16. Libertad

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Mikasa sonríe al saborear la suave y fría textura en su lengua. Una de las cosas que siempre quiso volver a probar, era el llamado helado. Y ahora, con la llegada de este a Paradise, por fin sus papilas gustativas podían deleitarse una vez más con el delicioso sabor cremoso del mismo.

Personas arribaban más y más a la plaza; niños, adultos y ancianos. Todo con el fin de pasar un momento agradable junto a los nuevos productos recién traídos a la isla. Cada uno, proveniente de Marley.

"Siempre haciendo un trabajo espléndido" pensó en su mejor amigo, observando el alegre ambiente que la rodeaba.

A unos pasos, Levi se encontraba sentado en su silla de ruedas, apartado, leyendo el periódico. Mikasa recuerda lo mucho que tuvo que insistirle para poder asistir después del trabajo. Sabía que el ruido era una de las cosas que más le disgustaba, sin embargo, no quería perderse del evento. Fue renuente, mucho, mas al final aceptó.

Camina hacia él emocionada. A pesar de todo el tiempo que ha pasado desde la primera vez que se volvieron a reencontrar, nueve meses exactamente ese día, le cuesta creer lo mucho que se encariñó y como creó un lazo con él. Justamente con él.

Todo fue un sube y baja, un tira y jala... Muy complicado, pero a la vez, muy satisfactorio.

Porque no se arrepentía.

Levi se convirtió en alguien muy especial para ella. En alguien al cual no quería que le pasara nada, en alguien que quería cuidar y proteger, en alguien en que podía confiar, en alguien con quien se sentía segura. En un lugar donde volver. En un hogar.

Su hogar.

Levi significaba paz, calidez y tranquilidad. Era lo que siempre quiso, lo que siempre añoró, lo que siempre deseó. Todo el tiempo estuvo ahí, cerca, tan cerca que dolía y lastimosamente ella no lo notó. Hasta ahora, años después.

Tardó, tardó mucho, pero no importaba, porque ahora estaba ahí con él y nada lo cambiaría.

Con ese pensamiento en mente ya de pie a sus espaldas, se inclina a su mejilla y planta ahí un sonoro beso, sorprendiéndolo.

(***)

El sexo es espontáneo y algo que los une cada vez más. No es cotidiano, pero sí recurrente. Desde la primera vez que lo hicieron, una chispa explotó en ellos. Una chispa que los impulsaba a seguir aventurando sus cuerpos.

Han aprendido mucho. Mikasa sabe que él ama sus pechos y ella su blanquecino cuello. Que el olor dulce que emanaba su cuerpo, lo volvía loco, y que su voz ronca susurrando frases impúdicas, bastaban para llevarla al paraíso.

Ella siempre está arriba. Si bien la razón es por la pierna de Levi, ella sospecha y está casi segura de que es porque a él le gusta ser dominado. Siendo algo irónico y hasta extraño por su frialdad e imagen de soldado fuerte. Nunca se lo ha dicho y nunca se lo dirá, empero, viendo sus reacciones cuando sujetaba sus muñecas por sobre su cabeza, en lo que se ponía sobre su pelvis, sus quejas eran nulas.

En cambio...

A-Ah.

Hay momentos en donde a él le encanta llevar el control.

Sus dedos hacían maravillas sobre su clítoris, su miembro propinaba gustosas estocadas, su brazo rodeaba su cintura firmemente y su boca besaba con fiereza su cuello. Ella, de espaldas, apoyándose en su pecho, con la cabeza sobre su hombro y soltando fuertes gemidos.

¿Quién diría que su silla podría tener otros usos?

Mikasa, inconscientemente, movía las caderas para crear más intromisión entre los dedos y el miembro erecto que satisfacía su interior. Demonios, estaba tan cerca.

𝑺𝒕𝒂𝒚 𝑾𝒊𝒕𝒉 𝑴𝒆Where stories live. Discover now