Cap 40.

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María la dejó en el lugar donde la esperaba Dylan. Le deseo suerte y se fue con una gran sonrisa. Selena,  en cambio, estaba nerviosa; caminó a paso lento inspeccionando el lugar. Miró los detalles de ese lugar que nunca había visto en su vida: era una casa, definitivamente. Caminó por un pasillo de arbustos que la llevó a la puerta principal, esta se alzaba delante de ella, era casi tan grande como la que había en casa de Dylan pero esta era más simple.  Iba a tocar el timbre cuando vio un pequeño papel que decía:

>La puerta esta abierta. Te estoy esperando

Selena giro la perilla que estaba sin seguro y entró. La casa no era tan grande pero era lo suficiente como para que vivieran 10 personas ahí. Las paredes eran color salmón y el piso... Estaba cubierto por pétalos de  rosas rojas que formaban la palabra "sigueme".  Selena sonrió, Dylan decía ser un anti-cursilerias pero al parecer era un romántico nato. El camino que la guiaba ya no era de rosas, comenzó a ser de sus paletas favoritas colocadas una detrás de la otra separadas por treinta centímetros cada una y que conducía a otra sala. Siguió todo el rastro hasta que llegó al pie de la escalera. Había una paleta en cada escalón. Subió hasta llegar a un cuarto que se encontraba a oscuras. Entró sin poder ver nada y la luz comenzó a subir su intensidad. Dylan estaba parado a un lado de ella con la mano en el interruptor que controlaba a la luz.

Dylan la miró, como las veces que Selena le había dicho que no la mirara de esa forma, solo que en esta ocasión,  a Selena no le importó. Dylan suspiró y parpadeo atónito y mudo, él no sabía que decir. Verla ahí con ese vestido que le quedaba tan bien, que se ceñía en la cintura. Con tacones dorados. Con su trenza de lado.  Con su maquillaje simple pero bien hecho. Y con su hermosa sonrisa y sus mejillas sonrosadas; el corazón de Dylan latía más rápido que nunca. La miró nervioso. Ella se veía perfecta y él... Con un pantalón negro de vestir y una camisa blanca sencilla, se sentía insuficiente para aquella mujer.

Ella se mordió el labio nerviosa. Dylan se acercó hasta donde estaba parada y posó una mano en su cadera y una mano en su mejilla, con su palma acarició suavemente su perfecta piel y la miró directamente a los ojos. Sentía su pecho a punto de estallar por su corazón acelerado.

—Eres tan... Hermosa.—dijo de la manera más sencilla pero llena de sentimiento.  Selena se ruborizó al instante.

Dylan se inclinó un poco y cerró los ojos. Le dio un casto beso pero fue lo suficiente para que a Selena se le enchinara la piel. Dylan la tomó de la mano y entrelazo sus dedos. La guió fuera de la habitación, abrió una ventana enorme que daba a un balcón amplio y grande. Había una mesa redonda para dos personas y dos sillas. En la mesa habían cubiertos y copas de champaña, y un florero con rosas rojas.

La llevó hasta el barandal y Selena vio la ciudad. Eran pequeñas luces que si tenías la imaginación amplia, podían pasar por pequeñas estrellas. La vista era hermosa.

—Estamos encima de alguna montaña, por eso las ciudad se ve pequeña y las luces lejanas.—explicó Dylan y le apretó un poco la mano. El cabello de Selena ondea con la poca brisa que llegaba al lugar.

—Es hermoso, Dylan.—sus ojos brillaban con intensidad.

—Me alegro que te guste. Ahora, mi hermosa señorita, ¿Podría acompañarme a cenar? La comida es exquisita, por cierto.

—Me encantaría.—Selena le dedicó una sonrisa a Dylan. Él le dio un rápido beso y regresaron a la mesa. Dylan sacó la silla de Selena y esperó a que ella se sentara para hacerlo él.

—Gracias. —Selena miró a su alrededor pero no vio señales de comida o trastos que pudieran indicar que había algo comestible ahí.

—No te preocupes, hoy hay servicio por parte de un amigo.

La Pro$tituta #TerminadoKde žijí příběhy. Začni objevovat