Ser una estudiante de secundaria, con diecisiete años encima, además de ir cargando con millones de libros gigantes, que al parecer, son de tu agrado no es tan malo, ¿verdad?, ¿qué pasa si te digo que esa pequeña gran estudiante de secundaria nunca...
Ya es viernes, el día de la semana más perfecto que pueda haber. Todavía recuerdo el día en que James fue por primera vez a mi casa. He llegado a la vieja secundaria y aún no lo veo, me gustaría darle las gracias por crear alegría en mi humilde hogar, mis padres siempre discutían de una forma u otra, es la primera vez que observo compasión entre ellos. Una vez más, el llanto de felicidad posó en mí.
Me encontraba caminando por el puente que dirige al gran lago de la escuela, ahí me encontré a Logan, mi mejor amigo "Varón" de toda la santa escuela. Se encontraba sentado, de brazos cruzados y rostro decaído. Me acerqué y me senté junto de él.
Andrea: ¡Logan! —Espeté — ¿Por qué tan deprimente? ¿Te encuentras bien? —Recargué ambas manos en el césped.
Logan: —Dio un suspiro enorme. —¡No me encuentro bien! Todo esto se fue al desastre.
Andrea: ¿Qué te pasó?... Vamos, cuéntame. Sabes que puedes confiar en mí.
Logan: Es Mafer...me engañó con un muchacho mayor que yo. No sé cómo puede estar ahorita con una sonrisa de oreja a oreja cuando yo me comportaba de la mejor manera posible —Comenzó a llorar —¡El amor es una basura!
Andrea: No es una basura, Mafer siempre se comportará así, lamento si te tocó una novia como ella, pero recuerda que en la vida no se trata de tener pareja, si no de tratar de hacer feliz a las personas que te queremos y viceversa, ignorar a esas personas que te hacen sentir mal y quedarte con aquellas que nunca te fallarán.
Logan: ¡Hm! Tú lo dices porque tienes un novio que te ama y te respeta. En cambio, mi novia no dura con un chico más de tres meses. ¡Perdón! Mi Ex novia. —Corrigió.
Andrea: Yo no tengo novio, sabes que no estoy lista para una relación.
Logan: ¿Y James qué? Te trata muy bien, toda la escuela piensa que son novios.
Andrea: —Mis mejillas nuevamente se decoloraron, bajé la mirada evitando contacto con los ojos marrones de Logan —Bueno, sí, me trata bien, pero eso no quiere decir que sea mi novio.
Logan: —Se levantó y sacudió su trasero con ambas manos —Yo no sé. Tú y él serían una hermosa pareja. Te trataría muy bien. ¡Es lo importante! —Se dirigió hacia la puerta de la escuela.
¿Saben algo? Aunque Logan esté de lo más deprimente puede dar buenos consejos. Es la segunda persona que piensa que ando con mi mejor amigo. Creo que no tienen entendido que no estoy lista para una relación.
Andrea Schmidt Germán, una chica de sentimientos muy ocultos, aún con diecisiete años de vida el romance y la pasión no son lo suyo, le dedica más tiempo al estudio que cualquier otra cosa. Con problemas en casa, ella sonríe en todo momento.
Sus padres no les preocupaban que Andrea no tuviese la oportunidad de conocer el amor, James y Andrea se querían mucho como mejores amigos, pero esa tarde del catorce de noviembre, los pensamientos de Andrea cambiaron.
Fue un día muy atareado, mi amigo Logan terminó con su novia, Mafer continúa buscando más hombres con buen cuerpo y yo no logré ver a James en toda la mañana, lo cual me comenzó a preocupar. Llegué a mi casa a las tres con quince minutos de la tarde, justo a tiempo para comer y realizar mi tarea. Mis padres no se encontraban, ellos llegaban de trabajar a las cuatro y media de la tarde. Al igual que Kendall. Él no trabaja, sólo conforma un dúo con el viejo amigo de la infancia Dustin Belt. ¡Ese chico nos cae bien a todos!
Me senté a comer con el estéreo encendido, recuerdo que escuchaba un gran éxito llamado "Hymn For The Weekend" originario de la mejor banda de Londres, Inglaterra, Coldplay. ¡Dios! Estos chicos ponían una sonrisa en mi mundo cada vez que oía hablar de ellos. De repente, el timbre de mi casa sonó, me levanté con mi boca totalmente llena de frijol, abrí la puerta y me encontré con James, quien suspiraba rápidamente de cansancio.
Andrea: James, ¡Mira como vienes!, ¿Qué te sucedió? —Pregunté histérica.
James: ¡Nada! ...Es... —Dijo con falta de aire. —Estoy bien, sólo que... comencé a correr porque un perro enorme nos perseguía a Fox y a mí. Pero ya está todo tranquilo. Necesito un favor muy grande.
Andrea: Antes que nada ¿Quién es Fox? —Pregunté curiosa.
James: Es mi perro Alaska, mira. —Cargó al pequeño animalito para mostrármelo. Era un pequeño perro color blanco con sólo tres manchas negras en su cuerpo. Unos ojos hermosos color azul celeste que resaltaban en cuanto su mirada se posaba en el techo; Aquellos pequeños ojitos me recordaban a dos pequeños diamantes que conservaría con toda mi alma.
El pequeño perrito portaba un collar color verde al igual que la correa; En la parte de enfrente de la placa decía: Fox Maslow, y en la parte trasera describía la dirección y el número telefónico de la casa de James, así sabrán de dónde proviene y quién es su dueño, en caso de que llegue a perderse.
Andrea: —Lo acaricié —Es muy hermoso, es el perro más lindo que he visto en toda mi vida.
James: Gracias, si quieres puedes acariciarlo un buen rato. Es como tu hijo.
Andrea: ¿Cómo mi qué? —Lo miré, frunciendo el ceño.
James: Nada...Olvídalo... —Dijo, algo nervioso. Fue un momento tedioso, compartimos profundas miradas por diez largos segundos. Ambos sonreíamos
Andrea: ¿Te gustaría tomar algo? —Mostré mi sonrisa para eliminar el momento incómodo.
James: ¡Me encantaría! —Correspondió la sonrisa.
Andrea: Ahorita regreso. —Caminé hacia la cocina.
James y Fox permanecieron sentados, muy quietos y sin realizar el más mínimo ruido. Regresé de la cocina a los cinco minutos con un vaso de jugo de naranja que mi madre preparó en la mañana. Pero algo ocurrió en ese preciso momento: olvidé colocar mi mochila en la mesa, lo cual provocó que me tropezara con ella y cayera en los brazos de James, regando el jugo por todo el suelo recién trapeado.
James: Claro que no. Al contrario ¿Tú te lastimaste? —Me miró.
Andrea: No. Sólo me duele un poco mi pie por el golpe, pero no es nada grave.
James me miró a los ojos muy seriamente, estaba atento a mi rostro y yo lo miraba preocupada y sin entender.
James: Oye... ¿De qué color son tus ojos? —Ésta vez sonrió de lado.
Andrea: Son color verde, ¡Creo! ¿Por qué?
James: ¡Son muy bonitos! —Posó una mano en mi mejilla y con suavidad la comenzó a acariciar.
Tanto fue el encanto que no me resistí y con una pasión comencé a besar a James en los labios. Fue un momento tan cómodo para nosotros, hasta que alguien llegó a la casa, interrumpiendo nuestro bello momento.
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