13. Decisión

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Esa noche, Mikasa tuvo un sueño, ¿o fue más una pesadilla? No sabía cómo describirlo.

Se encontraba llorando, acompañada del dolor que acaparó su cabeza horas atrás y la fuerza de este, era mucho peor. Sentía que su cordura pendía de un hilo entre recuerdos del pasado y el presente. Entre Eren y Levi.

No comprendía porque justamente ellos dos.

A su izquierda, Estaba Eren. Un Eren inocente, el niño que la salvó años atrás, el niño que le puso la bufanda cuando tuvo frío. La miraba cansado y ofuscado, extendiéndole el desgastado trozo de tela. No había ningún rastro de brillo en sus hermosos ojos verdes esmeralda.

Por otra parte, a su derecha, se hallaba Levi, luciendo mucho peor que Eren. Se mostraba desesperado y con lágrimas al borde de sus ojos. Movía sus labios, pero no podía escucharlo.

Por acto reflejo dio un paso hacia Eren para averiguar que le sucedía, que necesitaba, que tenía. Mas el molesto chirrido en su cráneo incrementó.

Volteó hacia Levi y al acercarse, el horrible sonido no la molestó. Siguió caminando y de pronto su voz era más clara. Logró descifrar que gritaba su nombre.

Siguió caminando hasta que no oyó su nombre, sino una frase.

"Ah" pensó conmocionada.

Ahí despertó.

Sus ojos revolotean tratando de ubicarse. La desorientación la afecta, aunque, no tarda en caer en cuenta que no estaba en su casa, si no en la de Levi y que no estaba en su cama, si no sobre el pecho de Levi.

Sus mejillas se ardieron en rojo vivo ante el hecho. ¿Cómo acabaron así? Él se encontraba parcialmente acostado sobre el mullido sofá y ella sobre su cuerpo.

Velozmente se coloca de pie y lleva una mano a su pecho. Hubiera sido demasiado vergonzoso si ambos se hubieran despertado al mismo tiempo.

Posa sus ojos en la ventana y ve que la presencia del sol se vislumbra cada vez más en el cielo. Según el reloj de Levi, eran las seis. El barco de Azumabito zarpaba a las siete.

Seguro Kiyomi esperaría el tiempo que fuera necesario hasta lograr verla. Sin importar que su viaje se retrasara.

Maquinando un plan rápido en su mente, trotó suavemente hasta la cocina de Levi, ahí prepara con mucho cuidado un desayuno. No quería despertarlo y la noche anterior fue brusca con él. Rodajas de pan caliente con cubitos de queso y té servido al gusto. Era lo mínimo que podía ofrecer como disculpa y agradecimiento. No sólo por recibirla y dejar que pasara la noche a pesar de que se rehusaba, sino por todo.

Luego de tapar bien los alimentos, se acerca a la entrada donde se pone sus botines, bufanda y bolso. Arregla su desaliñado cabello y alisa sus ropas.

Ya afuera, antes de cerrar la puerta, le dedica una última mirada a Levi.

Gracias, de verdad, muchas gracias —susurró.

(***)

Unos constantes toques en la puerta le dan a entender a Levi que su tiempo de dormir ha acabado. Irguiéndose mientras rascaba uno de sus ojos, voltea con dirección a la puerta, irritado y confuso. ¿Qué hora era? ¿Quién era?

Los golpeteos del extraño —e imprudente— visitante, no parecían querer cesar, por ende, no tiene más opción que colocarse de pie y caminar a la puerta para abrir y enfrentarse a quien sea que osara a irrumpir su descanso.

No se sorprende de la presencia de Onyankopon, pero sí de la de Armin. ¿Acaso era tan tarde que lo dieron por muerto y fueron a confirmar si era cierta esa hipótesis o no?

𝑺𝒕𝒂𝒚 𝑾𝒊𝒕𝒉 𝑴𝒆Where stories live. Discover now