Capitulo VI: Viejo amigo, nuevo enemigo; revelaciones (I/III)

130 31 70
                                    

Cuarta lunación del Año 304 de la era de Lys

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Cuarta lunación del Año 304 de la era de Lys. Posada Ormr, Fiskr Haugr, Reino de Doromir.  

I

Aren

Nos disfrazaríamos después de dejar la posada, luego compraríamos veörmirs que nos sirvieran de montura y atravesaríamos Doromir, intentando no detenernos en ninguna ciudad más que para aprovisionarnos; acamparíamos en las afueras sin llamar la atención.

Cuando acabé de empacar, me dispuse a bajar para cancelar nuestros gastos. Ariana y Keysa continuaban en su habitación, terminando de arreglarse. En la barandilla del primer piso escuché un alboroto proveniente de la planta baja. Al asomarme se me heló la sangre. Un destacamento de la guardia de Doromir discutía de manera airada con Rumilda.

La mujer los miraba con su ceño fruncido. El soldado que hablaba estaba de perfil, pero reconocí en el lado de la cara que daba hacia mí, una larga y fea cicatriz. Era el mismo destacamento que nos detuvo antes.

Me eché hacia atrás cuidando de no hacer ruido y entré en la habitación de las mujeres. Keysa me miró estupefacta y Ariana enojada. Gracias a Saagah ambas estaban apropiadamente vestidas.

—Y bien, lars, ¿qué se supone que haces aquí? —preguntó Ariana.

—¡Abajo hay guardias! ¡No tardarán en subir!

Ella abrió muy grande los ojos y de inmediato revolvió entre sus pertenencias. Sacó una pequeña bolsa de cuero y una larga espada dentro de su vaina.

—Tenemos que escapar.

Yo asentí. Ariana abrió la ventana y se asomó a ella con cuidado. Se arrojó hacia atrás casi de inmediato.

—Abajo también hay guardias—susurró.

Keysa se cubrió la boca, temblaba.

—¿Qué haremos, Ariana?

La sorcerina la miró, la preocupación impregnando sus ojos grises, estábamos acorralados.

—No dejaré que nada malo te pase, Keysa —dijo ella con determinación.

—Bajaré —dije yo, decidido—. Soy un sorcere de Augsvert, no se atreverán a hacerme nada. Crearé una distracción y ustedes huirán por la ventana cuando abajo se despeje.

Ariana fijó en mí sus ojos, que en ese momento semejaban cuchillos de hielo.

—Te encontraremos, lars, y continuaremos nuestro viaje.

Yo asentí. Exhalé con determinación y me dispuse a bajar.

Crucé el pasillo mirando hacia abajo por la barandilla, rezándole internamente a Surt, el tejedor del destino, para que nos librara de esta.

A mitad de la escalera me encontré a cuatro soldados que subían. Ninguno me reconoció, pero yo necesitaba que lo hicieran, debía impedir que llegaran al cuarto donde se escondían las mujeres.

Augsvert I: El retorno de la hechicera (COMPLETA)Where stories live. Discover now