Víctima y verdugo

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En el amor todos somos víctimas, un blanco fácil, una linea discontinua.
Afortunados serán aquellos que logren plantarle cara, o aquellos que lo encuentren, también serán valientes los que se arriesguen, los que tropiecen mil veces y sigan caminando hacia el.
Las manos entrelazadas un Enero con el frío a las espaldas pero el alma bien caliente.
Las cosquillas bajo unas sábanas que se confiesan en pecado, la risa colocándose de sonrisas.
La borrachera de caricias bajo la mirada inquieta de dos niños que se buscan sin parar.
La parada del tiempo cuando todo vuela y se te despeina el alma.
La paz en toda guerra después de una lucha de corazones, de una sobredosis de saliva.
Afortunados serán esos que le canten a la vida, que revienten sus guitarras a acordes punzantes, que no juzguen al amor por sexo, color de piel o cultura.
Solitarios serán esos poetas que se abran el pecho a poemas, que lloren sus lágrimas y penas en cada letra.
Cobardes serán aquellos que no se atrevan, que esten perdidos, que no vean la salida de emergencia o el hogar para anclarse a unos brazos que sólo buscan que los quieran.
Desgraciados serán los rotos por dentro, los heridos, los que no logran juntar todas las piezas de ese puzzle tan jodido de resolver.
Héroes serán todos aquellos que se lancen de cabeza a conquistar todas las sonrisas, que griten hasta perder la voz lo hermoso que es cuando la sangre altera a la primavera, lo preciosos que son sus ojos al reflejarse la luna llena, héroes que la capa la llevan en el alma y la dejan volar sin alas aunque el suelo estrelle aquellos días, momentos, meses e incluso años, daños, arañazos de promesas perdidas, aunque las fuerzas flaqueen a veces y se mantenga abierta la herida.

Rebeka V.

La octava luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora