-Menuda sorpresa -mi padre está sentado en el sofá y hay una película pausada en la televisión.

-Os he cortado el rollo -digo, sentándome junto a él. Les robo un puñado de palomitas de maíz y las meto en la boca todas juntas. Entre el largo viaje de ida y vuelta, la charla con los SWAT y después con West, se me ha pasado la hora de la cena y tengo un hambre voraz.

-¿Pasa algo malo? -como siempre, mi padre es muy intuitivo. Recuerdo que eso me molestaba bastante cuando era más pequeña, porque siempre sabía cuando había hecho algo malo. Es difícil escapar de una mente inquisidora como la suya.

-Depende de cómo lo mires -no sé cómo se lo tomarán, pero sé que aunque no les guste, lo haré igual. Solo que preferiría que mi padre me diese el visto bueno.

-Los rodeos nunca han sido lo tuyo, Joy -me anima a hablar- ¿Qué sucede?

-Esta tarde-noche, al volver a la comisaría de investigar un caso -tiene razón, jamás he sido de las que se callan las cosas. Salvo lo que sentía por Fisher-, dos miembros de un equipo SWAT me estaba esperando en el despacho del comisario y...

-¿Qué has hecho? -me interrumpe y claramente noto diversión en su voz.

-Nada, papá -le digo en el mismo tono que usaba cuando me acusaba de algo de pequeña, solo que por aquel entonces, él solía tener razón y yo mentía- ¿Recuerdas que Anton estaba en el programa de protección al testigo? Pues ha desaparecido y me han pedido que vaya a Finlandia a hablar con los amigos que teníamos en común, por si puedo averiguar algo.

-¿Qué tiene que ver Anton con los SWAT? Deberían ser los finlandeses quienes se ocupasen.

-No puedo hablar mucho de ello -le explico-, pero al parecer Anton pidió asilo en Estados Unidos y pensaban concedérselo antes de que alguien lo secuestrase.

-Suena peligroso -susurra Neve.

-No más que mi día a día -le resto importancia. Ahora me alegro de no haber dado detalles sobre quién es en realidad Anton. No quiero preocupar más a Neve.

-¿Cuándo te vas? -mi padre sabe que no he venido a pedirle consejo.

-Querían estar ya de camino, pero me negué a marcharme sin despedirme de vosotros. Una llamada de teléfono no me parecía lo correcto.

-Es bueno que vean ahora que tienes carácter -mi padre lo da por bien hecho-. Que sepan lo que les espera cuando ingreses. 

Aunque sé que le disgustó saber mis planes de futuro, jamás dudó de que lo fuese a conseguir y siempre habla del tema como algo ya hecho. La confianza de mi padre en mí es lo que me ha impulsado toda mi vida a no rendirme. Se lo debo todo.

-Tengo que irme -miro el reloj y veo que el tiempo se está pasando en un suspiro- o no llegaré a la hora establecida.

-Ten cuidado -Neve me abraza.

-Demuéstrales lo que vales -el abrazo de mi padre me infunde determinación-. Pero no te arriesgues sin motivo, hija. Los héroes no viven mucho tiempo. 

Antes de irme, subo al cuarto de Hope y dejo un beso en su frente. No quiero despertarla porque mañana tiene que ir a clases, pero necesitaba despedirme de ella también, aunque sea de un modo silencioso. Espero volver en un par de semanas, como muy tarde, pero siento que si no lo hago, no sería lo mismo. Desde que volví de Finlandia no me he vuelto a separar de ellos y esto se siente como un nuevo adiós, por muy poco tiempo que vaya a pasar allí.

-¿Si hablas con los muchachos, le dirás a Biff lo que pasa? -le pido a mi padre-. No quiero que se preocupe si intenta contactarme y no puede. Mi teléfono no funcionará allí.

Joy (Saga SEAL 8)Where stories live. Discover now