CAPÍTULO 2 5

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Le sostuvo la mirada, sus ojos jade eran tan hipnotizantes que podía jurar el querer quedarse allí mismo viéndolos toda una vida para eliminar sus demonios que tenía dentro, aun a pesar que sabía que jamás se extinguirían por completo, pero no le importaba, le agradaba aquello.

En ellos podía ver reflejado una remolino interno de sus emociones y sentimientos, pero había algo que lo llenaba de cierto goce.

Podía ver la preocupación, no dirigida hacia Naruto, sino a él, a ella le seguía importando, a alguien le interesaba por quién era él, no por lo que poseía, y eso de cierto modo, lo hacía sentir de una manera que no podía describirlo.

Podría haberla seguir viendo, sin mediar una palabra, no lo necesitaba, nunca había sido bueno para expresar lo que sentía, pero ella apartó la mirada y una vez más la clavó en él, en Naruto.

El amargor en su boca no se hiso esperar, ¿qué tan importante era ahora Naruto para ella que corría en su auxilio dejándolo a él por detrás? Como un segundo plano. Su pecho comenzaba a molestarle, las sensaciones eran increíblemente molestas, como ella.

No quería aceptar que aquello le afectaba, pero joder, quería que esto ya parara y por un segundo viajar de regreso a los tiempos donde formaba parte del equipo 7. Pero también luego se odiaba así mismo por desear algo como eso. Todos esos momentos en donde él se había distraído de su objetivo, cada maldito segundo en donde él había disfrutado, su hermano, Itachi, había estado viviendo un infierno.

Por Konoha.

—Estoy bien Sakura-chan, ha sido solo un arañón de gato —trató de quitarse amablemente las manos de su amiga, para retomar aquello que le estaba llenando de impotencia.

—¡Tonto! Déjame curarte —la pelirosa tiró más fuerte de él para mantenerlo quieto, la sangre que chorreaba por el cuello de su mejor amigo le estaba dando un escalofrío y un sentimiento amargo al recordarle que aquella herida era causada por Sasuke.

—¡Que no Sakura-chan! Mira, me puedo move- —fue callado por un golpe en la cabeza de la chica ,que logró que se dejara hacer curar tranquilamente por la mano sanadora bajo la mirada amenazadora de Sakura.

Estaba perdido en sus pensamientos de verlos frente suyo tan cercano uno al otro, se sentía fuera de lugar, como si él ya no perteneciera a esa escena, una parte de él parecía extrañarlos, pero por otro lado no quería hacerlo, era algo que ya había dejado atrás, los lazos que tenía con ellos solo dificultarían más las cosas.

Los lazos que había tenido con Itachi solo lograron destruirlo más cuando obtuvo su venganza y se enteró de toda la verdad que escondía.

—¡Devuélvemelo! 

Bajó la mirada para ver dos ojos jade parecidos a los de su otra portadora, con un brillo de determinación, capaz de hacerlo recordar cientos de momentos en donde antes ya había visto la misma mirada en dos personas que lograban cabrearlo demasiado.

—¿N-no me has escuchado? ¡Dije que me lo regreses! —el temblor estaba tan presente en el cuerpo del niño que apenas podía seguir sosteniéndose en pie. Pero el hecho de que siga allí parado, frente suyo, aun sabiendo que podía matarlo con un solo movimiento sin nada de esfuerzo, decía mucho de él.

—¡Satoru! —dejó de curar enseguida el cuello de su amigo ya mucho más recuperado, para ir corriendo y tomar entre sus brazos al niño que no le quitaba la mirada al pelinegro.

—El tesoro no te pertenece, regrésamelo —dijo una vez más ya con un tono mucho más bajo al anterior.

—Hump —le divertía la repentina valentía del niño, no era tan cobarde, lo reconocía, pero todo lo que veía detrás de él le quitaba cualquier interés por quien fuera, sino por quiénes lo habían concebido. Maldición. Una vez más pensaba en eso.

—Sasuke-kun... —la chica lo miró una vez más para luego dirigir su mirada a lo que él sostenía en una de sus manos, el tesoro de ese castillo. La verdad es que a él poco o nada le importaba ese extraño jarrón, pero era algo para demostrarle a Madara Uchiha que estaba dispuesto a todo para hacer pagar por su propia mano a quienes provocaron todo el sufrimiento de su hermano.

—¡Sasuke! —esquivó el puño del Uzumaki y en un rápido movimiento le acertó una patada en las costillas gracias a que pudo ver los movimientos anticipados de Naruto con su sharingan. —¡No seas tan idiota! ¡Abre los malditos ojos Sasuke! ¡Este no eres tú! ¡Vamos regresa a la aldea con Sakura-chan y conmigo! —trató de hacerlo reaccionar mientras intercambiaban golpes.

—¿No lo ayudaras...? —preguntó en un susurro Satoru, quien estaba aferrado fuertemente a los brazos de la kunoichi, sin embargo, se negaba a expresar el terror que sentía por presenciar una batalla tan pareja entre el enemigo y uno de sus protectores.

—Es cosa de Naruto... —contestó aun sabiendo que el niño la podría malinterpretar, pensando que a ella no le importaba su amigo, pero no era así, de nada serviría que ella se cayera a golpes con Sasuke, por más que el uno o el otro ganara, para ella no habría una victoria ni una derrota, ese no era su tipo de relación con Sasuke, ni tampoco quería que lo fuera.

No había una rivalidad como la que él tenía con Naruto, ella quería comprenderlo y apoyarlo, pero no tenía muy en claro si lo seguiría deseando con tanto ahínco como lo hacía ahora luego de ver como poco a poco su único y primer amor se iba corrompiendo, convirtiéndose en un criminal que mataba a sangre fría.

No hallaba la manera de como acercarse sin que él se alejara primero.

—Tú no tienes idea de lo podrida que está Konoha —asestó el chidori nagashi en el cuerpo del Uzumaki mandándolo a volar metros lejos de él. Ya era hora de irse de allí.

Antes de cruzar la pared que él mismo había cortado se detuvo cuando estuvo cerca de su antigua compañera, un impulso de lo más profundo de él lo llevó a verla una vez más, ella tenía contra su pecho el cuerpo del niño que momentos antes se le había plantado frente moviéndose peor que una gelatina. Estaba fuera de su control, una vez más esa amargura volvió a estar presente en él. No duró más que un segundo en volver a su posición original y salir sin titubear de ese lugar, así era él, no debía de mirar atrás, nunca más.

Ella lo vio irse, las palabras al verse no hicieron falta, sabía que no podía decir nada para que él detuviera su paso, lo veía en sus ojos negros, él estaba decidido. Tal vez lo mejor hubiera sido decirle a Satoru que fuera con Naruto y ella seguir con la batalla para impedir que él se llevase aquel tesoro. Pero el objetivo ya estaba, a quien ella había ido a proteger ya estaba a salvo.

Satoru estaba a salvo y lo que sea que Madara le haya pedido a Sasuke, al menos no tenía el propósito de secuestrar a alguien.

Aún así, los miles de rostros bañados en sangre, las cabezas que volaban fuera de sus cuerpos, los hombres que se estrellaban con heridas de muerte en sus cuerpos, como Sasuke era capaz de permitir todo eso...

Su mirada estaba cargada en tristeza, cada vez podía ver claramente como el Sasuke que ella y Naruto habían conocido iba desapareciendo en un extraño ser de oscuridad.

Aquello la llenaba de un miedo capaz de paralizarla, el imaginar un día donde tendría a Sasuke frente a ella y no verlo. No verlo realmente.

Aun así, también confiaba en él, a pesar de que la inquietud bañaba toda su esperanza. Solo esperaba que la próxima vez que lo volviera a ver no ver en sus ojos el vacío que acababa de notar.




SABOR DULCE AMARGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora