14. Oportunidad

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Armin resopla al reparar lo perdida que se encontraba su mejor amiga. Su vista pegada en la ventana, con las mejillas sonrojadas y un pucherito adornando sus labios. Era evidente que no prestaba atención a lo que decía.

—Mikasa —llamó, dando toquecitos a la mesa.

Ambos yacían sentados en una de las mesas libres de la tienda. Él aprovechando su poco tiempo libre antes de una reunión y ella descansando del atareado turno en lo que un nuevo cliente se hiciera presente.

—Oh, sí —se acomodó en su asiento—. Te escucho.

—No, no me escuchas —suspiró, dejándose caer en el espaldar de la silla de madera—. ¿Qué sucede? Estás en las nubes.

—Estoy bien, Armin. Hablabas de un nuevo invento que pronto vendrá a la isla desde Marley.

—¿Qué se llama...? —la invitó a continuar.

—Te-Te... ¿Tenofo?

Armin rio.

Teléfono —corrigió—. Y hablé de eso hace más de 10 minutos, Mikasa.

Una mueca de derrota se plasma en la cara de Mikasa. Armin era alguien que la conocía desde muchos años atrás. Mentirle era una pérdida de tiempo, algo imposible.

—Lo siento.

—No tienes que —meneó varias veces con su cabeza—. Pero, dime, ¿qué es lo que está ocupando tu mente?

El color de las mejillas de Mikasa aumenta.

Ella adoraba a Armin, tenía claro que él nunca la juzgaría. Lo máximo que haría sería aconsejarla y hacerla entrar en razón, tal como aquella vez en que ella se encontraba perdida y él le gritó que pensara por sí misma.

Mas se sentía tan difícil tocar ese tema ahora.

—¿Tiene que ver con el capitán?

Casi se atraganta con su saliva. Casi.

—¿Cómo...?

—Eres muy obvia para mí —acercó su taza de té, que se hallaba a la mitad, y la llevó a su boca para propinarle un largo sorbo—. ¿Es algo malo?

—No, claro que no. Es sólo que —escondió parte de su rostro bajo su bufanda—... no quiero decir que es complicado. Pero...

—Inconscientemente lo ves así.

La joven asintió. Orbes pegados en la mesa.

—Si me comentas, tal vez pueda ayudarte en algo. Intentaré descomplicar lo que sea que te esté sucediendo. Aunque si se trata de ti y el capitán, puede que sea algo difícil —pronunció jocoso lo último.

—No sé cómo empezar —masajeó sus sienes. Respiró hondo

—Tomate tu tiempo.

—El día que me despedí de Kiyomi-San y volví, él... Me abrazó.

—Oh, sí. Onyankopon y yo nos sorprendimos mucho —recordar aquel suceso, aún causaba estragos en su cuerpo. Jamás pensó ver al capitán Levi realizando una acción tan cariñosa—. Y nos... Fuimos sin decir nada. Perdón por eso.

—No los culpo. La cuestión es, que sentí algo aquí —posó su mano en su abdomen—. Algo parecido a un cosquilleo. Más tarde, él... bueno —sus mejillas parecían como si fueran a evaporarse—, me besó.

La expresión de Armin era un poema, sus ojos revoloteaban desde su rostro a la figura del capitán, quien también estaba sentado a unas mesas de distancia. El señor Thompson revisaba su pierna.

𝑺𝒕𝒂𝒚 𝑾𝒊𝒕𝒉 𝑴𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora