Capitulo IX: Infamia (I/IV

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—Aren, ¿sabes por qué el paso de Geirgs está lleno de fantasmas?

Volteé a observarla, sus ojos dorados miraban al frente, en sus labios bailaba una pequeña sonrisa. Había miedo y excitación contenida en su rostro. Yo sonreí. Verla me trajo recuerdos de mi adolescencia, cuando en Augsvert, Erika, Soriana y yo leíamos con cierto morbo las leyendas de fantasma y tragedias sucedidas en los bosques mágicos del continente. Nos asustaba, pero también nos emocionaba. Negué a su pregunta.

—Te contaré —dijo ella y me miró con un brillo emocionado en sus ojos dorados—. Dicen que algunos años atrás aquí hubo una tragedia.

Mientras hacía feliz a Keysa escuchando su escabroso relato, avanzábamos por el camino rocoso, balanceando el peso de las alforjas y mirando muy bien las salientes para no tropezar. Había pocos arbustos, más que todo, liquen, y musgo era lo que cubría donde la roca no prosperaba. Soriana iba unos pocos pasos más adelante de nosotros.

—Una caravana de aldeanos se dirigía al sur —continuó Keysa su historia—. Hombres y mujeres con enseres y niños cruzaban el paso, iban en busca de un destino mejor. Fue por la época del reinado del rey Kiev, los impuestos eran altos y mucha gente emigró desde Doromir hacia el sur.

» Anochecía cuando empezaron a atravesar este mismo camino que nosotros transitamos ahora —dijo ella imprimiéndole teatralidad a su voz—. Mientras cruzaban, todo alrededor se acalló. Los susurros del bosque, el canto de los pájaros, nada se escuchaba, excepto la respiración cansada de los aldeanos y el llanto de algún niño pequeño. Dicen que en ese momento, de las sombras aparecieron varios morkenes.

—¿Morkenes? —Interrumpí el relato.

—Sí, morkenes —contestó ella impaciente—. Ya sabes, hechiceros malvados que usan magia negra. —Yo sonreí suspicaz.

—Sí, pero escuché que fue una tragedia natural lo que acabó con la vida de esos aldeanos.

—¡Tsk! —Keysa me miró con algo de enojo, una mano fue a reposar en su cintura—. ¡Dijiste que no sabías lo que pasó! ¡No fue algo natural, fue magia negra! Esos hechiceros querían experimentar el alcance de sus poderes. —Keysa bajó la voz haciéndola sonar de nuevo escalofriante y luego, con sus manos, gesticuló imitando runas prohibidas. Yo la miraba escéptico, con la sonrisa dibujada en mis labios—. Ellos usaron su magia arcana y maligna, y del fondo de la tierra brotaron decenas de fantasmas y draugres. Los espíritus resentidos se cernieron sobre la caravana, no respetaron ni a las mujeres, ni a los niños. De hecho, los infantes fueron sus presas favoritas, los cuales arrancaron de sus madres y se los dieron a los morkenes para que experimentaran con ellos.

» La sangre tiñó el camino y se vertió a los fiordos, el mar se coloreó de rojo debido a la matanza. Pero los hechiceros del mal no previeron que su magia, levanta muertos y fantasmas, también lo hizo con sus víctimas. Todavía frescos, con las heridas sangrantes, sus cuerpos mutilados se animaron de nuevo y cargaron contra los hechiceros.

Debía reconocer que Keysa sabía contar historias. Me tenía atrapado en su relato, muy diferente de la historia que yo conocía del paso fantasma.

—Los hicieron pedazos —continuó la joven hada—, se los comieron vivos, no quedó ni un trocito del cuerpo de los morkenes. —Ella hizo una pausa y exploró mi rostro, luego sonrió satisfecha por mi expresión perpleja ante el final de su escabroso cuento—. Desde entonces, las almas de los aldeanos y los morkenes que fallecieron aquí habitan el paso. Luchan entre ellos y en su pelea maligna arrastran a las personas que se atreven a cruzarlo.

Yo carraspeé y miré a Soriana que sonreía y negaba suavemente con la cabeza.

—¿No tienes miedo de lo que acabas de contar, Keysa? —pregunté asombrado de la delectación con que hablaba—. ¡Y más cuando estamos a punto de cruzar!

Augsvert I: El retorno de la hechicera (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora