—U-um..

—No puede, ¿Cierto, James?—Sirius miró insistente a James.—Tenemos una broma que planear.

—¿Harán una broma?—Lily los miró con el ceño fruncido.—Le diré a..

—No.—El primogénito de los Black la miro.—No le dirás a nadie, porque Rosalind nos ayudará también. Así que ve a la biblioteca sola, Evans.

—Canuto.—Lo llamo James, molesto.—No te pases. Perdonalo Lilyflor, el esta..

La pelirroja parpadeó asombrada y algo dolida, pero luego de un segundo esbozo una pequeña sonrisa.—No, no. Esta bien, iré sola.

—Pero Lilyflor, puedo acomp..

—No hace falta, James.

Y con eso y otra sonrisa vacía se alejó nuevamente de ambos merodeadores, dolida y pensante.







El resto del dia habia pasado fascinantemente rapido, las clases parecían durar minutos cuando Rosalaind no les prestaba atención.
Se había pasado el dia entero cruzando miradas y sonrisas nerviosas con Remus, que parecía estar contento de obtener tal atención por parte suya.

James estaba enojado con Sirius por el mal trato que había tenido hacia con Lily en la mañana, pero al pelinegro no podía importarle menos. Además de su usual malhumor desde la pelea con Marlene McKinnon, a Sirius le molestaba de sobremanera que James lo dejara de lado por una chica, y mucho más si la chica era Lily Evans.

Si le preguntabas a Sirius, no la detestaba, claro que no. No la conocía lo suficiente como para detestarla, pero le fastidiaba en extremo que la chica no aceptara la increíble y muy graciosa personalidad de James Potter, porque vamos, era James Potter.
Sirius solo quería lo mejor para su más grande y preciado amigo.

Luego de dar las seis de la tarde Remus y Rosalind se encontraron en la sala comun de Gryffindor, abrigados, sonrientes y extremadamente ansiosos.

Remus llevó a Rosalind de la mano hasta el límite del bosque prohibido, y aunque Rosalind tenía algo de miedo, sus manos entrelazadas era suficiente distracción.

—Remus, ¿Qué..?

Calló cuando vió la manta extendida en el pasto, una canasta con suponía comida, y lo que hizo sus ojos brillar a la luz de la luna menguante, un telescopio. Soltó la mano de Remus para llevarlas a su boca, sorprendida y emocionada. No podía creerlo.
Y es que no entenderías nada si tu hobby desde los cinco años no fuese mirar las estrellas.

—¡Remus!—Chilló emocionada, saltó a abrazarlo en cuanto vió las mejillas sonrojadas del chico.—Esto es fantástico.

—Supuse que te gustaría, tomé prestado uno de los telescopios de la sala de Astronomía y lo encogí.—Levantó los hombros tímido, y acercó a Rosalind al aparato.—Mira, acercate.

La pelirroja sonrió cuando vió una estrella entre Cassiopea y Perseo. Giró a verlo y lo encontró sonriente con una cerveza de mantequilla en la mano.

—Esa es Rosalind.—Señaló a la estrella, y le tendió la botella de cerveza con una confianza que nunca habia llegado a experimentar.

—Es hermosa, Remus.

—Igual que tú.

Rosalind alzó la vista y le sonrió timida.







En otro lado del castillo, en la sala común de Gryffindor, Marlene y James veían en el mapa del merodeador las pintitas de Remus y Rosalind una junta a la otra. La rubia sonrió satisfecha y se estiró sobre James para comer de las palomitas que habían pedido en las cocinas.

—¿Cuándo es que harán la broma?—Preguntó curiosa.—Debo saber cuando alejarme del pasillo principal.

—Probablemente pasado mañana, cuando Peter se desocupe con sus tareas y pueda pasar tiempo con su noviecita.—James alzó las cejas divertido y cerró el mapa cuando vió a las pintitas de sus amigos recorrer el lugar.—Ya era hora, ¿No?

—Mhm. ¿Crees que se besen?—Preguntó mientras masticaba.

—Si Remus no la besa, lo golpearé.—Contestó el chico observándola.

Marlene río y asintió divertida, acomodándose cuando James pasó un brazo por encima de sus muslos para alcanzar las bebidas.

Lo que ninguno de ellos sabía era que Lily Evans se encontraba sentada en las escaleras, oyendo las conversaciones triviales y el contacto físico que ambos tenían.
Lily se repetía que nunca podría llegar a ser tan despreocupada como Marlene, espontánea y relajada. Lily nunca sería así, y sabía que debía hacer algo al respecto.







El chico río de una anécdota que Rosalind habia dicho hacía minutos pero que el no había logrado entender hasta ese momento, tomó un sorbo de cerveza de mantequilla y negó divertido.

—Por Merlin, ¿Lo dices enserio?

—Claro que si, pero no le digas a Lily que te conté o me matará.—Le señaló divertida.

Se habían pasado la mitad de la noche contándose anécdotas viejas o datos triviales,  como sus colores o películas favoritas, conociéndose un poco más a profundidad.
Ambos habían acabado con la mitad de la comida, que habían resultado ser alitas de pollo fritas y pasteles de chocolate, cortesía de Belwe.

Cuando Rosalind se acercó nuevamente a mirar por el telescopio, Remus se alentó a sí mismo silenciosamente. Vió como la pelirroja sonreía mientras ajustaba la vista del telescopio y avanzó hasta ella.

—Rosie.—Susurró cuando estuvo a unos centímetros.

Rosalind volteó a verlo, Remus mordía su labio ligeramente, la pelirroja sonrió de lado y su mano viajó hasta las mejillas del chico. Lentamente comenzaron a acercarse, Remus la atrajo por la cintura y aunque las manos le temblaban, el agarre a su piel era firme.

Sus respiraciones se mezclaron, sus labios estaban a escasos centímetros y sus narices rozaban con lentitud. Rosalind tuvo que cerrar sus ojos, las piernas le temblaban y había dejado de sentir sus dedos y el frío de la noche porque todo lo que podía sentir era a él, y el calor que brindaban sus manos.

Y finalmente luego de unos segundos en donde sus miradas se cruzaron, amantes uno del otro, se besaron.

Rosalind tuvo una sensación en el pecho que no pudo describir realmente bien, era la primera vez que besaba a Remus pero se sentía como un toque natural, conocido y realmente agradable. Remus esbozó una pequeña sonrisa que fue opcada rápidamente por el movimiento de sus labios, juraba que podía oír su corazón en sus orejas y sentir el bombeo de la sangre por las venas de sus manos.

Cuando se separaron no sabian si habían estado unos cuantos segundos u horas juntos.
Se sonrieron enmudecidos, ambos temblando y con sus manos unidas.

Y entonces Rosalind río levemente.

—¿Debería acostumbrarme a verte sonrojado todo el tiempo?

Remus sonrió divertido.—Deberías hacerlo, totalmente.









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AAAAAAAAAAAA mis bebés crecen 🥺🥺
¡Por fin!

Ojalá les guste, cuídense mucho ❤️

𝐋 𝐎 𝐕 𝐄 𝐑  « Remus Lupin »Where stories live. Discover now