- A mí no – respondió mudando la sonrisa por un gesto de preocupación - ¿qué pasa! ¿a vosotras tampoco?

- No. Y ya deberían estar allí.

- Quedó en llamarme al llegar al aeropuerto, pero no lo ha hecho.

- Accidentes no ha habido, he visto las noticias – dijo Teresa.

- Eso no quiere decir nada – intervino Adela – hace un par de años se estrelló un avión que iba precisamente a Nairobi y no nos enteramos hasta un par de días después.

- ¡Venga ya!

- Lo digo en serio, iba en él un... amigo mío – cambió el tono y la expresión, pero se repuso rápidamente - ¿no lo recordáis! un vuelo desde Sevilla.

- Creo que sí – respondió Vero – hubo supervivientes ¿verdad?

- Si – fue la escueta respuesta de Adela que se giró hacia Teresa, el teléfono estaba sonando.

Todas la miraron esperando que respondiese.



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En el campamento estaban preparando los últimos detalles para la cena. Poco a poco habían ido apareciendo todos en el patio central, unos habían tomado ya asiento y otros permanecían en pequeños grupos charlando, los menos se movían de aquí allá, colocando terminando de colocar platos y vasos. Todos estaban ya allí, todos excepto Natalia. Alba, ocupada en saludar a unos y otros, no encontraba la oportunidad para ir a buscarla. Germán se acercó a ella y tras cruzar unas palabras desapareció camino de las cabañas.

- ¡Lacunza! – gritó Germán abriendo la puerta con ímpetu y entrando en la estancia.

Natalia despertó sobresaltada con la sensación de que acababa de cerrar los ojos. Se incorporó casi sin saber dónde estaba y un fuerte dolor le recorrió la cabeza desde la base de la nuca hasta el ojo izquierdo alojándose definitivamente en forma de intensas punzadas en ambas sienes.

- ¿Te he despertado? – le preguntó divertido al ver su cara de perplejidad.

- Eh... si – admitió aún desconcertada sintiendo que el fuerte dolor de cabeza le levantaba de nuevo el estómago. ¿Es que allí nadie sabía llamar a la puerta! primero Sara con el agua y luego Germán que entraba y salía como si tal cosa - ¿Y Alba? – preguntó extrañada.

- Te vio dormida y no quiso despertarte. Está ayudando a poner las mesas.

- Ya – respondió mirándolo distraída.

- Ya estamos todos, solo falta la invitada de honor – le dijo sonriente señalándola a ella – Alba dice que ... - se interrumpió, iba a decirle que la enfermera quería que fuese ya, pero le vio la cara y estuvo tentado a decirle que se metiese en la cama de verdad, no tenía buen aspecto.

- Dile que ya voy – le sonrió sentándose en el borde y cogiendo la silla.

- Si estás muy cansada... - empezó con la idea de decirle que no estaba obligada a ir, pero se calló temeroso de que la pediatra lo malinterpretase y creyese que no quería tenerla allí.

- No, no..., voy ahora mismo – repitió - perdona, pero me he quedado...

- ¿Traspuesta! ¡Estás ya vieja Lacunza! – se mofó de ella.

La ClínicaWhere stories live. Discover now