❝ xxv ❞

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Los seis fuimos a un restaurante a celebrar la victoria de Hoseok y Hyunwoo, incluso si no ganaban el plan era ir a cenar todos juntos. Era hasta extraño tener a Hoseok de nuevo entre el grupo, Euna se veía notablemente incómoda, sólo había salido con nosotros una vez y Soojin estaba demasiado ocupada haciendo bromas como para integrarla a la charla. Mientras que yo me veía atrapada en medio de Hoseok y Hyunwoo quienes de todos los asientos se habían ido a sentar justo a mi lado.

Tenía a Lee a la derecha y a Son a la izquierda, asfixiándome con la repentina atención que me daban. No podía mirar a Euna, demasiado avergonzada por la actitud de su novio conmigo. 

Después de semanas alejado, Hoseok de repente se acordaba que era su mejor amiga y que me solía tratar con cariño antes de que llegara Euna, y esa noche estaba dispuesto a recuperar el tiempo perdido, sobretodo tomando en cuenta que Hyunwoo y yo seguíamos hablando y riendo, pues después de haber pasado tanto tiempo juntos ya existía una fuerte amistad de la que Hoseok no pudo darse cuenta.

—Prueba esto —Son dejó un pedazo de carne de ternera sobre mi plato de arroz—. Está muy suave.

Obedecí su petición, dejando unos cuantos vegetales en el plato de él ya que sólo había estado comiendo carne. Frunció el entrecejo antes las verduras.

—Come —ordené—. Si sólo comes carne te puedes enfermar, además hiciste ejercicio hoy, necesitas energía.

—La carne me da energía —renegó.

—Que lo comas te dije.

Bufó pero me hizo caso. Empezó a comer como si fuera un niño regañado al que su madre manda a comerse los vegetales, no dejaba de sorprenderme lo mucho que comía. Siempre que salíamos a comer juntos, terminaba más impresionada que antes, su estómago era un pozo sin fin y nunca engordaba un solo gramo. Todavía lo contrario a mí y los rollitos en mi vientre que debía desaparecer pronto.

—Haha —llamó Hoseok, en toda la noche casi no habíamos hablado—. Prueba esto.

Sus palillos me ofrecían un pedazo de intestino relleno, una mueca se formó en mi rostro.

—Perdón —respondí, casi tuve el impulso de alejar su mano—. No me gustan las vísceras y esas cosas.

—Ya veo —asintió y se comió lo que me ofrecía.

Regresé mi atención a Hyunwoo, ya se había terminado las verduras y ahora se servía más carne. Rodé los ojos mas ya no le dije nada. 

—Creo que Hyunwoo va a llegar a las finales —dijo Soojin de repente, observando al mencionado con seriedad—. Es muy rápido, parece un sireno.

—Un tritón —corrigió Kihyun.

—¿Qué?

—Los tritones son las sirenas hombres —explicó.

—No sabía eso —reconoció Hyunwoo.

—Bueno —continuó Soojin—. Parecía un tritón, fue tan rápido que los demás apenas iban a terminar la vuelta cuando Hyunwoo ya venía a mitad de camino, es como Michael Phelps coreano.

Son rió y negó con la cabeza, las orejas se le hicieron rojas. La mesa se llenó de halagos hacia él y uno que otro hacia Hoseok. Soojin estaba completamente convencida de lo que decía y empezaba a temer que un día de estos obligaría a Hyunwoo a firmarle toda una torre de autógrafos.

—Cuando ganes las olimpiadas, debes regalarme tu medalla de oro —pidió mi amiga.

—Lo siento, esa es para Haeun. Pero si ganó la plata te la daré —bromeó.

—¿Por qué? ¡Yo te la pedí primero! —Soojin frunció el entrecejo.

Él no le respondió, su mano bajó hasta debajo de la mesa, rozó sus dedos con los míos. Era obvio que aquel contacto había sido intencional, mas no se atrevió a hacer nada más. Fue como si estuviera recordándome que me quería, que a pesar de todo seguía ahí y estaba impaciente por recibir el beso que le prometí.

Cuando la cena terminó, cada uno tomó su camino. Soojin y Kihyun se fueron juntos pues vivían cerca, Hoseok tuvo que acompañar a Euna hasta la parada de autobuses y como Hyunwoo y yo éramos los únicos que volvían a la universidad, nos fuimos juntos.

Por el camino paramos en una tienda de conveniencia para comprar unos helados. Él tomó un cono de chocolate mientras que yo me debatía entre tomar la paleta de vainilla de siempre o una de chocolate.

—Haeun, ¿cuál es tu sabor favorito? —me preguntó al verme dudar tanto.

—Obviamente el chocolate.

—¿Entonces por qué nunca lo eliges? Siempre te compras algo de vainilla.

Me encogí de hombros, fingiendo que no sabía la respuesta. No iba a decirle que lo hacía por Hoseok, sería vergonzoso hacerlo. Sobre todo después de todo lo que pasaba con él. A Hoseok hacia mucho que le dejé de importar y, en algún punto, también me dejó de doler.

Había corrido tras él durante tanto tiempo, sin ninguna señal de parte suya que me diera esperanzas, Hoseok no iba a esperarme y quizá nunca lo alcanzaría. Bajo la luz brillante y fría de esa tienda me llegó la cordura. Lo puse por delante de mí hasta el punto de perderme cuando ya no lo vi, pero ahora podía ver. Aunque mis sentimientos seguían intactos, sabía que me hacían mal, uno no debe esperar tanto a por alguien. 

No debí dejar mi mundo en sus manos.

—Tienes razón —dije y tomé la paleta de chocolate.

La noche caía y nos detuvimos en una banca a comer el helado, no hablábamos mucho. Sólo veíamos las estrellas tratando de identificar las constelaciones, ninguno sabía mucho de ello pero lo intentábamos y era divertido. Aunque era temprano, la calle estaba desierta, tal vez porque no era fin de semana y al día siguiente habría clases también o tal vez eran los planetas alineándose para lo que seguía.

El helado se acabó y ambos supimos lo que seguía. A veces no necesitábamos palabras para expresar lo que pensábamos, esa conexión jamás la tuve con alguien así de rápido como con Hyunwoo. Tomaba años hasta que por fin se desarrollaba, incluso con Soojin todavía había ocasiones en las que no entendía sus silencios. 

—No tienes que hacerlo —musitó, no me veía—. Era sólo una broma, así que puedes olvidarte de eso.

—Ganaste y tenemos un trato —contesté—. Soy una mujer de palabra.

Son se rió en voz baja, ambos mirábamos al frente, en la vereda solitaria, iluminada por la luz naranja del alumbrado público. El árbol junto a nuestra banca nos cubría de la luz, nos escondía en una abrazo y el viento soplaba como una suave canción que acariciaba mis piernas descubiertas y jugaba con mi cabello.

—¿Estás segura? —insistió.

—Que sí.

—¿De verdad?

—Voy a golpearte si vuelves a preguntarme algo —nuevamente escuché su risa y esta vez nuestras miradas se encontraron.

La torpeza guiaba sus movimientos. La mano que acarició mi mejilla temblaba levemente y en sus ojos podía ver la duda, el temor de que me arrepintiera de último minuto. Fluyó como en cámara lenta, ni siquiera podía sentir mi cuerpo mientras nuestros labios se encontraban suavemente, con timidez. Conociendo el territorio que nunca imaginaron tocar. 

Pronto dejó de lado el miedo y su otra mano tomó la mía, la que tenía más cerca para entrelazarlas con fuerza, me seguía besando. Con toda la delicadeza del mundo, intentaba expresarme sus sentimientos en ese beso, los pude sentir y fue hermoso saberme querida por alguien.

Se apartó demasiado pronto. Tenía que admitir que me había gustado, incluso si él no era Hoseok y si yo no había soñado con ese beso.

—Bueno —se aclaró la garganta—. Vamos.

Se levantó y seguimos caminando hasta la universidad. Lo que acababa de pasar se iba a quedar en esa banca, pero el sabor a chocolate de sus labios iba a permanecer en mí durante mucho tiempo.

Chocolate!! || Son Hyunwoo, Lee HoseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora