xviii. El dolor y la muerte nublan las pesadillas

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Realmente, y por primera vez en su larga vida, Apolo tenía miedo y no sabía que hacer

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Realmente, y por primera vez en su larga vida, Apolo tenía miedo y no sabía que hacer.

El Dios del Sol era capaz de lidiar con sus pesadillas. Con el halo de sangre y destrucción que lo seguía a todas partes. Pero, le rompía el corazón no ser capaz de evitar que Alysa se despertarse llorando por las noches luego de tener visiones terribles.

Las visiones eran un tema muy serio de tratar, y siendo él el Dios de las Profecías, comprendía el peso que cargaba la muchacha al ver los atisbos más funestos del futuro. Pero, lo que más dolía era comprender que no podías hacer nada para evitarlo, que todo pasaba por una razón.

El rubio apretaba contra sí a la muchacha, intentando calmarla. Sus lágrimas mojaban su torso desnudo, y sentía su respiración agitada chocar contra su piel.

Delicadamente, Apolo acercó una de sus manos al cabello de la muchacha, acariciándolo, intentando apaciguar su llanto y tranquilizarla.

— Shh...— susurraba el Dios—. Ya pasó. Tranquila...

— E-era tan real...— Alysa intentaba hablar correctamente, pero sus jaleos se lo impedían—. Tantos niños afectados por la guerra, víctimas de los monstruos de Gea. Todos esos semidioses luchando y yo... Yo aquí sin hacer nada... Vaya excusa de Diosa estoy hecha, si ni siquiera soy capaz de protegerlos. Me siento un auténtico fraude.

Apolo suspiró, agachando su cabeza para rozar sus labios con el cabello de la muchacha.

— Lys, no eres un fraude— Apolo hablaba en susurros, procurando calmar a la chica—. A veces el destino es cruel y no nos permite interferir. Sé que jode muchísimo, que los quieres salvar a todos, pero no puedes...

— ¿Se hace más fácil con el paso del tiempo?

Apolo desearía poder decirle que sí, que con el paso de los siglos todo dejaba de doler, pero no era cierto.

— Me gustaría mentirte, pero no puedo. No se hará más fácil, seguirá doliendo, y tendrás que volverte fuerte y aprender a encontrar maneras de sobrellevarlo.

— ¿Tú como lo haces?

— A través de la música, eso me ayuda a aliviar el estrés— Apolo se rió ante la mueca de susto de la chica—. No digo que sea la única manera, pero es la que me funciona. Conociéndote, preferirás entrenar con espadas para soltar tensión...

Alysa asintió, mientras terminaba de calmar su respiración. Las caricias de Apolo en su cabello habían conseguido relajarla, junto con el aura de tranquilidad que portaba el rubio.

— Lo siento...

— ¿Qué es lo que sientes, Lys?

— Siento haberme ido sin despedirme. Siento haberte hecho revivir los dolorosos recuerdos de tener que perder a un ser querido. Siento que te unieran a mí y no a alguien mejor.

— Oh Lys... No fue tu culpa, tú solo intentabas hacer lo que creías que era correcto, y por mucho que quisiera, hubiera sido egoísta de mi parte retenerte. Y en cuanto a tu, bueno, lo otro...—Apolo era incapaz de pronunciar la palabra "muerte"—. Al final estás conmigo de nuevo y seguiremos así eternamente.

Alysa levantó su cabeza del torso del chico, cruzando sus brazos por encima de él y apoyando allí de nuevo su cabeza.

— ¿Pero a qué precio?

Apolo asintió, tristemente, sabía a lo que se refería. Las visiones más que un don eran una tortura.

— Siempre estaré ahí para ti, Lys. Te ayudaré en todo lo que pueda, pero para eso debes dejarme ayudarte.

— ¿Y cómo puedo hacer eso?

— Déjame cargar con parte de tu tortura. Cuéntame lo que ves...

Alysa negó suavemente con la cabeza.

— No puedo pedirte que hagas eso, ya tienes suficiente con las tuyas como para cargar con las mías.

— Aún no lo entiendes, Lys, haría cualquier cosa por ti— el Dios rió amargamente—. Mis manos están manchadas y mi conciencia también, no me afectará más de lo que no pueda soportar.

Un silencio se instaló entre los dos Dioses, mientras que la respiración de Alysa se iba volviendo más profunda. Se estaba volviendo a quedar dormida, pues aquello suponía un gran agotamiento mental por su parte.

— Te quiero y siempre te protegeré, Lys.

Apolo era consciente de que las promesas eran difíciles de cumplir, pero por ella bajaría hasta el mismísimo Tártaro.

Apolo era consciente de que las promesas eran difíciles de cumplir, pero por ella bajaría hasta el mismísimo Tártaro

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𝗔𝗱𝗼𝗿𝗲 𝘆𝗼𝘂Where stories live. Discover now