XII

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Cuando el timbre de la puerta sonó casi a las cinco y cuarto, yo ya estaba hecha un manojo de nervios. Y todo porque ahora mi querida hermana conocía de mi debilidad por Camila y tenía miedo de lo que sería capaz de hacer. No era lo mismo sentir lo que sentía en soledad que el haberlo compartido con alguien, sobre todo si se tenía una hermana como la mía.

Yo le había advertido con antelación que fuera lo que fuera que le pasara por la cabeza, que lo olvidase o le arrancaría la piel a tiras. Ella me convenció de que no iba a pasar absolutamente nada, así que lo preparamos todo para cuando Camila llegará en aparente tranquilidad.

Esperé sentada en el salón mientras Ally iba a abrir la puerta. Me removí en mi asiento buscando una posición cómoda para parecer distendida. Oí las voces de ambas mientras se acercaban y mi corazón comenzó a martillear con insistencia.

Camila traía consigo una brillante sonrisa que me dirigió nada más verme y yo me erguí lo suficiente para recibir los dos besos con los que me saludó.

– Hola. –dijo simplemente.

– Hola.

– Dame tu abrigo, Camila. –ofreció mi hermana.

– Hace un frío de mil demonios ahí fuera. –dijo ella, deshaciéndose de su chaqueta.

– Voy a poner el café. Regreso enseguida.

Ally desapareció rumbo a la cocina y Camila se sentó cerca de mí aún con la sonrisa adornando sus bellas facciones.

– Viendo a tu hermana, cualquiera diría que no está pasando un mal momento.

– Ella es así. Nunca deja que sus problemas afecten a los demás .

– ¿Tú cómo estás? –me preguntó, palmeándome la rodilla y posando su mano allí.

– Bien. Con Ally no existen los días tristes. Nos hemos pasado el día charlando de nuestras cosas...

La mano que ella seguía apoyando en mi rodilla comenzó a inquietarme un poco, sobre todo al sentir su calor a través de la tela de mi pantalón.

– Me alegro. –se fijó entonces en la mesilla y descubrió el platito de pastas para acompañar el café que habíamos dispuesto para ella.– Vaya, me encantan esas galletitas.

Sin una palabra más, alargó el brazo y cogió una que empezó a roer con entusiasmo. Ally retornó de la cocina.

– Me alegro mucho de volver a verte, Mila. –se sentó en un sofá frente al nuestro.– Las últimas veces que nos hemos visto no han sido en las mejores condiciones.

– Desgraciadamente. –añadió la invitada.

Yo sabía que en el tiempo que había durado la relación de Felipe y Camila, (tiempo que abarcó la época en que yo estudiaba fuera), ella había creado ciertos lazos con mi familia y esa confianza se notaba sobre todo ahora, viendo a las dos hablar como si de antiguas amigas se tratara.

Las cosas entre Camila y yo nunca habían sido tan distendidas. Quizás fueran mis sentimientos hacia ella lo que añadía presión a nuestra amistad. Yo nunca se lo había preguntado, pero tal vez fuera hora de abordar a Camila y descubrir hasta qué punto le incomodaban esos sentimientos.

– ¿Conoces a Normani entonces? –inquirió Ally refiriéndose a la prometida de Felipe. Puse especial interés en observar la reacción en Camila.

– Por supuesto. –respondió con absoluta tranquilidad y con el rostro impasible.– Es una persona muy agradable y la única que ha logrado echarle el lazo a ese cabeza loca de Felipe. Me alegro mucho por ambos. – Ally rió suavemente.

Mi bella Camila; camren.Where stories live. Discover now