Capítulo 4.

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2 de julio de 2018
Málaga.

LOLA

No he dormido nada por culpa de los nervios y ahora estoy rendida. Son las once y media y mi madre no deja de gritar que si no me doy prisa perderemos el barco.

Estaba convencida de que era lo que necesitaba pero llevo cuatro días sin saber nada de Guille. No me ha escrito y muchísimo menos me ha llamado. No me lo he encontrado por el pueblo. Nada de nada. Empiezo a pensar que esto de darnos un tiempo ha sido un error.

Salgo de mi habitación y me doy de bruces con mi madre que sube hecha una furia a buscarme.

– ¿Se puede saber por qué tardas tanto? ¡Deberíamos estar ya embarcando!- Levanto las manos y me abro paso para bajar.- Espero que el día que tengas trabajo no seas tan tardona.- Bufo. De nuevo el tema del trabajo. Ni un maldito día sin restregarme por la cara que no tengo trabajo.

Me subo al coche y me pongo los cascos. El viaje va a ser corto, pero prefiero no escuchar ni un minuto más a mis padres. Este viaje no van a ser unas vacaciones ni de coña.

Voy mirando por la ventana mientras suena "Higher power" de Coldplay y mi mente me lleva a Guille. Quizás debería escribirle y decirle que le echo de menos. O quizás es mejor ver si realmente le echo de menos durante estos días.

Llegamos al puerto en un santiamén y me apresuro por entrar y poder dejar la maleta en el camarote. Mis padres querían que fuéramos en el mismo, pero yo les pedí que me cogieran a mi uno para mí sola. Los camarotes de barco no tienen fama de ser precisamente grandes, y me niego a compartir espacios reducidos con mi familia tanto tiempo.

Localizo rápidamente los ascensores en el hall. La verdad que es una pasada de sitio.  Creo que no había visto nunca nada tan elegante y gigante a la vez. Los techos son super altos y las paredes tienen balcones a los lados.

Me adelanto a mis padres y me meto en el ascensor despidiendome con la mano.
Camarote 302, planta 3. Eso dijo el chico que nos atendió en la entrada. Meto la tarjeta en el lector cuando localizo la puerta y entro. Ha sido verdaderamente fácil.

El camarote no es nada grande, pero me sirve. Tiene un armario, en el que creo que puedo meter toda la ropa que me he traído; un baño pequeñito, una cama encajada justo debajo de una pequeña ventana de forma circular y una mesita de noche a su lado. No está nada mal.

Me apresuro a sacar el bikini de la bolsa para ponérmelo. Quiero probar la piscina de la azotea. He leído en las críticas que es enorme. Elijo uno rojo de braga brasileña y top de triángulo. No quiero que se me quede ninguna marca del sol. Me pongo un vestido playero y en una pequeña cartera meto el móvil, la tarjeta de la habitación, y un cacao. Me calzo las chanclas y saco mis gafas de su estuche. Estoy lista.

Vuelvo al hall y después de dar varias vueltas por el en busca de unos ascensores que suban más alto que la planta cuatro, acabo preguntanto a una chica por su ubicación. Es bastante atractiva. Rubita y más alta que yo. Lleva un uniforme blanco y naranja que supongo que será distintivo de la función que cumple. Ni idea.

Cuando por fin consigo llegar a la piscina, mis ojos quedan cegados por el solazo que hace. Me pongo las gafas y chequeo a la gente a mi alrededor. Hemos debido ser de los últimos en embarcar, porque la piscina esta a rebosar de gente.

Muerte en el mar [Pausada temporalmente ]Where stories live. Discover now