Siempre subía las escaleras corriendo, porque sabía que si no era más rápida que las almas, éstas harían brotar sus manos de los viejos e inestables escalones y la atraparían por fin.
La sujetarían contra la madera hasta que su cuerpo se fusionase con los peldaños y su alma, vencida, se uniese al juego de la escaleras.
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De lo que susurran las paredes
ContoSueños que se marchitaron, pensamientos que se desvanecieron en el aire, danzantes del olvido y susurros de almas perdidas. En fin, mis micros e historias cortas.