El hilo

35 17 16
                                    

 Siempre tenía las manos rojas por el roce, por tanto jugar con aquel hilo lleno de nudos que solía llevar a todas partes.

 Nunca supe de dónde sacaba tanto hasta que él mismo me lo mostró. Se levantó la camisa para que lo viera: 

 Salía directamente de su pecho. Y cuanto más cerca de la base ensangrentada estaban, más grandes eran los nudos.

De lo que susurran las paredesWhere stories live. Discover now