Los osos odian madrugar

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Brandon se rasca la cabeza, su cabello rojo estaba despeinado, su mano izquierda se frota en su pecho velludo y recortado. Molesto gruñe e intenta volver a dormir pero al querer estirar su musculoso cuerpo, este topa con una delgada figura.
Otro gruñido sale de su garganta.
¿Qué puta madre había hecho su oso esta vez?
El cuerpo delgado, pálido y desnudo se retorció dejando expuesto un redondo, imponente y rojo trasero, esa visión le hizo sonreír con mucha malicia, hasta ahora no había hombre que no quedara más que satisfecho con sus muy rudas atenciones.
Lo único malo después de eso era que muchos quedaban enganchados.
¿La ventaja?, el gran oso grizzli no era nada paciente y era aterrador cuando se enfadaba, de esa forma se deshacía de los tipos insistentes.

—Hola precioso buenos días.
El delgado lobo con el cabello tan oscuro, el rostro de modelo y los intensos ojos azules que lo miraban adormilados, era una preciosidad, Brandon Swarts fácil podría tratar de mantenerlo, por desgracia solo lo conservaría a su lado como una muy conveniente pareja de jodidas, porque hasta ahora no estaba interesado en algo más.

— Hola..., no recuerdo tu nombre, disculpa, el precioso moreno rió de forma coqueta al notar que Brandon estaba confundido.

— César, me llamo César Brito y tu Brandon, la mano de César ya tenía la enorme verga de Brandon que sabiamente no desperdiciaría una oportunidad de joder, así que se dejó llevar echando la cabeza hasta atrás, cerrando los ojos y levantando las caderas.
La risita complacida de César y los pesados gruñidos eran toda la ambientación de aquella muy caldeada recámara.

Brandon miró al delicioso y joven lobo y con fuerza lo volteó boca abajo, haciendo jadear a este de anticipación mientras su polla dura era restregada en las frescas sábanas.
Las manos de Brandon separaron aquellas duras montañas y una vez más sonrió triunfal al ver al tierno y semidilatado ano que se contraía con necesidad.
Sin pedir permiso, Brandon metió un dedo y la invasión solamente sirvió para poner más caliente al hombre debajo de él que escandalosamente gemía rogando y ofreciendo el trasero.
Brandon sentado sobre sus rodillas miró por la cama pero no vio los condones y el frasco de lubricante.
—¡Carajo! Gruñó con aquella masculina y ronca voz, Brandon, mientras su mirada buscaba los enseres hasta que los vio tirados cerca de la cama la cuál crujió cuando Brandon se giró para tomarlos, mientras su mano izquierda amasaba una esponjosa y firme nalga.

Con cuidado Brandon se colocó el profiláctico mientras su mano se acariciaba, estaba caliente y quería coger, sus hormonas no le permitirían dejar libre a ese bello espécimen.

De un sólo golpe entró hasta el tibio interior haciendo que ambos hombres gimieran con lujuria.
—Oh, así, más, rogaba César.
Brandon tomó aquellas caderas con ambas manos mientras violento se sumergía en aquel lascivo cuerpo.
Su piel sudaba, lo mismo que la de su cogida en turno.

— Así que quieres más duro, bueno, eres un hombre que puede tomarlo, así que te prometo duro, sucio y doloroso.
—¡Aaaaagh!, ¡siiii!, así, aaaaah, César casi lloraba, su cuerpo estaba en un límite de dolor e intenso placer mientras aquellas callosas manos apretaban la piel de forma irritante.
Un sonido más se unió al pornográfico conjunto de gruñidos y jadeos, las caderas de Brandon se estrellaban con furia en el tenso trasero, mientras orgulloso veía toda su hombría invadir el tierno y ya enrojecido ano perdiéndose en el cálido interior, sin recibir una súplica de misericordia por parte del hombre.

—Vamos córrete, gruñó Brandon mientras montaba de forma frenética a César que, con un gemido, derramó su leche en las muy usadas sábanas, Brandon no tardó mucho y le siguió dando un último feroz empuje.

Ambos hombres se recostaron en la cama mientras Brandon se deshacía del condón.
—Eres genial, la melosa voz masculina hizo sonreír con orgullo a Brandon quien ya sabía lo que veía y lo que sucedería, así que sin más, Brandon se levantó en silencio. Su rostro duro no demostraba más que un... "Fuiste una muy buena jodida, pero vete".
César rió de forma amistosa.
—¡Woooow!, esta fue una de las mejores jodidas de mi vida y tú el peor anfitrión de todos los tiempos.
Brandon gruñó, tal parecía que ese hombre era todo lo que podía hacer.

Suspirando y resignado César empezó a recoger sus modestas ropas y a vestirse, mientras Brandon se perdía en el interior del baño.
el lobo rápidamente tomó el bolígrafo y el pequeño block de notas y anotó su número, optimista tomó un respiro, —Bye sexy oso, cuando estés aburrido, búscame. Sin esperar respuesta César se fue.

Al salir del baño Brandon olfateó, nada, sólo olía a la corrida de unos momentos pero del hombre en turno no había rastro.
Con paso parsimonioso, Brandon conectó la cafetera, era un buen domingo, perfecto para estar relajado y hacer algunas reparaciones en su nada ostentosa casa.

Brandon vivía modestamente porque no veía la necesidad de gastar más, a pesar de tener los medios más que suficientes para vivir con lujo, no lo hacía, no tenía el poder y estatus de Khalé o de su escandaloso amigo Altaír. Sus planes de poner varios talleres y una tienda de refacciones era algo que no urgía, pero lo haría, en su momento no escatimaría para poner en marcha sus sueños.

Mientras se preparaba el desayuno recordó su salvaje y libertina noche.
Había salido a correr por el bosque. Un grupo de cambiaformas estaban celebrando y lo invitaron a unirse. Escuchó como varios cambiaformas, entre ellos un cambiaformas problemático de nombre Vicente el cual aparentemente estaba instigando a algún pobre pendejo para hacer algo que no quería. Brandon solo bufó por lo fastidiosos que eran los universitarios.

Pronto Brandon vio a un joven lobo que estaba fumando y al que estaban acosando para que tomara de una botella, el lobo no era un cachorro, era un adulto joven al cual había visto algunas veces siempre acompañando al mismo grupo. El tipo lo vio y alguna señal le hicieron los cambiaformas con los que se encontraba, que sin dudar se acercó a él.

—Hey, ¿quieres un poco de diversión?
El tipo que se llamaba César se le pegó como garrapata al verlo desnudo, ya que todos los cambiaformas lo estaban, el grupo era ruidoso.

—Por qué no, puedo quedarme un momento.
Pronto el lugar se transformó en una orgía.
Brandon los conocía a todos.
Y como norma todos eran amables, jodían como bestias cuando era el momento, pero cuando era el momento de defender a las personas del pequeño pueblo, todos se unían, o al menos lo hacía la mayoría de los jóvenes, a pesar de que ahora las demás comunidades de cambiaformas estaban legislando varías cosas que eran necesarias, como los matrimonios entre diferentes especies, las jubilaciones, las leyes antidiscriminación, las adopciones entre individuos de otras especies.
Eran un pueblo extraño, en donde cambiaformas de todas las especies convivían de forma pacífica, sin peleas por el poder, ya que el único líder era Khalé el imponente pero noble gorila el cual estaba por entero comprometido con la comunidad.
Brandon reconoció entre la pequeña multitud de universitarios a su amigo Altaír Dunhill el cambiaformas león quien animadamente reía mientras platicaba con un grupo de sensuales chicas las que felices pasaron a formar parte de su harem.

—¡Brandon, viejo!, es bueno verte. Saludó Altaír a uno de sus mejores amigos, el intimidante oso sabía que ninguno de ellos se iría solo a casa. Y el oso ya sabía que Altaír probablemente se engancharía con la tipa más problemática y acosadora y después no sabría cómo lidiar con aquella intensidad y terminaría con otra enemiga en su lista.

Entonces en algún momento de la noche, él y César habían llevado la fiesta hasta la casa de Brandon en donde jodieron en cada superficie.

Brandon tomó un sorbo de su café mientras sonreía recordando la épica y satisfactoria jodida que había tenido.
Era bueno estar en casa y era aún mejor estar sólo.
Mirando el reloj de pared que colgaba en las cocina, Brandon terminó y dejó la cosas en el fregadero.
Vestido con sólo una camiseta blanca, un muy viejo pantalón de mezclilla y sus botas de motociclista, el corpulento cambiaformas se dirigió a su garaje, había estado trabajando en una motocicleta Harley fatboy y quería terminarla ya.
También debía visitar la cabaña del líder Khalé Renning para reparar unas tuberías que estaban dándole problemas.

La vida era buena para un salvaje oso.

En las garras del amor, Libro 1 saga cambiaformas enamoradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora