Siempre tenía las manos rojas por el roce, por tanto jugar con aquel hilo lleno de nudos que solía llevar a todas partes.
Nunca supe de dónde sacaba tanto hasta que él mismo me lo mostró. Se levantó la camisa para que lo viera:
Salía directamente de su pecho. Y cuanto más cerca de la base ensangrentada estaban, más grandes eran los nudos.
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De lo que susurran las paredes
Short StorySueños que se marchitaron, pensamientos que se desvanecieron en el aire, danzantes del olvido y susurros de almas perdidas. En fin, mis micros e historias cortas.