Capítulo 8. Narra May

435 31 17
                                    


—¿Por qué me besaste de esa forma, May? —me pregunta y yo quiero decirle que lo hice porque a pesar de que han pasado ocho largos años, un matrimonio que se puede considerarse feliz y un hijo al que amo con mi vida, su recuerdo no pasó, al contario seguía presente, que cada día he tenido que vivir con la sensación de que algo me falta, justo como cuando sales de casa y sientes que algo te está faltando y pasas todo el día con esa incertidumbre en tu cabeza, y a veces, incluso se apodera también de tu pecho. La diferencia es que en mi caso no llegaba al salir de casa, si no que vivía conmigo en una constante necesidad de recordarme que ya no la tenía a ella, porque nunca me sentí como me siento cuando estoy a su lado. Pero Sam ama a alguien más y yo no seré quién la obligué en cierta forma a amar un recuerdo, porque eso es lo que somos ahora, un recuerdo de un amor que dejamos perder, ella al dejarme sin ninguna explicación e irse a vivir su sueño a Harvard y yo, bueno yo nunca la busqué. Miento si digo que no pasé noches en vela durante muchos años dispuesta a ir hasta Cambridge a buscarla y que no lo hice porque amar también es respetar y aceptar las decisiones de la otra persona, y ella tomó la decisión de irse sin mí.

—Te besé porque tú lo hiciste primero ­—le respondo, guardándome todo lo demás.

—Entiendo...ahora los besos serán un juego entre nosotras.

—¿Para ti besarme es eso?, ¿es un juego? —le pregunto porque Sam era de las personas que más valor les dan a los besos, tanto que le temía a cómo sería su primer beso.

—No, no dije eso. ¿Cuándo dejarás de poner palabras en mi boca que no he dicho? —me dice de tono de reclamo— Pero si esto fuese un juego estaría en mi lista de hobbies favoritos —Sam, siempre tiene que sacarle chiste a todo, es de las cosas que más me han irritado desde que volvió a Forside. Es extraño porque antes solía reírme de cada una de sus ocurrencias, incluso si estas aparecían en los momentos de mayor seriedad, pero ya no lo hago, me sigue causando la misma gracia, sin embargo, no me río, los años pueden ser culpables o el rencor que le guardo por haberme hecho creer en la más tonta de las ilusiones: el amor verdadero.

—¿Tan bien beso que quieres que pase seguido? Digo porque cuando algo se convierte en tu pasatiempo favorito, lo haces con frecuencia.

—Eso es relativo, doctora —me dice guiñándome el ojo.

—Y vamos de nuevo con tus teorías... ¿por qué siempre quieres debatirlo todo?, ¿tanto te gusta ganar y tener la razón? —le pregunto en tono de burla.

—No lo sé, debe ser un don, pero un don para mí porque para los demás es una maldición y por eso lo disfruto tanto—me dice haciendo señas de superioridad y riendo al mismo tiempo.

—Dale, cuéntame ¿por qué es relativo? —Si sabes que no puedes contra tu enemigo únetele. Además, tengo que reconocer que sus debates siempre fueron de las cosas que más me atraían de ella.

—Por ejemplo, mi pasatiempo favorito siempre ha sido y siempre será mirar los atardeceres y los amaneceres en distintas partes de las ciudades, pero desde hace unos cuatro meses no he podido disfrutar de ninguno, pero no por eso deja de ser mi actividad favorita —me dice y sus palabras me causan un sabor a nostalgia, antes pasábamos viendo muchos amaneceres juntas en las colinas del pueblo—. Es triste como la vida de adulto te va jodiendo y cambiando todo. Algunas cosas te las arrebata en un instante y otras las vas perdiendo de a poco. Siempre dije que para despedir un día y recibir otro tendría tiempo y mírame ya van meses sin hacerlo, tengo la sensación de que pronto serán años sin disfrutar de las pequeñas cosas que me llenan.

—¿Por qué nos has ido a la colina Penk a ver alguno? —le pregunto con curiosidad.

—Odio dar respuestas trilladas, pero tendré que darte una porque es lo único que me excusa —Hace una pausa y suspira con nostalgia— El tiempo, bonita —me dice y siento una sensación extraña en mi pecho. ¿Les ha pasado que una persona con la que pasaron muchas cosas les dice algo que los hace remover una mezcla de distintas emociones? Por un segundo se siente como si nada hubiera cambiado, como si el tiempo mismo se hubiese detenido para brindarte la oportunidad de sentir esa sensación de nuevo, como cuando la persona que te gusta te llama de cierta forma por primera vez. Eso sentí al escucharla llamarme "bonita".

Punto de QuiebreWhere stories live. Discover now