Capítulo 10.

38 13 29
                                    

3 de julio de 2018
Día de navegación.

JUAN

Me despierto sobresaltado porque he tenido una pesadilla. Isabel duerme tranquilamente a mi lado.

Ayer conseguí no entrar en el casino gracias a mi fuerza de voluntad. He de admitir que no fue nada fácil ver a todas las personas que estaban dentro divirtiéndose y saber que no podía acompañarlos. Pero lo hice por Isabel. Ella no se merece que la haga pasar por eso otra vez.

Miro el reloj y veo que son las nueve menos cuarto de la mañana. Será mejor que vaya despertándola para ir a desayunar o de lo contrario no tendremos comida cuando lleguemos. Toco con cuidado su hombro meciéndola suavemente para despertarla.

– Buenos días querida.- Susurro.- Ve despertándote o llegaremos tarde al desayuno.- Isabel siempre ha sido más dormilona que yo, así que estoy más que acostumbrado a despertarla. Mientras que se despereza, voy arreglándome yo en el baño. Me ducho rápido y me perfecciono la barba en lo que mi mujer se pone el bañador y prepara la bolsa para la piscina.

Para cuando dan las nueve y cuarto estamos los dos entrando por la puerta del comedor.

– ¿Qué te apetece hacer hoy? Es día de navegación así que no pararemos en ningún puerto.- Pregunto una vez que nos hemos sentado en la mesa.

– La verdad que no sé.- Confiesa Isabel.- Seguro que hoy el equipo de animación tendrá un montón de actividades preparadas.- Asiento pegándole un bocado a la tostada de tomate con jamón serrano que me he preparado.- Ahora cuando terminemos de desayunar podemos ir a la piscina un rato, y después de comer al spa, que tengo ganas de verlo.- Vuelvo a asentir.

– Me parece un plan ideal, querida.- Ambos sonreímos y seguimos desayunando tranquilamente.

Tres cuartos de hora después, estamos los dos relajándonos en dos hamacas junto a la piscina. Esto sí que es vida. La socorrista anuncia que va a empezar alguna actividad con el silbato y un grupo de pasajeros se mete en el agua. Tiene pinta de ser aquagym. Isabel se anima y se levanta de la hamaca para meterse en la piscina. Yo, sin embargo, prefiero quedarme en la hamaca y grabarla.

•••••••••••••••••••••••

Después de comer y como quería Isabel, vamos a pasar un par de horas al spa, que está prácticamente vacío. Es verdaderamente grande y completo, tal y como lo ponía en el folleto que vi antes de contratar el viaje. Tiene de todo lo necesario para pasar un buen rato y relajarse.

Isabel y yo nunca habíamos estado en un spa antes, así que nos sentimos como niños pequeños en un parque de atracciones. Vamos probando uno a uno los servicios que nos ofrecen, empezando por los jacuzzis y terminando por los masajistas. Menudo meneo nos pegan. A mí por lo menos me dejan nuevo.

– ¿Te ha gustado?- Le pregunto mientras nos encaminamos a las duchas comunes para quitarnos los aceites del masaje.

– Ha sido maravilloso.- Confiesa.- Ahora entiendo por qué la gente se da uno de esos cada semana.- Reímos.

– La verdad que me han dejado la espalda como un crío de diez años.- Isabel asiente sonriendo. Miro mi reloj cuando por fin entramos en el vestuario y veo que son las seis y media pasadas. Parece que llevemos aquí cinco minutos y no casi dos horas.- Podríamos venir todos los días un ratito ahora que lo tenemos gratis.- Isabel asiente aceptando.- Al final, cuando volvamos a Málaga no podremos volver a darnos estos lujos a no ser que sea muy esporádicamente.

Muerte en el mar [Pausada temporalmente ]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora