12. Momentos

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La torrencial lluvia caía desde el oscuro firmamento. No había estrellas, la luna se mostraba opaca y el viento corría avivado, arrastrando todo a su paso.

Mikasa desvía su mirada de la ventana, relajando su semblante, aliviada.

—Onyankopon tuvo razón —comentó—. Que bueno que salió a tiempo.

Levi realiza un "hmm" con los labios ante lo dicho, exponiendo que se encontraba de acuerdo.

—Sin embargo tú no —habló tiempo después—. Pudiste haberte ido con él.

—Sí, tal vez —caminó hacia la chimenea, con el propósito de arrojar más leña. La temperatura comenzaba a descender—. Pero no podía dejarte este desorden a ti solo. Ya sabes, tu pierna...

—Tch, no era mucho.

Posterior a cerrar el negocio, Onyankopon les enseñó a ambos, emocionado, un vino proveniente de su país natal, el cual se le fue entregado hace poco. Explicó que era de buena calidad y que esperó semanas por él.

Sugirió que, dado a que la jornada estuvo sumamente movida y que mañana no abrirían, podían tomarse unas copas en la cabaña de Levi.

Ambos Ackermans se negaron al principio; Mikasa por su poco antojo de alcohol y Levi porque simplemente no quería. Empero, Onyankopon era perseverante y logró al final que ambos aceptaran, renuentes, pero aceptaron.

Indiscutiblemente, el rato fue muy relajante para los tres sobrevivientes del llamado retumbar. Pusieron una manta en el patio trasero y sobre esta, una canasta llena de botanas preparadas por Mikasa para acompañar la bebida.

Charlaron. Demasiado.

No sabían si por la influencia del alcohol o por lo ameno del momento, sin embargo, no importaba. Porque hacía demasiado que no disfrutaban de esa manera.

Lo que hizo a Mikasa reflexionar.

¿En Hizuru llegaría a vivir momentos como aquel, rodeada de gente que experimentó tantas cosas con ella? ¿Gente en la que ella confiaba y que poco a poco se fueron ganando un lugar en su mallugado corazón?

Conocer la otra mitad de sus raíces le era llamativo, interesante y atractivo, pero era algo tan nuevo, algo con lo que poco o nada se sentía familiarizada, contradictoriamente hablando. Todo sería tan... Nuevo, desconocido y abrumador.

Iniciar desde cero en un lugar desconocido, relativamente sola, le asustaba.

Su rato acabó cuando una manada de nubes oscuras fueron llenando el cielo. Onyankopon fue el primero en advertir que se acercaba un torrencial aguacero y que debían apresurarse si no querían terminar empapados.

Después de recoger todo, él se fue, pero Mikasa no.

Tal como dijo Levi, el desorden no era mucho. Sólo se tenían que lavar los platos que utilizaron, sacudir la manta y limpiar las migajas que yacían dentro de la canasta, nada más. Evidentemente era algo que él pudo realizar de manera rápida y óptima, pero quiso quedarse y ayudar, por muy poco que fuera.

Terminando de arrojar el último tronco, se deja caer sobre el sofá que se encontraba frente la chimenea. Levi no tarda en acercarse y sentarse a su lado, extendiéndole otra copa.

—¿Más? —enarcó una ceja—. ¿Onyakonpon no se sentirá traicionado si bebemos sin él?

—No debe saberlo, ¿o sí?

Ella lo observa unos segundos antes de dibujar una sonrisa ladina en sus labios.

—No —dijo finalmente.

𝑺𝒕𝒂𝒚 𝑾𝒊𝒕𝒉 𝑴𝒆Kde žijí příběhy. Začni objevovat