Lo necesitas más que yo

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—No tenías que invitarme a algo así como cenar, Brandon hablaba con tal seguridad mientras su mano tomaba las bolsas de rehúso que llevaba Yelaím en las manos.

El joven venado en otro momento se hubiera asustado de muerte, pero encontró el toque de Brandon, cálido, cálido como un calorcito de ternura.

—Te invité porque quiero, ahora sino querías, no tenías que aceptar.

Yelaím caminaba tranquilo mientras veía de reojo como los bíceps del enorme oso se tensaban levemente con las bolsas de compras que llevaba, si Yelaím cargaba esas bolsas muy seguramente hubiera terminado con algún problema en las extremidades.

Brandon solo asintió y caminaron unos pocos pasos hasta el estacionamiento.

—Te puedo llevar hasta tu casa, el solemne oso extendió un pesado casco y se lo dio a Yelaím mientras este metía las compras en los compartimentos que estaban a los lados del vehículo.

—Gracias, Brandon se subió a la pesada motocicleta la cual rebotó una vez que él se hubo colocado en el asiento, Yelaím subió para pegarse a la espalda del tipo que gritó detrás del casco, no quería parecer ambiciosos pero tener las manos sobre ese imponente cuerpo era algo digno de las fantasías de un cachorro de trece años, —abrázate de mí cintura, Yelaím casi sonrió como niño travieso, pues la idea de tener a un tipo tan fuerte mientras él estaba colgado como monito a su espalda le hizo mucha gracia.

El viaje fue rápido y Brandon ayudó a Yelaím para llevar las compras hasta su casa.

—En serio gracias, eres muy amable por ayudarme.

Yelaím esperaba no parecer un zoquete desesperado, pero eso exactamente era.

—No es nada, Brandon asentó las bolsas en la mesa de la cocina. Entonces Yelaím pensaba acciones desesperadas necesitan medidas desesperadas y este ra un caso de suma urgencia.

—¿Quieres un poco de agua?, Brandon no se detuvo en su camino a la puerta, hasta que estuvo cerca de ella.

Yelaím lo siguió casi desesperado, pero disimulando patéticamente lo desilusionado que se sentía de no poder detener a ese gigante que se giró para ver de frente a Yelaím.

—No, tengo trabajo en media hora y apenas si voy con el tiempo justo para llegar.

Brandon abrió la puerta para poder alejarse, de hecho, estaba huyendo y eso lo desconcertaba pues no existía un tipo hasta ahora que lo hiciera sentir tan intensamente nervioso, siempre era lo contrario, y ahora estaba en una posición de franca desventaja.

Una vez duchado y fresco, Brandon se dispuso a prepararse la cena. Estaba lo suficientemente cansado como para ponerse exigente. Primero cenaría y después con la noche tan fresca saldría un poco a correr. Su oso anhelaba la sensación de libertad pues la piel humana no podía controlar todas las intensas emociones que empezaban a emanar de él.

Con los únicos tipos que hablaba sobre sus madres era con Khalé y con Altaír, de ahí en más con nadie hablaba sobre su vida, aunque las madres de Khalé fueron muy conocidas en la comunidad y fueron muy queridas. Pero ese tipo, no era un tipo común, su miedo ya no aromatizaba su cuerpo, eso hablaba de que sus citas con el doctor Blanco Fog estaban dando resultado.

También estaba el hecho de que ese chico lo quería proteger de la desconfianza de su madre. Eso era extraño pues todos asumían que al ser un oso grande era un tipo al que le importara muy poco lo que los demás pensaran de él, se olvidaban que también era una persona que se sentía mal por dar la impresión de ser muy fuerte, malhumorado y agresivo y si bien era todo eso, realmente se cohibía cuando las personas lo miraban con desprecio, con recelo o con morbo.

Entonces como respuesta solamente respondía al sentirse agredido.

En cambio, ese extraño tipo había visto al cambiaformas, no al oso que le costaba relacionarse con otros por temor a que buscapleitos lo provoquen o retrayéndose porque era simplemente demasiado el que los hombres solo lo vieran como un brutal semental, hoy se sentía de puta madre. Con una sonrisa de lado Brandon se levantó del comedor y lavó su plato, por más que quiso que su mente se quedara en un solo lugar o en un solo tema, esta de manera autónoma regresaba con el delicioso chico de ojos diferentes y sonrisa de niño.

Brandon sintió el tirón de su polla al imaginarse recorriendo esa piel olivácea, sus manos picaban y sus labios se sentían secos por pensar en repasar esa incipiente barba.

Molesto Brandon decidió que era suficiente y salió a su cochera, tomaría su moto y se dirigiría al bosque, su oso estaba ansioso y el cómo humano apestaba canalizando sus emociones, su única solución catalizadora era correr hasta cansarse.

Soledad... la odiaba, pero era todo lo que tenía y no deseaba cambiar eso pronto.

En las garras del amor, Libro 1 saga cambiaformas enamoradosWhere stories live. Discover now