- Sí, puede ser que me la haya mencionado... la verdad es que no lo sé... pero esta niña como es como es.... Tiene tantas "amigas" – se quejó – así le va la vida, siempre confiando en quien no debe – suspiró con fingida resignación, al tiempo que las puertas del ascensor se abrían, Teresa inició la marcha viendo como la joven había enrojecido ante el comentario de María.

- ¿Veis! aquella es la entrada a la UCI, os esperáis en esas sillas que ahora aviso a Cruz para que salga a buscaros.

- ¿Esperar! no nos tendrá aquí...

- María... vamos – le dijo la joven cogiéndola del brazo y cortando su protesta – gracias Teresa, esperaremos aquí.

- De nada... - se interrumpió haciéndole ver que no se había presentado, pero ninguna de las dos pareció darse cuenta – ... hija.

La recepcionista tuvo que volver al ascensor sin lograr su objetivo.



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Dos horas después, Laura y Alba entraron con prisa en la Clínica, ambas tuvieron el reflejo de mirar hacia la recepción en busca de Teresa, pero no estaba en su puesto. Se miraron y sin decir nada se dirigieron al ascensor. Alba estaba impaciente por llegar, después de discutir con Laura para no hacerlo en el fondo lo estaba deseando y le agradecía que la hubiese "obligado" a estar allí. Albergaba la secreta esperanza de que a esa altura de la tarde, casi con seguridad, Natalia ya estaría despierta. Aunque entendía perfectamente lo que había escuchado a la hora de comer y era consciente de que la probabilidad era más bien nula, algo en su interior le decía que iba a ser así, tenía que ser así. Llegaron a la puerta de la habitación sin problemas, a pesar de la seguridad que Isabel había puesto en la puerta de acceso. Alba se detuvo un instante, sujetando a Laura por el brazo. La enfermera estaba nerviosa, sabía que María debía estar ya allí dentro. Teresa le contó que llegarían a primera hora de la tarde. La sola idea de volver a verla la hacía sentirse enferma.

- ¿Por qué no pasas tú primero? – le pidió a Laura con cara de circunstancias.

- Bueno – le sonrió dándole ánimos, era normal que estuviese incómoda con la situación. Laura llamó a la puerta y la abrió ligeramente, asomando la cabeza - ¿se puede? – preguntó a la señora que estaba en pie junto a la cama con los brazos cruzados.

- Si – dijo secamente – pasa.

Laura entró seguida de Alba, al abrir la puerta por completo, las dos pudieron ver que María no estaba sola, al otro lado de la cama, una joven alta, morena, con unos ojos verdes que manifestaban tristeza, tenía cogida la mano de Natalia y con la otra le acariciaba la mejilla. La joven levantó la vista y les sonrió.

- Hola – dijo con voz queda, como si temiera despertar a la pediatra. Alba sintió que se le hundía el mundo, debía ser ella, era preciosa y tenía una voz aterciopelada que...

- Buenas tardes – respondió Laura - ¿aún no ha despertado?

- No – respondió María secamente, mirando de arriba abajo a Alba. ¡No podía creer lo que veían sus ojos! ¿cómo no le había dicho nada Nat! ¿Y Teresa! tenía que hablar con ella seriamente. Ahora comprendía algunas cosas de su hija, de sus silencios cuando le preguntaba por la nueva enfermera, de lo rara que había estado últimamente, de las insinuaciones sobre que quizás algún fin de semana se quedaría en Madrid sin ir a ver a Ana, si, ahora lo entendía todo y no le gustaba nada de nada. Miró hacia su acompañante y volvió a mirar a Alba. Pero eso no iba a quedar así, ya se encargaría ella de que esa chica se marchase por donde quiera que hubiese venido.

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