Ser una estudiante de secundaria, con diecisiete años encima, además de ir cargando con millones de libros gigantes, que al parecer, son de tu agrado no es tan malo, ¿verdad?, ¿qué pasa si te digo que esa pequeña gran estudiante de secundaria nunca...
Primer día de clases, nervios, dolor de cabeza y varios corajes en mi misma. No me agrada mucho volver, ya que no tengo recuerdos muy gratos de la secundaria. Pero a la vez me siento contenta de regresar, pues en mi casa, papá y mamá no dejan de gritarse entre ellos, y aquí es el único lugar en donde me puedo desahogar.
Mi nombre es Andrea Schmidt Germán, soy originaria de Londres, Inglaterra. He vivido con mi familia desde que nací y probablemente moriré sola y enferma en el gigantesco hospital que me vio llegar al mundo. Tengo diecisiete años de edad, algunos pensarán que estoy demasiado vieja para continuar asistiendo a la secundaria, la verdad es que no todas las personas tenemos las mismas costumbres y tradiciones; Y no todas las personas viven en Inglaterra.
Soy una chica alta, de tés blanca, mi cabello es rubio dorado, largo y lacio; Algunas veces brilla bajo la luz del sol y no es por presumir. Tengo un cuerpo muy delgado y ni siquiera hago ejercicio para mantener así mi figura, a la hora de la comida parezco cerdo a punto de morir de hambre... Soy un poco extraña en mis rasgos físicos y habituales.
Nunca en mi vida he sabido lo que se siente tener "Novio". Para mí, esas cosas sólo son desperdicio de tiempo, mi atención sólo está presente en la escuela, estudios, trabajos, buenos salarios; No perdiendo el tiempo comprando regalos cursis para una persona que probablemente te dejará botada tres meses después... ¡O peor! Que termines embarazada, con millones de gastos en todas las tiendas y tener que soportar el rechazo de tus padres y tu esposo.
<< Vaya, eso sonó un poco cruel >> —Pensé.
En fin, ésta es mi aburrida vida, en mi aburrida escuela:
La primera clase me tocaba con el Sr. Mendoza; Un señor de bigote largo y canoso, rostro desvelado y arrugado, no pasaba de 60 años. Él comenzó a dar la clase, me sentía tan sola que no podía prestar atención a lo que dictaba lentamente, tenía un gran vacío en mi alma, no lograba descubrir qué era. Aquel vacío lo presentía diario.
Me estaba matando por dentro. De pronto, el director Arthur entró al aula, junto de él permanecía parado un muchacho joven, de rostro muy apuesto, ojos color verde hoja y una cabellera larga color castaño. Dejé de fijarme en él, de todas formas comenzaba a perder la noción del tiempo y con el inútil apuesto junto de mi mucho menos lograba concentrarme.
Director Arthur: ¡Buenos días, jóvenes! Quiero presentar a un nuevo alumno, él viene desde Nueva York para compartir sus alegrías y tradiciones con ustedes. Espero que lo traten de la mejor manera, no quiero problemas con ustedes. ¡Con su permiso maestro! Yo me retiro. --Dio media vuelta y salió azotando la puerta.
Sr Mendoza: ¡Por favor, preséntese! Le sugiero que sólo diga lo básico de su vida, así la clase no se perderá. —Le dio una señal al joven apuesto para que se colocara en medio del aula.
—Mi nombre el James David Maslow Burge, soy proveniente del centro de Nueva York. Tengo 20 años de edad y me gustaría convivir mucho con todos... —Me miró fijamente —...Y cada uno de ustedes.
Su mirada me flechó el pecho de manera violenta, penetró mi corazón bastante fuerte, tenía la mirada pesada y unos ojos hipnotizantes.
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