no vuelvas a irte; edser

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5 años pueden ser una eternidad si la soledad es la única compañera que te queda.
5 años pueden ser una eternidad si no encuentras razones para levantarte un día más.
5 años pueden ser una eternidad si eres Serkan Bolat y ya no tienes a Eda Yıldız a tu lado.

Por eso, cuando 5 años pasan y ella vuelve, la sensación de que el mundo se ha estabilizado en su eje (por fin) asalta a Serkan Bolat como un golpe seco, y se encuentra a sí mismo sin sabe qué hacer. Una vez la miró a los ojos y le dijo con toda la verdad en los labios y todas las emociones recorriendo sus venas que no podía respirar sin ella. No mintió. Nunca mintió. No a ella.

Durante esos más de 1800 días que han pasado desde la última vez que la vio, Serkan ha vivido sin vivir, ha respirado sin respirar, y no ha amado. No podía hacerlo. En su interior solo había odio hacia sí mismo y desesperación. Así que ahora que la tiene frente a él, que puede oler su perfume a primavera, ver de cerca su sonrisa y escuchar los latidos de su corazón si de verdad lo intenta, Serkan sabe que no podrá ser feliz jamás si no es con ella. En realidad, eso era algo que siempre había sabido pero que se negaba a admitir desde que sus vidas se separaron; pensar en Eda era, para él, pensar en la debilidad, en lo único que había sido capaz de hacerle libre y encerrarle al mismo tiempo. Durante 5 años se había negado a asumir que, si no estaba con ella, no podría estar con nadie más, no tendría sentido estar con nadie más. Por lo que, teniéndola a unos pasos de distancia, inmersa en el proyecto que debían realizar, con la melena enmarcando su rostro, Serkan fue consciente de lo injusto que era seguir negándose la verdad. La amaba. Seguía locamente enamorado de ella, como estuvo desde el primer día y como estaría hasta el final. Pero ella había regresado con su vida rehecha y él no tenía derecho a romper eso. Serkan, debido a ello, había llegado a un pacto consigo mismo: soltaría la mano del fantasma de Eda a la que seguía aferrándose con una fuerza que no se debilitaba en ningún momento. Se soltaría de su mano para dejarla volar. Aunque le doliera, aunque eso le hundiera más.

Eda, demasiado ocupada en los diseños que tenía frente a ella, no se percató de que la mirada de su exnovio no se movía de su cuerpo, y con la cabeza gacha, le preguntó un par de dudas. Al ver que Serkan no respondía, se irguió, cruzándose de brazos.

–¿Me estás escuchando?

Serkan parpadeó, aclarándose la garganta, y se levantó de su silla, acercándose a ella.

–¿Por qué parece que no estás interesado en esto? –Cuestionó Eda, con el ceño fruncido.

Porque solo estoy interesado en ti, Eda. Solo me importas tú. Nada más merece la pena si no eres tú quiso responder. Pero se mordió la lengua y se echó el pelo hacia atrás, apoyando una mano para inclinarse sobre los papeles de la mesa.

Eda procuró no mirar cómo se le marcaban las venas por los brazos y cómo su cuello estaba a apenas unos centímetros de ella. Procuró esconder las reacciones que su presencia tan cercana causaba en su sistema y se alejó un paso hacia un costado sutilmente.

–Creo que esta es la opción más factible –Le explicó, señalando uno de los bocetos.

–Pero no es la más original, y yo no hago nada que ya hayan hecho otros antes, no le veo el sentido–Recalcó, como si ella no lo supiera ya–No me importa el coste. Haremos la otra idea.

–Pero a mí sí me importa –Replicó Eda, encarándose a él –Somos dos jefes aquí, Serkan, que no se te olvide. Ya no soy tu trabajadora ni tu novia falsa ni nadie a quien puedas controlar.

Serkan hizo una mueca de dolor y se apoyó en la mesa, metiendo las manos en los bolsillos del pantalón. La repasó sin poder evitarlo y enfocó su mirada en sus ojos.

Los deseos de las estrellas | one shots edser y hankerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora