III

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"Pensar en ti esta noche
no era pensarte con mi pensamiento,
yo solo, desde mí. Te iba pensando
conmigo, extensamente, el ancho mundo.
El gran sueño del campo, las estrellas, callado el mar, las hierbas invisibles, sólo presentes en perfumes secos,
Todo,
De Aldebarán al grillo te pensaba.
¡Qué sosegadamente se hacía
la concordia entre las piedras,
los luceros, el agua muda,
la arboleda trémula, todo lo inanimado,
y el alma mía
dedicándolo a ti! Todo acudía dócil a mi llamada, a tu servicio,
ascendido a intención y a fuerza amante.
Concurrían las luces y las sombras a la luz de quererte; concurrían
el gran silencio, por la tierra,
plano, suaves voces de nubes,
por el cielo, al cántico hacia ti
que en mi cantaba. Una conformidad
de mundo y ser, de afán y tiempo, inverosímil tregua, se entraba en mí,
como la dicha entera
cuando llega sin prisa,
beso a beso.
Y casi dejé de amarte por
amarte más, en más que en mí,
inmensamente confiando
ese empleo de amar a la gran noche
errante por el tiempo y ya cargada de misión, misionera de un amor vuelto
estrellas, calma, mundo, salvado
ya del miedo
al cadáver que queda si se olvida. "

Camila terminó de recitar el poema. Yo me sentí extrañamente extasiada por el sonido de su voz que aún retumbaba en mis oídos. Cerré los ojos y me dejé llevar sólo un instante, mientras ella aún seguía perdida por entre las páginas del libro, rozando las yemas de sus dedos sobre las hojas, casi acariciando las letras que allí se concentraban formando aquel mundo de sentimientos que era la poesía.
No pude precisar exactamente cuánto tiempo hacía que nos habíamos adentrado en mi habitación. Sentadas en el suelo lado a lado, debajo de mi ventana, leíamos pasajes del poemario, casi sin decir una cosa más.

– Es precioso. No puedo imaginar lo que debe sentir alguien que escribe algo así. –la oí decir.

Abrí los ojos y la miré.

– Quizás estuviera profundamente enamorado. –manifesté.

– Es una posibilidad.

– ¿No crees que el amor sea capaz de inspirar cosas como ésta?

Dejó de observar el libro para encararme a mí, como si de repente hubiera visto un fantasma. Curvó los labios a media sonrisa.

– Yo siempre he creído que el amor es como Dios, ¿sabes? Hay que tener mucha fe para creer en él.

– ¿Es que nunca has estado enamorada?

– Lauren, el amor es algo tan idealizado que hemos perdido la visión de lo que realmente es.

– ¿Y qué es? –pregunté, de repente demasiado interesada en su punto de vista sobre tan delicado tema.

– Una ilusión.

– No estoy de acuerdo contigo. –me vi obligada a discrepar con ella.

Yo no creía ni por un momento que lo que empezaba a sentir por aquella mujer fuese una simple ilusión.

Si no apreciara tan adentro, si no sintiera la seguridad de que el mundo estaba puesto a mis pies cada vez que la tenía cerca, entonces pudiera ser que hallara algo de veracidad en sus palabras. Pero la verdad era que el amor sólo podía sentirse de la manera en la que yo lo sentía. No había nada de espejismo o de ilusión en cómo la amaba yo.

Esa seguridad, a veces, me daba miedo.

– Lauren, una chica joven como tú idealiza en demasía las cosas. Quien sabe, quizás seas de esas personas que aseguran que siguen teniendo "la llama del amor" –hizo un gesto con ambas manos, expresando las comillas.– encendida después de muchos años. Para mí eso no tiene ningún sentido.

Mi bella Camila; camren.Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα