xiv. La mejor abuela del universo

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Cuando Alysa tenía siete años, Achlys se había presentado una mañana en su casa

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Cuando Alysa tenía siete años, Achlys se había presentado una mañana en su casa. Aquel había sido el momento en el que todo se había ido a la mierda.

Raya Stein no había sido siempre una mala madre, pero desde aquel momento, todo se había sumido en la oscuridad y el caos.

Alysa no sabía de lo que habían hablado su abuela y su madre, pero suponía que debía haber sido lo suficientemente terrible para volver a Raya loca y desencadenar malos tratos sobre su hija.

Por eso, encontrarse en aquellos momentos bajo la mirada de la propia Achlys no hacía más que enfurecerla y asustarla a la vez.

— Alysa Stein, llevaba mucho tiempo esperando tu visita.

— Achlys...— Alysa se mordió el interior de la mejilla, evitando decir algo que no debería—. Ha pasado bastante tiempo...

— Supongo que no vendrás aquí para verme. Así pues, ¿qué necesitas?

— Lady Achlys, necesitaríamos que nos camuflase con la niebla— habló esta vez Nico.

— Oh, ya veo, Gaia me lo advirtió— Achlys negó con la cabeza un par de veces—. Queréis cerrar las puertas de la Muerte, pequeños semidioses, pero me temo que eso no va a poder ser.

— ¿Y qué piensas hacer con nosotros? ¿Matarnos?— preguntó Alysa—. Estarías infringiendo las leyes de las Moiras, el destino está escrito.

— Oh, querida, ya lo sé— Achlys sacudió sus manos, haciendo que una pequeña cantidad de niebla se acumulase en sus palmas—. Oto y Efialtes reclaman al hijo de Hades, él ya tiene una función. Sin embargo, no me dirán nada si te mato.

Alysa llevó poco a poco sus manos a su espalda, sacando sus espadas gemelas de las fundas y apuntando con ellas a la Diosa.

—No permitiré que le hagas nada, no a él.

— La pequeña Lyssie ha aprendido a defenderse, te felicito.

— No gracias a ti, casi consigues que me maten.

— Eso deberías hablarlo con tu madre, yo no le ordené que hiciese nada.

— Pero tampoco se lo prohibiste.

— Aprende de una vez la lección Alysa Stein, en esta vida es cazar o ser cazado.

Del suelo comenzó a emerger una niebla verdosa, que por la apariencia, parecía ser tóxica. Nico la miró preocupado, pero Alysa mantenía su expresión sería, sabía que aquel momento llegaría, siempre lo había sabido.

"La hija del Miedo lucha sola, corazón y cerebro entrechocan"

Así lo habían dictado las moiras, y así se haría.

— Nico, corre.

El semidiós la miró sin entender lo que había dicho, mientras agarraba torpemente la mochila que Alysa le lanzaba.

— Lysa, yo...

— Nico, corre— Alysa lo miró, con una llama de determinación brillando en sus pupilas—. Intentaré ganar tiempo, pero tienes que huir— ante la negativa del muchacho, Alysa mostró una pequeña sonrisa—. Nico, le prometí a Bianca que te protegería, déjame hacerlo. Esto es lo correcto.

De los ojos de Alysa comenzaban a caer lágrimas de sangre, producidas por el sobreuso de sus poderes al protegerlos a ellos del humo tóxico.

Nico asintió, poco convencido.

— Si lo ves, dile que lo quiero.

Tras aquellas palabras, Alysa rompió el escudo protector, cargando contra Achlys mientras Nico escapaba.

Las espadas de la semidiosa cortaban las ráfagas de niebla verde, mientras se acercaba hacia su abuela. Sentía que se iba debilitando poco a poco, hasta que, por el cansancio, sus espadas se resbalaron de sus manos, y sus rodillas cedieron, haciéndola caer al suelo a un paso de la Diosa.

— Tonta de ti, viniste aquí sabiendo lo que sucedería contigo.

— Quizás siempre supe que acabaría así...— Alysa se encogió de hombros.

— Mi pobre Lyssie, siempre sacrificándote por los demás— la mano de la Diosa se posó en su mejilla, limpiándole con el dedo las lágrimas de sangre que bajaban continuadamente por sus mejillas—. Yo podría ayudarte con esto, sólo tendrías que servirme...

— Nunca me arrodillaré ni ante ti ni ante nadie— escupió la ssmidiosa, con sangre goteando de su boca.

El veneno había entrado a su organismo, y la estaba destruyendo desde dentro. Quizás fuese la adrenalina del momento lo que no le permitiese sentir dolor, pero estaba más que agradecida.

— Bueno, por lo menos no dirás que no te dí una opción. Pudiste haber vivido para siempre Alysa Stein, pero no quisiste.

La mano de Achlys descendió hacia su garganta, liberando su poder en la zona y haciendo que la sangre ascendiese con más rapidez.

— T-te o-odio...

Una mirada desafiante se posó en los ojos de la muchacha, mientras se desplomaba en el suelo.

No todos los héroes tenían finales felices...

No todos los héroes tenían finales felices

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𝗔𝗱𝗼𝗿𝗲 𝘆𝗼𝘂Where stories live. Discover now