Jandro: - Si, colega. Confirmado. Esa mujer me miraba con ojos de deseo. Mamacita, la sueca fue dulce como un bomboncito; ¿qué tal la tuya?

Chris: - Bien... no estuvo mal –susurro con una media sonrisa, mientras se encogía de hombros.

Ambos rieron, chocando las manos y Jandro pregunto:

Jandro: - ¿Sabes cuando llega el nuevo entrenador?

Chris: - He oído que, como muy tarde, pasado mañana.

Jandro: - John Norton tiene fama de duro y algo cabroncete. Es más, en sus años de futbolista era conocido como Terminator. Por lo visto, no se le escapaba ni un balón en el campo de futbol ni una belleza fuera de él.

Christopher sonrió. La prensa, había conocido a John Norton cuando jugaba en la Liga española. En aquel tiempo Norton entrenaba al Valencia y sabia por otros jugadores que era un buen entrenador, aunque duro y exigente.

Jandro: - Ahora viene de entrenar a un equipo español, ¿verdad?

Chris: - Sí. Estuvo en Valencia y en el Atlético de Madrid. Y prepárate, que Terminator es muy disciplinado.

Jandro: - Mira, colega, eso al equipo le va a venir muy bien.

Cuando llegaron al estacionamiento del centro deportivo Ángelo Moratti, más conocido como La Pinetina, Christopher paró el coche, bajaron y se les unió un nuevo joven.

Jandro: - ¿Qué pasa, Luigi? Tienes mala cara.

Luigi: - He discutido con Juliana.

Todos rieron, y Christopher lo tomo del cuello y murmuro:

Chris: - ¿Cuantas veces te hemos dicho que no hay que echarse novia?

Luigi: - Muchas... demasiadas...

Entre risas entraron en el hotel que había dentro del centro deportivo. Tenían partido dos días después y estaban concentrando por orden del cuerpo técnico. Se sorprendieron al encontrarse con el nuevo entrenador: un hombre negro, de apariencia estricta y bastante alto. John Norton saludo uno por uno a cada jugador con gesto serio y los sorprendió al indicarles que quería que lo llamaran "Señor".

Tras dejar sus bolsas en las habitaciones, ponerse ropa deportiva y bajar al gimnasio, empezaron a entrenar bajo el ojo vigilador del nuevo entrenador. Christopher saco su iPad del bolsillo y se colocó los auriculares para escuchar música, se subió a la cinta y comenzó a correr. El deporte siempre le hacía bien.

Tres días después los jugadores estaban nerviosos. El partido contra el Génova había levantado demasiado revuelo en Italia. Ambos equipos querían ganar y sus tifosi animaban desde las gradas.

John Norton dio las órdenes precisas durante la charla técnica y sus jugadores salieron al campo. A los diez minutos del inicio del partido, el Génova metió un gol pero, por suerte para el Inter, Jandro respondió con un golazo tras un estupendo pase de Christopher.

En aquel instante, Christopher cayó al suelo e inmediatamente, supo que algo no iba bien. Aquel frenazo le provoco un alarido horroroso y cuando miro su pierna izquierda, la frustración fue aún más grande que el dolor.

Al segundo, el juego se detuvo y sus compañeros corrieron a interesarse por él, mientras se retorcía del dolor, tirado en el césped, maldiciendo una y otra vez.

Jandro: - Tranquilo, amigo... tranquilo –lo consolaba mientras hacía señas a los médicos del club para que entraran en el terreno de juego.

Christopher, con los ojos fuera de sus orbitas por el dolor y la rabia, grito:

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