- Mira qué eres burra Nat – le dijo airada aún con la sonrisa en los labios – ahora me dirás que no te duele, ¿verdad?

- No me duele – afirmó mintiendo de nuevo – solo me molesta un poco – aclaró mirándola mohína harta de que estuviese siempre reprendiéndola y, encima, delante de Alba - ¿qué me he perdido? – preguntó cambiando de cara y de tema viendo que aún reían.

- Nada, cosas de Gimeno – le explicó Claudia ignorando el gesto que le había hecho.

Teresa permaneció en silencio y miró a Natalia un poco avergonzada e incómoda, la pediatra se dio cuenta de ello y decidió ser un poco sarcástica.

- Me marcho que por hoy he tenido bastante – dijo mirando fijamente a Teresa y a Alba - ¡ah! ¡qué disfrutéis de esos callos!

- Nosotras también nos vamos ¿verdad Teresa? – respondió la enfermera ajena a la situación - ¿te vienes Claudia?

- No, yo subo – dijo la neuróloga, entrando en el ascensor con la esperanza de bajar antes de que Natalia se hubiese marchado, tenía que disimular después de haberle mentido a Teresa.

Natalia se giró a mirarla con el ceño fruncido. Estaba empezando a sospechar seriamente de ella y la verdad es que no entendía por qué. Claudia siempre había sido su apoyo, pensó en los primeros meses de invalidez y vio a Claudia a su lado, dándole ánimos, soportando su mal humor... llevaba todo el día tratándola mal, a ella y a Vero, estaba siendo injusta y lo sabía, pero... no podía evitarlo, necesitaba hablar con Isabel. Llegaron las tres al aparcamiento y antes de despedirse Teresa se sintió obligada a invitar a Natalia.

- Nat – le dijo Teresa – que si quieres puedes venirte con nosotras.

- ¡Claro! – dijo Alba ilusionada.

- No, gracias Teresa – recalcó Natalia para hacerla sentir culpable, en el fondo se estaba divirtiendo y decidió seguir metiéndole el dedo en la llaga – si eso, ya me traes las sobras.

- Nat, mujer... - protestó cada vez más abochornada.

- Que es broma Teresa – confesó – no seas tonta, estoy cansada, necesito una ducha y un buen masaje – sonrió en tono conciliador – pasadlo bien, mañana nos vemos, que me queda un ratito hasta casa.

- ¿Te llevamos? – preguntó Alba.

- No, gracias, me he traído el coche.

- ¡Ah! – dijo sorprendida – ¿tienes coche?

- ¿No me digas que no sabes que hay coches para gente "como yo"? – soltó haciendo hincapié en las dos últimas palabras y Teresa suspiró aliviada pensando en que ahora le tocaba el turno a Alba.

- ¡Claro que lo sé! – dijo poniéndose colorada.

- Si quieres mañana te doy una vuelta y te lo enseño – le dijo con su mejor cara, Teresa le hizo un gesto recriminatorio a espaldas de la enfermera, ¿a qué jugaba Natalia! la pediatra lo recogió y decidió parar – bueno... hasta mañana.

- Vale. Te tomo la palabra ¿eh? – le respondió Alba alzando la voz mientras veía como se alejaba.

Claudia subió al despacho todo lo rápido que pudo, cogió un expediente cualquiera y salió disparada con la esperanza de encontrar a Natalia aún en el aparcamiento. Sus esfuerzos se vieron recompensados y la pediatra aún se encontraba allí, a punto de montar en su coche. Por lo que veía, se había entretenido despidiéndose de Alba y Teresa. Claudia se acercó a Natalia corriendo.

La ClínicaWhere stories live. Discover now