Desorientada

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Desorientada.  Estupefacta. Shockeada. Atontada. Anonadada
 
Era sólo unos pocos adjetivos que describían el estado de Danna Silvetti.
 
¿Cómo pudo haberse atrevido a hacer eso?
 
No se suponía que él debía de haberla besado. No sé suponía que los amigos se besaban. Ni siquiera se suponía que Danna debía ser su amiga. ¡Ni siquiera sabía si era su amiga, joder! ¿Acaso ella había reaccionado mal? Danna no sabía la respuesta a eso, lo único que sí sabía era que si Alison se llegaba a enterar de eso, la despediría. ¡Carajo, Alison va a matarme!, pensó Danna con horror. Negó con su cabeza repetidas veces para lograr quitar ese último pensamiento de su mente.
 
No va a matarte, no seas exagerada, solo... bueno quizás sí te mate, susurró su voz interior.
 
Danna estaba tan concentrada en bufando con pesadez hacia sus pensamientos, que no dejaban de dar vuelta y vueltas por su cabeza, hasta que la voz reconocida de cierta morena se hizo presente en la habitación.
 
—¡Hola-hola! ¡Ya llegó por quién llorabas, perra...!—gritó Madison entrando a la habitación, seguida de la risa de Alexia. La castaña elevó su rostro para mirarlas, entonces ambas chicas de pie guardaron silencio al ver su rostro.—Ay Danna... era joda, no te pongas así.—bromeó.
 
La recién nombrada elevó una comisura de sus labios y negó con una pizca de diversión en su rostro. Pero sus ojos no mostraban lo mismo. Maddie y Alexia intercambiaron miradas por un segundo para luego volver su vista a la castaña, quien ahora estaba cabizbaja y con su ceño ligeramente fruncido.
 
La morena y la rubia se acercaron con lentitud y se posicionaron de cuclillas cuando estuvieron frente a ella.
 
—Danna...—comenzó Alexia pero al no encontrar las palabras correctas dejó que la Argentina siguiera.
 
—¿Qué pasa, amiga?—insistió. La castaña elevó su mirada y miró por un largo momento a Madison, soltando una sonrisa involuntaria en sus labios.
 
La palabra «amiga» retumbó por todo su cuerpo, su mente y en algún lugar dentro de su pecho, un sentimiento hermoso pero que la hizo sentir sumamente culpable al no estar preparada para divulgarle a alguna persona lo que realmente había pasado. Ni siquiera a ella, que tan rápido le había transmitido una confianza inigualable. Luego llevó su vista a Alexia, quien se veía demasiado preocupada como para tratarse de una persona que había conocido apenas unos dos o tres días. Pero en sus ojos había preocupación sincera, lo podía ver; lo que la hizo suspirar con un poco de alivio.
 
Solo un poco.
 
Pero algo dentro de su ser le decía que lo que había hecho con Christopher –besarlo y por un momento dejarse llevar por ello– estaba mal. Muy mal. Y por más confianza que esas dos muchachas le transmitieran, esa parte, esa pequeña parte dentro su cabeza, le decía que no le tenía que decir a nadie lo que había pasado con Chris; porque lo que había pasado estaba tan mal que todo el mundo pronto se enteraría, la acusarían y tal vez hasta se inventarían cosas peores. Cosas que iba a perjudicarlos a los dos y eso era precisamente lo que ella no quería.
 
Así que dejó de escuchar lo que él sentimiento dentro de su pecho le dictaba y comenzó a hacerle caso a su cabeza.
 
—No exageren.—trató de reír y negar.—Sólo es un dolor de cabeza.—pasó sus manos por su rostro en un intento de parecer frustrada y cansada.—Anoche no dormí casi nada pensando en los vestuarios de los chicos y preguntándome si Alison estaría conforme con ello. Y ella no ha aparecido aún, así que...—se encogió de hombros mirando a la puerta detrás de las chicas—supongo que sí lo está.
 
Alexia rio y Madison soltó un suspiró.—Qué tarada, nos hiciste asustar…—renegó la morena. Dan y la rubia rieron.
 
—Creo que lo que quiso decir es que nos alegramos que no sea algo más.—corrigió Alexia.—Cuando entramos parecías haber visto a un fantasma.
 
—Qué bueno que ya te acostumbraste a mi vocabulario y entendés todo lo que digo. A esta gente le costó una bocha todo eso.
 
—Sí, bueno... sigo aprendiendo.—se encogió de hombros.
 
—Yo igual...—secundó Danna.
 
—¡Ay, me acordé!—la interrumpió la argentina. Danna la miró confundida y Alexia rio de nueva cuenta.—Alexia me dijo que con los chicos estaban programando salir hoy a la noche, obviamente sin que Alison se entere y me invitó y ahora te invitamos a vos.
 
La rubia asintió con efusividad y Danna arrugó su nariz.—Guau. ¿Quién eres tú y qué le has hecho a la niña que nunca en su vida salió de fiesta?—bromeó la castaña.
 
—¡Vos sos la mala influencia que con los otros idiotas me terminaste convenciendo!—gritó y rio.—No te vengas a hacer la inocente conmigo. Pero bueno... un poquito de alcohol en la sangre y unos movimientos de cadera no le vienen mal a nadie, ¿o no?
 
Las tres rieron, y Alexia llevó su vista a la castaña.—¿Y bien, qué dices?—insistió.—¿Te nos unes?
 
Arrugó su nariz de nueva cuenta.—¿En verdad ustedes creen que un dolor de cabeza hace buena combinación con música a todo volumen, gritos y olores de todo tipo excepto de flores silvestres?
 
Alexia encogió sus hombros.—Bueno, quizás sirve para que distraigas.
 
—Yo creo que con un simple y dulce «no» hubiese suficiente.—Madison frunció su ceño con fingida indignación.
 
Luego de varias respuestas negativas de parte de Danna hacia la propuesta de sus amigas, la morena y la rubia se rindieron y finalmente aceptaron la negativa. Fue entonces cuando decidieron sentarse junto a Danna y encender la pantalla pequeña y plana a un lado para poder mirar a los chicos en el desfile.
 
Los únicos comentarios que hacían eran dirigidos a los vestuarios de todas las personas, incluidos los modelos que caminaban por la pasarela y pequeños halagos de Alexia dirigidos hacia el Zabdiel del otro lado de la pantalla. Pasaron alrededor de dos horas cuando el evento dio por terminado y pasaron a la sección de "Invitado Mejor Vestido de la Noche". La respiración de Danna se comenzó a entrecortar y su corazón latió de prisa cuando la palabra CNCO apareció en grande en medio de la pantalla, teniendo como fondo una foto de esa misma noche de los chicos sonriendo en grande.
 
Las tres chicas gritaron eufóricas y compartieron un abrazo de tres mientras saltaban dando vueltas por la habitación.  Ninguna dejaba de hablar sobre lo emocionadas que estaban. Y en el momento que los chicos llegaron no pudieron aguantarse a saltar sobre ellos.
 
—¡La puta madre, ganaron!—gritó Madison al oído de Richard al estar casi sobre él.
 
—Bueno, hay que agradecerle a Danna.—rio el moreno.
 
—Danna, unite a mi abrazo de oso con los idiotas.—ofreció la argentina. Todos rieron y no solo la castaña, sino que Alexia también se unió a aquel abrazo, volviéndose uno grupal.
 
—¡Esto merece una noche loca, mi gente!—sonrió Zabdiel al separarse y pasar su brazo por sobre los hombros de su novia.
 
—Oh yeah, baby…—asintió Madison con lentitud haciendo un pequeño y gracioso baile con sus cejas haciendo reír a los demás.—Pero mi amiga Danna no va a ir, dice que le duele mucho la cabeza.—les comentó haciendo un puchero.
 
Mientras los demás bufaron con desilusión, Christopher fue el único en quedarse callado dedicándole una mirada inexpresiva a la castaña.
 
—Y como Danna no se siente bien, nadie le va a insistir para que vaya, ¿de acuerdo?—sentenció Alexia.
 
—Pero Danna es buena compañía para unas chelas...—habló Joel con frustración. Zabdiel lo miró confundido.
 
—¡Eso dijiste de mí la última vez!—atacó Richard con un deje de indignación en su tono de voz.
 
—Danna habla más fluido conmigo que tú, Richard... a veces pienso no te caigo bien.—Se cruzó de brazos.
 
La risa de Madison resonó en toda la habitación. Un momento después todos se unieron a ella. Todos a excepción de...
 
—Chicos, ¿dónde está Danna? —cuestionó Erick mirando a todos y luego a la habitación en general.
 
—Mierda, se fue...—susurró Maddie.—¿Me habré reído muy fuerte y le hice doler todavía más la cabeza?
 
—Probablemente.—bromeó Joel.
 
—Hay que ir a buscar...
 
—¡Yo voy!—interrumpió Erick a Richard.
 
 

FREEDOM|CNCO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora