8. Obsequios

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—Con usted así, es mucho más fácil llevar las bolsas.

Levi gira un poco su torso para lograr ver su rostro. Su ceja levantada complementa su semblante serio.

—¿Estás bromeando justo ahora? —cuestionó. Ella encoje sus hombros con cierto deje de diversión—. Tch.

Mikasa aprieta sus labios para no sacar a la luz la risa que tanto ha aguantado. Sin embargo, era cierto, las bolsas se encontraban bastante seguras sobre el regazo ajeno.

El mercado no está abarrotado de gente como pronosticó. Para su suerte.

Había aparecido varios minutos después de la hora estipulada, se había quedado dormida y por más que intentara explicarle a su acompañante, los bufidos de este no cesaron sino hasta un buen rato. Suspiró aliviada al caer en cuenta que no recibiría más al notar los puestos parcialmente vacíos.

Su lista de compras no era extensa, pero necesaria. Constaba mayormente de productos de primera necesidad. En cambio la del capitán era lo opuesto; cosas para su casa, cosas para la tienda, cosas para el huerto...

Era difícil que él solo pudiera con todo, por ende, ella y Onyankopon se decidieron en ayudarlo. Él no aceptó ni negó nada, simplemente los dejó actuar. En lo que Mikasa lo acompañaba a comprar todo lo necesario para su cabaña, Onyankopon se encargaba de todo lo referente a la tienda.

—Creo que hemos terminado —comentó Mikasa, tachando la última palabra de la lista—. ¿Las dejaremos en la tienda y luego las llevaremos?

—Asegurémoslas primero. Aún falta una hora para abrir.

Mikasa asiente, guarda el trozo de papel dentro de su bolsa y apoya sus manos en los mangos de empuje. La distancia hasta su casa no era corta, pero a Mikasa no le molestaba, el caminar junto el frío de la mañana, de una manera u otra la relajaba.

Sus cejas se fruncen cuando escucha el "Espera un momento" de su ex-capitán. Se hallaban justo al lado de un puesto de accesorios para chicas. Pulseras, aretes, collares, eran unas de las tantas cosas que se exhibían. Ella lo acerca cuando se lo pide y curiosea como el agarra un lazo azul.

—¿Qué te parece? —ella lo observa extrañada— Sólo contesta.

—Es bonito.

Y era cierto, sobre todo por el diseño floral perfectamente hecho con hilo blanco que tenía marcado. La forma nunca la había visto antes, así que no tenía conocimiento con respecto a que tipo de flor era.

—Bien —musitó, antes de llamar a la dueña del puesto—. Lo llevaré.

La mujer le menciona el precio, y le pregunta si quiere que lo guarde en una pequeña bolsa igualmente decorada, él niega y saca su billetera para posteriormente extenderle el dinero.

—Sé que quieres preguntar —molestó Levi, cuando estaban fuera del mercado. Ya había comenzado a llenarse.

Mikasa exhala pesadamente, rindiéndose ante él. Al parecer, su intriga fue bastante evidente.

—Me atrapó —musitó, con una leve sonrisa en sus labios—. ¿Por qué lo compró? No lo necesita, ¿oh sí?

—No es para mí —bufó, tratando de ignorar el tono burlón—. Es para ti.

Se detiene en seco. ¿Qué dijo?

—¿Uh? ¿Para mí?

—Es lo que acabo de decir —rodó sus ojos. Se adelantó en continuar antes de que preguntara el porqué de su acción—. Has llevado el cabello suelto estos últimos días y parece que en ocasiones te molesta cuando sirves las mesas.

—Oh, es por mi lazo, lo he olvidado.

En realidad, no sabía dónde lo dejó la última vez. Por mucho que lo buscó, no lo encontró.

—¿Lo perdiste?

—Quiero creer que está en algún lugar de mi casa.

—Aun así, usa este, hasta que lo encuentres al menos.

No puede negarse. Primero, Levi no aceptaba un "no" como respuesta, era imposible. Y segundo, había gastado dinero en ella. Aunque no fuera mucho, se tomó el tiempo de comprarle algo para que no estuviera más incómoda.

—Gracias, señor.

Ubica su cabello hacia su hombro derecho, donde lo deja caer. Luego, recoge cada uno de los mechones con ayuda de su obsequio, dejando como resultado, una coleta de lado.

—¿Un nuevo lazo incluye un nuevo estilo de peinado? —inquirió, divertido.

—Puede ser —respondió de la misma manera.

Se da un rápido vistazo en una de las ventanas de una casa para volver a retomar su camino con el capitán.

Levi se asombra el día siguiente en la tienda al verla con el lazo que le dio.

Y el siguiente.

Y el siguiente a ese.

(***)

Mikasa no esperaba recibir visitas ese día, ni a esa hora, ni mucho menos de esa persona. Kiyomi se encontraba a las afueras de su casa, vistiendo pulcra y elegante, con una caja en sus manos.

—Oh, Mikasa —pronunció, cuando nota su presencia.

—Kiyomi-San —susurró, sorprendida—. No esperaba verla.

—¿Me creerías si te dijera que pensé lo mismo?

Ella no cambia su expresión en lo que se acerca a pasos largos para abrir la puerta y brindarle la entrada.

—¿A qué se debe su visita? —le preguntó, sentándose en la silla más cercana. Kiyomi no tardó en imitar su acción.

—La fecha de la cena de Historia está cada vez más cerca. Quería traerte esto.

Mikasa, con manos temblorosas, agarra la caja que se le era extendida. La abre cuidadosamente y sus ojos se ensanchan al ver un hermoso vestido blanco.

—Es un obsequio de mi parte. Era muy popular entre las chicas de Hizuru.

—Kiyomi–San yo... no sé qué decir.

—No digas nada y acéptalo —le dedicó una sonrisa—. Estoy segura que te quedará muy bien.

Mikasa asiente tímida y se dirige a su cuarto, indicando que se lo probará. Kiyomi asiente y asegura que la esperará, que se tomará su tiempo.

—Has estado ausente últimamente —comentó Kiyomi, en voz alta, para lograr ser escuchada—. ¿Algún motivo?

—Bueno, yo... Tengo en empleo.

—¿Empleo? —repitió, pasmada.

—Sí, con el capitán Levi. Lo ayudó junto a Onyankopon en su tienda de té. ¿La conoce?

Kiyomi permaneció unos segundos en silencio antes de proseguir.

—¿Y te gusta?

—Es entretenido. Me mantiene ocupada y los clientes son amables.

—Ya veo. Mikas... —calló al verla salir de su habitación con el vestido puesto.

Sonrió satisfecha. No se había equivocado, ese vestido era para Mikasa. Se veía hermosa, espléndida, tal como una princesa. Era la representación máxima de la belleza asiática.

La joven la mira a la expectativa, esperando que continuara con su habla, empero ella prefirió guardarse sus palabras. Por ahora.

—... No, no es nada.

𝑺𝒕𝒂𝒚 𝑾𝒊𝒕𝒉 𝑴𝒆Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum