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A la mierda con mi maldito orgullo, prefería vivir el resto de mi día con tranquilidad, a pasar unos minutos de incomodidad para el niño caprichoso.

No iba a darle esa satisfacción al maldito enano entrometido.

Con impotencia e irá, mire a NamJoon a la cara, tenía que tragarme el nudo en mi garganta y las lágrimas aglomeradas en mis ojos, solo para obedecer a su orden.

Con el seño fruncido me mordí la lengua intentando tragarme mis palabras. Esto era una puta mierda.

Bajo la atenta mirada de ambos hombres, me moví hacia adelante quedando de rodillas frente a NamJoon nuevamente. Su maldita sonrisa de arrogancia hizo presencia en cuanto se dió cuenta que era posible manipular me con la humillación pública, es la forma más sencilla de ponerme en contra de mis propios actos. Una forma de conseguir que obedeciera casi voluntariamente.

- No era tan difícil ¿Verdad? - Sus dedos se clavaron en mi mandíbula, levantando mi rostro, permitiendo cruzar nuestras miradas

Con ira solté mi rostro de su agarre y no tardó en escucharse su risa tranquila.

Nuevamente posó su mano en la parte posterior de mi cabeza incitándome a recostarme sobre su muslo izquierdo. Mientras tanto dirigía su mirada a JiMin, pidiéndole que continuará con lo tan importante que tenía que decirle.

La cara de JiMin era todo un lío, quizás ni él esperaba que obedeciera de esa manera, sin pensar demasiado en mi decisión.

- ¿Viniste solo a verme la cara o tienes algo importante que decir? -

- Ehm, lo siento Nam. Está mañana nos informaron los guardias de una actividad cercana tu oficina en Washington, deducimos que son periodistas nuevamente con investigaciones del último caso, pero no podemos asegurarlo del todo.

- ¿A qué te refieres con "actividad cercana"? -

Quería poner atención, en verdad, escuchar todas y cada una de sus palabras, aún más luego que dijeron el nombre de un lugar después de pasar casi 3 días completamente desubicada.

Pero las caricias de NamJoon me hacían ronronear como a un gato. Perdía el hilo de la conversación rápidamente mientras buscaba más de su toque.

- Los guardias los vieron y escucharon intentando entrar. Algunos traían cámaras, pero puede ser una fachada. No atentaron contra el lugar, pero lograron pasar la primera fase de seguridad. Filtrándose en las instalaciones.

- ¿No atraparon ninguno? Si entraron en mi territorio debió ser difícil salir también.

- No señor. Ningún sobreviviente -

Oh mierda. Sentí un nudo en el estómago al pensar en aquello ¿Los habían asesinando a todos?

Al parecer NamJoon notó mi temor, porque mi actitud cambió repentinamente. Quería alejarme de él. Por su maldita culpa morían personas.

- Em, tranquilízate -

¿Seré yo la siguiente?

Sentía mi pulso acelerarse y mis manos temblar, tenía miedo. Era capaz de todo ¿Verdad?

No quería morir, aún tengo demasiada vida por delante, no lo merezco. No he hecho nada malo

Se me hacía difícil respirar y nuevamente sentía unas inmensas ganas de gritar.

El toque de sus manos ahora quemaba contra mi piel.

Sin pensarmelo más me alejé de él, está vez respirando velozmente y abrazando a mis piernas del desconsuelo que sentía. Tenía mucho miedo, me sentía como una pequeña presa en una habitación llena de depredadores.

La mirada acusatoria de NamJoon sobre JiMin, justificaría un asesinato sin duda alguna. Los puños de NamJoon se cerraron con fuerza marcando las venas en sus brazos, su mirada no ocultaba la ira por la imprudencia del enano.

- Lárgate -

Murmuró entre dientes sin voltear la mirada hacia JiMin.

Los pasos veloces del chico saliendo de la habitación y cerrando la puerta me dieron algo más de tranquilidad.

- Em, ven aquí. No tengas miedo, no pasa nada -

No me moví. Pero quise correr en cuanto sentí su presencia cercana a mi. Sus brazos se acercaron a mi y rodearon la parte inferior de mi cintura, me levantó y me abrazó mientras se ponía firme nuevamente, caminando en dirección hacia la puerta.

Salí por la puerta de esa habitación en los brazos de NamJoon, mi cabeza escondida entre su hombro derecho, mientras percibía el aroma de su colonia. Siempre olía igual de bien.

Con prisa nos dirigimos a su oficina, pero en cuanto llegamos ahí el no me soltó, me quedé sobre sus piernas la mayor parte de la mañana. Mientras dormitaba en lo cómodo y seguro que se sentía su pecho.

No habían entrado a su despacho más que un par de mujeres del personal, a llevarle algo de comer y cuando el pedía alguna copia de un archivo o una pluma nueva porque la que tenía se quedaba sin tinta.

Así transcurrió tranquila la mañana hasta el medio dia. Pero para entonces ya me encontraba aburrida.

Quería decirle que deseaba irme, no solo de su aburrida oficina, también de su estúpida casa y lejos de sus malditos problemas.

Pero evidentemente no era posible.

Tampoco sabía cómo referirme a él de alguna manera, entraría en demasiada confianza si le llamara por su nombre, así que opté por la solución más sencilla, ir al grano.

- Quiero irme.

Sentí sus dedos dejar de teclear en el portátil.

- ¿A dónde?

En verdad que sí respuesta no me la esperaba, quizás pensé que me gritaría y luego me encerraría en una habitación o algo por el estilo.

Pero, antes de que pudiera pronunciar algún improperio, el me interrumpió.

- A menos que sea alguna petición que me sea posible cumplir, mejor ni te molestes en decirla.

Pensaba decirle que deseaba irme de su casa, pero no sonaba muy amigable su advertencia. Por lo que improvise una respuesta.

- Llévame al jardín

Y parece que si le sorprendió mi petición. Porque se tensó en su lugar

¿A caso estuvo mal haberlo dicho?

ɴᴜᴇꜱᴛʀᴀWhere stories live. Discover now