Luego de unos minutos me devolvió el portátil y yo leí con atención lo que había escrito. Me gustaba su forma de escribir, y era evidente que tenía muy buen dominio del idioma. La miré con una pequeña sonrisa.

– Está muy bien hecha. Escribes muy bien.

Ella sonrió tímida y desvió la mirada, algo sonrojada.

– Digamos que es algo que siempre se me dio bien, y más en inglés. Adoro escribir.

Asentí.

– Comtinuemos.

***

Después de 40 minutos habíamos terminado el trabajo completo. La verdad es que Haewon me había sorprendido bastante. Era más inteligente de lo que pensaba y muy segura de lo que decía y hacía. Sabía desenvolverse muy bien y con una pronunciación perfecta.

Realmente me intrigaba mucho, porque a simple vista me parecía tímida y algo introvertida, pero ahora actuaba con mucha más naturalidad. Supongo que era de esas personas que, hasta que no te toman confianza, no se muestran como realmente son.

– Creo que así está perfecto – dijo ella después de darle una última revisión y me devolvió el portátil.

– Mañana lo imprimo y le adjunto las fotos para tenerlo listo para el viernes.

Asintió y luego de una breve pausa, en la que ninguno dijo nada, comenzó a mirar alrededor nuevamente. Yo cerré mi portátil y lo dejé sobre mi escritorio. Cuando la volví a mirar, alcé una ceja con curiosidad ante su expresión. Al ver que miraba fijamente un punto, seguí con la vista su mirada hasta mi estantería de libros, la cual ella observaba con interés.

– ¿Por qué no vas y echas un vistazo? – le pregunté con una sonrisa.

Mi pregunta pareció tomarla desprevenida porque me miró algo nerviosa.

– ¿Puedo?

Asentí y ella se levantó. Se acercó algo titubiante y comenzó a pasar sus dedos suavemente por los lomos, leyendo los títulos.

– ¿Alguno en particular que llame tu atención? – le pregunté observándola con curiosidad, aun con la sonrisa en mi rostro.

No contestó, en lugar de eso sacó uno de los libros, observándolo con interés y curiosidad. Desde aquí no podía ver bien cuál era, pero no fue necesario.

– ¿Cumbres Borrascosas? – me preguntó levantando la mirada del libro y yo me encogí de hombros.

– Te dije que me gusta la literatura clásica.

– Cierto – dijo casi en un susurro y volvió a ponerlo en su lugar.

Me aproximé a ella mientras seguía mirando cada uno de mis libros. De pronto, al ver uno, sus ojos se abrieron de más y lo sacó rápidamente, mirándome sorprendida.

– ¡No te creo! ¿Orgullo y Prejuicio? ¿También te gusta este?

Reí un poco ante lo sorprendida que estaba.

– La verdad es que me lo leí hace mucho tiempo – estiré mi brazo hasta una de las secciones de arriba y tomé uno, mientras ella colocaba ese en su lugar – Pero creo que este te va a gustar – le dije y le tendí Asesinato en el Expreso Oriente de Agatha Christie.

Sus ojos se abrieron tanto que creí que se le iban a salir, y su rostro se iluminó al tenerlo en sus manos.

– ¡No puede ser! ¡Es mi favorito! Lo he leído como diez veces.

– La verdad es que es uno de los pocos libros de misterio que me gustan.

Me lo devolvió y yo lo regresé a su lugar. De nuevo se hizo silencio. Haewon caminó hasta la cama, buscando su celular entre sus cosas.

– Es casi mediodía. Creo que debería irme – dijo luego de ver la hora.

Antes de que pudiera responder escuchamos una puerta abrirse, causando que mirarámos en dirección a afuera.

Ya estoy en casa – dijo mi madre desde la sala – ¿Jungkook?

Ambos salimos de mi cuarto y fuimos a su encuentro. Cuando bajaba las escaleras la vi dirigirse a la cocina cargando unas cuantas bolsas.

– Hola cariño – me dijo con una sonrisa. Haewon aun no había bajado, así que no la había visto.

– Espera, déjame ayudarte – le dije caminando hacia ella.

Tomé las bolsas que tenía en sus manos y las puse encima de la meseta de la cocina. Cuando me volteé Haewon apareció detrás de nosotros.

– Oh, hola – le dijo mi madre con una sonrisa – Me acuerdo de ti. Estuviste aquí la semana pasada – frunció el ceño pensativa – Haewon, ¿no es cierto? – la castaña asintió.

– Así es – dijo con una sonrisa algo tímida – Un placer volver a verla señora.

– El placer es mío. ¿Por qué no te quedas a almorzar?

– Oh no. No quisiera incomodar – dijo sonrojándose un poco.

– Para nada. Esta vez insisto en que aceptes mi invitación – le dijo mi madre con una amplia sonrisa.

Un pequeño detalle sobre mi madre. Siempre que quería algo lo conseguía, y tenía un enorme poder de persuación.

~~~

Golden Boy [JJK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora