keysa. Que tengas alas no te hace mejor hada y tu poder lo puedes incrementar con práctica, pero tus sentimientos, eso es lo que importa, lo que hagas con tu magia.

Ella se aferró a mi brazo y yo le palmé la cabeza. Keysa permaneció en silencio, si lo que le había dicho el hada continuaba atormentándola, no lo dijo. A mí otra cosa me preocupaba. ¿Era mi culpa que Keysa no pudiera desarrollar la totalidad de su magia? ¿Todo este tiempo junto a ella, lo único que hice fue alimentarme de su poder en lugar de cuidarla? ¡Dioses! ¿Qué tipo de hilo era el que Surt tejía para mí? Todo lo que amaba terminaba dañado, sucio, roto.

Más que nunca pensé en alejarme de ella, en pedirle a Aren que se la llevara y la cuidara por mí. Mi destino era estar sola, consumirme en mi propio poder. Ensimismada como estaba, no presté atención a que mi amigo, al parecer, me preguntaba algo.

—¿Cómo dices?

—Te pregunté ¿cuál es tu teoría? ¿Qué crees que pasó allá atrás? ¿Crees que las hadas hayan tenido que ver con lo sucedido en esa casa?

Parpadeé varias veces ordenando mis pensamientos. Afortunadamente, parecía que Aren no escuchó las palabras del hada blanca sobre Keysa y sobre mí.

—Esa cabaña era una guarida de morkenes, las hadas acabaron con ellos. Había restos humanos en un rincón. Supongo que fueron ellos quienes los cortaron en pedazos, se vengaron por lo que les hicieron a esas pobres criaturas en la casucha.

Augsvert I: El retorno de la hechicera (COMPLETA)Where stories live. Discover now