Capitulo V: La posada Ormr (II/V)

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II

Aren

Esperaba sentado a la mesa que, según dijo el joven mozo, era la mejor del local porque estaba junto a la ventana. Aguardaba que Keysa y Ariana me acompañaran a cenar.

Una moza bien parecida había puesto delante de mí, un rato antes, una jarra de hidromiel de la que ya yo daba buena cuenta. Momento después la sorcerina bajaba las escaleras de madera. Venía con la misma ropa que llevaba usando todo el día: su rústica túnica de un blanco amarillento, pantalones negros y el grueso cinturón de cuero envolviéndole la cintura pequeña. Keysa no la acompañaba.

—¿Has disfrutado tu baño, lars? —preguntó ella al tiempo que jalaba la silla frente a mí para sentarse.

—Siempre es delicioso bañarse con agua caliente. Gracias.

Ella inclinó la cabeza en una leve reverencia. A pesar de que lucía un tanto taciturna no parecía de mal humor.

—Espero que tengas una gran bolsa de oro para pagar todo esto.

Yo enarqué mis cejas. Después de todo fue ella quien tentó a la posadera con su «dinero».

—¿Qué hay de esa gran bolsa tuya? —le pregunté sonriendo, intuía cual sería la respuesta.

Ella me miró con una media sonrisa y algo de desdén.

—La gente cree lo que quiere creer. Así es más fácil realizar hechizos ilusorios.

Yo asentí llevándome el tarro a medio vaciar de hidromiel a los labios.

—Veo que las ilusiones y los engaños se te dan bien.

Ella volvió hacia mí, en una expresión inquisitiva, sus ojos de aguas cristalinas que habían estado entretenidos examinando a los clientes de la taberna.

—Los hechizos de transformaciones en seres vivos son un tanto complicados. —Me apuré a explicar al notar su ceño fruncido sobre mí, pero logré en ella el efecto deseado: hacerle ver que sabía lo que había hecho. Estaba seguro que ella había fingido frente a los guardias. No solo cambió la apariencia de Keysa, sino también la suya—. Requieren gran poder y un estricto manejo de la energía para no agotar al sorcere demasiado rápido. No me equivoqué contigo, Ariana. Eres una sorcerina poderosa.

Ella apartó la vista de mí.

La mesera guapa se acercó a nosotros trayendo dos platos de comida. Al momento de dejar el mío en la mesa, rozó levemente mi mano y luego me guiñó un ojo. Nervioso, miré si Ariana notó el coqueteo, pero ella continuaba entretenida en los comensales.

Cuando la mesera se hubo retirado, la sorcerina miró su plato. Trató de disimularlo, pero la perplejidad enarcó un poco sus cejas, sus labios se apretaron. Yo sonreí por lo bajo al verla. Tragó antes de hablar.

Augsvert I: El retorno de la hechicera (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora