10. El impulso que le faltan a mis Alas

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Era esa niña que se escondía bajo la mirada pura de un papel cuando el profesor dictaba la lección.

Era callada, reservada e introvertida.
Era una mirada perdida, un poema
inédito entre esquinas y avenidas.

Era media luna porque entera me sentía llena, era una estrella tan perdida que a la vuelta a casa se colaba en las aceras.

Era y seré una niña a tientas, que tienta
que duerme para soñar y que odia estar despierta.

Era y soy poetisa hambrienta, que devora el tiempo y los restos los guarda en su maleta.

Me endureciendo con los años, con las puñaladas traperas, me convertí en piedra machacada, en lápiz sin punta
y en caricias desperdiciadas en bocas ajenas.

Me humillaron por ser mala, yo lo llamaría ser traviesa, me acusaron de jugar con las palabras y de falsear cada uno de mis poemas.

Pero, aunque una chica dura se disfrace de piedra, tiene la aorta palpitando poesía en vena, que aunque se fume el arte en tres cigarros y no llore por no ablandar la piedra, tiene en la boca
más suspiros y amor que cualquier princesa con boquita de cereza.

Que todos llevamos un teatro dentro, una actriz protagonista y una malvada bruja.

Más en mi teatro, las máscara son de porcelana seca y esas máscaras nos las quitamos cuando el negro de un cielo triste nos deja al descubierto.

Tenemos los ojos puestos en las intenciones y nos defendemos a garrotazos.

Desconfiamos de la amabilidad gratis, de los abrazos solidarios y monedas de cambio.

Somos animales que jugamos a olisquearnos, a mordernos la carne y marcar el amor con arañazos.

Somos poema cuando amamos sin cabeza y dejamos que sea esa bomba la que nos bombea las ideas.

A veces no tengo dental, a medio lado una comisura, no me sale el fingir, tengo mi máscara más marcada que nunca.

Si me pintas una bonita sonrisa, yo te regalo mi comedia, para que la chupes, la ames, la odies, o me la devuelvas.

Soy una soñadora, trovadora de las letras, adoro a esa preciosa que brilla rodeada de estrellas.

La miro casi todos los días cuando mis lágrimas me despiezan y me siento acompañada por mi oscura hada que con margaritas observa el rostro apagado de esta muerte anunciada.

Y esto... Esto es parte de mi, de mis entrañas. Soy yo en este folio, un corazón que late en llamas, es la tinta de una arteria que sangra, el impulso que le faltan a mis alas, soy un interior que grita discreto, la parte oscura, sensible y viva que aunque pase desapercibida tiene mucho que decir.

Volcada vivo y loca de remate, con metáforas hasta en los ojos y metonimia en la sangre, no derramo pensamientos los doy a luz, con vida propia, tengo hojas en cada rincón, en cada partida y venida, tengo tanto acumulado que hasta las heridas recobran vida.

Pues a veces con tanto lodo, me cuesta ser loto, y no paro de repetirme que también el fango esconde su tesoro.

Rebeka V.

La octava luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora