Entrar a la habitación de Carlos me da muchísimo miedo, la verdad. Suena tonto, pero cada vez que lo hago hay una foto suya que debo poner boca abajo, porque es la misma que usaron en el funeral, y me inquieta ver esos ojos grandes y la sonrisa inquisitiva de nuevo cada mañana.
Mi madre llora terriblemente cuando se da cuenta, pero no puedo evitarlo. Siempre me está mandando a tender la cama de mi hermano, convencida de que soy yo el que la desordena por las noches, ya sea porque lo extraño o porque me enfurece que haya muerto.
Y claro, Carlos, desde su foto, no hace más que reírse.
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De lo que susurran las paredes
Short StorySueños que se marchitaron, pensamientos que se desvanecieron en el aire, danzantes del olvido y susurros de almas perdidas. En fin, mis micros e historias cortas.