18. Juntos

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Sus ojos celestes revolotean en distintas direcciones, detallando el amplio lugar: Tan sencillo. Tan cómodo. Tan ellos.

"¿En verdad llegó este día?"

Un guardia palpando su hombro y murmurando un "ya está afuera" en su oído, es la señal que le indicaba que debe apresurarse y salir rápido. Tenía que buscarla.

Al llegar a la entrada del inmenso jardín, se aproxima a la puerta del carruaje para, posteriormente, abrirla y extender su mano para ayudarla a bajar. El conductor del vehículo no tarda en unirse para realizar la misma acción. Con un vestido blanco, cabello pulcramente peinado con ondas en las puntas y un maquillaje sencillo que realzaba más su linda apariencia, se encontraba ella: Su mejor amiga, su confidente, su familia.

"Bellísima"

Estando en el suelo, ella le sonríe mientras posa su mano en su antebrazo. Ya era hora de ingresar.

La reina Historia les facilitó uno de los salones del castillo para llevar a cabo la ceremonia. Él, como comandante, movió varios hilos para que algunos altos mandos no se enojaran con el evento. No fue trabajo duro, para su suerte. Comprendieron que la pareja comprometida eran sobrevivientes de guerra, un punto clave para eliminar al culpable del retumbar, personas de admirar.

Mientras caminan a paso tranquilo por el pasillo, Armin la observa por el rabillo del ojo.

Suspira.

Mikasa. La Mikasa que conocía desde la niñez, casándose. Casándose con alguien que no era su mejor amigo, casándose con alguien que una vez repudió.

Una risita sale traviesamente de su boca. Todo cambió tanto, tanto.

—¿Qué sucede? —le preguntó ella, confundida.

—Nada importante —negó con su cabeza—. Simplemente me hallaba perdido en una laguna de pensamientos.

—¿De qué tipo? —continuó curioseando. Armin no tardó en captar que lo hacía para calmar los nervios. Mikasa no solía ser tan habladora. Y, sobretodo que, la fuerza de su agarre la exponía. No le molestaba, al contrario, la entendía. Era, en palabras claves, el día más especial de su vida.

—Pensamientos como que nada es igual que antes. Nosotros tampoco somos igual que antes —exhaló pesadamente—. Todo... Es diferente ahora.

—¿Es malo eso para ti, Armin?

—No, al contrario. Es algo que tarde o temprano pasa. Es la naturaleza de las cosas. Hay varios tipos de cambios. Algunos buenos, otros no tanto —se detuvo al verse frente a un gran portón semi-abierto decorado con cintas y flores. Habían llegado—. Pero este es sin duda el mejor de todos. Un mundo con menos preocupaciones, con menos sangre, con las personas que queremos, viviendo —giró a verla, sonriendo—, y dispuestas a seguir haciéndolo.

Su amiga tuerce los labios en una mueca tenue. Supo que, con aquello último, se refería a ella.

—El ser humano, lo que lo compone, lo que lo caracteriza, lo que lo rodea, este mundo... Todo, puede llegar a ser cruel. Sin embargo...

—¿Sin embargo? —la instó a que continuara.

En ese instante, la puerta se abrió lentamente. Exponiendo a los invitados elegidos, guardias, sacerdote y a la persona con la que ella pasaría el resto de su vida. Su futuro esposo: El ex-capitán Levi Ackerman. Usando un elegante traje negro, sus cabellos peinados hacía atrás y en su mano lesionada por la explosión, dos prótesis reemplazaban sus dedos perdidos en batalla.

—Sin que te des cuenta, puede volverse hermoso —finalizó, sin apartar la vista de su, todavía, prometido—. Muy hermoso.

Armin vuelve a reír despacio al percibir sus ojos grises brillando cual estrellas en una noche oscura y mejillas rojas como las últimas flores que sembraron semanas atrás en su jardín.

𝑺𝒕𝒂𝒚 𝑾𝒊𝒕𝒉 𝑴𝒆Où les histoires vivent. Découvrez maintenant