xvi. Una oscuridad infinita

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Si le preguntaran a Alysa Stein que ocurría después de morir, no sería capaz de explicarlo

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Si le preguntaran a Alysa Stein que ocurría después de morir, no sería capaz de explicarlo. La primera razón sería porque ella estaba muerta, y la segunda, que no había nada, únicamente una oscuridad inmensa.

Todas las leyendas sobre los Campos Elíseos, los Campos Asfódelos y los Campos de Castigo, no eran más que eso, simples leyendas.

No había nada salvo un inmenso vacío y una mujer con un vestido plateado flotando en él.

Quizás aquellos fueran sus Campos de Castigo, un mundo con una oscuridad inmensa y el recuerdo de su madre para  atormentarla por toda la eternidad.

Pero, a medida que se iba acercando, la mujer perdía el parecido con su progenitora y adquiría un aspecto etéreo, como si estuviese perdiendo su esencia.

— No, Alysa Stein, no soy tu madre, y no, no estás en los Campos de Castigo.

La voz de la mujer sonaba melódica e hipnotizante. Un alivio para las emociones de la semidiosa, que esperaba ser atacada y eliminada de la existencia por la mujer.

— ¿Quién es usted?

— Me han llamado por numerosos nombres a lo largo del tiempo, pero normalmente me conocen como Asteria.

La semidiosa contuvo la respiración momentáneamente. Sabía quién era la mujer, pero todo el mundo pensaba que llevaba varios siglos desaparecida y, probablemente hubiese muerto al no tener a nadie que creyese en ella.

— Usted es...— Alysa tragó saliva, emocionada—. Es la Titánide de las estrellas fugaces y los oráculos nocturnos. Es la madre de Hécate y es la hija de los Titanes Ceo y Febe.

— Estás en lo correcto hija de Fobos, o por lo menos, en la mayor parte.

— ¿A qué se refiere?

— Mis dominios eran las estrellas fugaces y los oráculos nocturnos, pero he perdido poder, y es cuestión de tiempo que desaparezca. Por eso te he traído aquí.

— No lo entiendo...

— Tú, Alysa Stein, serás la nueva Asteria, dominarás sobre las estrellas fugaces y los oráculos nocturnos. Pero, sólo si así lo deseas, no te forzaré a aceptar un destino que no desees.

— Pero, mi señora, ¿cómo soy digna de tal honor?

— Los Dioses se han olvidado de lo que es ser mortal. Se han olvidado de que sus actos tienen consecuencias, y que un poder conlleva una gran responsabilidad. Tú, en cambio, toda tu vida te has sacrificado por los demás, controlando en medida tus poderes por culpa de la maldición que portabas. Y, al final, esa maldición te acabó destruyendo.

— ¿Qué me quiere decir con eso?

— Lo que quiero decir es que eres mejor que ellos, conservaste tu humanidad hasta en los tiempos más difíciles, lo que te hace digna de tal honor. Además, no todo el mundo puede soportar el peso de las profecías, ya lo sabes por las antiguas amantes de tu Dios.

Alysa asintió ligeramente, recordando la tragedia que habían supuesto Cassandra y Apolo en la Antigüedad.

— ¿Podría volver a verlo?

La voz de la semidiosa sonaba esperanzada. Se había marchado sin despedirse del Dios del Sol, y se arrepentiría de ello toda la vida.

— Si lo aceptas podrás volver a verlos, a todos, podrás volver a la vida de cierta manera. Ya no serás humana, ni semidiosa, serás inmortal.

— ¿Cuál es el precio a pagar? Siempre hay un precio.

— No hay un precio como tal, pero si una advertencia. Sufrirás mucho. Verás morir a tus seres queridos y verás horrores que nunca serás capaz de olvidar. Muchas veces desearas haber permanecido muerta, y otras tantas considerarás matarte.

— ¿Valdrá la pena?

— Valdrá la pena si tú lo decides. Pelea por ello, sé feliz y el destino será amable contigo.

Alysa asintió, suspirando, mientras se acercaba a la dama del vestido plateado.

— Lo haré, mi señora.

— Así suponía que actuarías Alysa Stein— la Titánide sonrió levemente—. Serás grande niña, muy grande.

La inmortal acercó su mano a la cabeza de la semidiosa, murmurando unas palabras en un idioma extraño, mientras una diadema plateada comenzaba a aparecer cubriendo la frente de Alysa.

Nunca volvería a ser como antes, pero eso no significaba que no pudiera ser mejor.

Nunca volvería a ser como antes, pero eso no significaba que no pudiera ser mejor

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𝗔𝗱𝗼𝗿𝗲 𝘆𝗼𝘂Where stories live. Discover now