—¡Pero que tenemos aquí! Jessica Allen—Me saluda ella con una sonrisa falsa, fingiendo sorpresa.

Mónica, mi ex mejor amiga.

Doy media vuelta y quedo justo delante de ella, la reparo con los ojos y la vuelvo a mirar fijamente.

—Mónica.—digo sin más. No quiero escuchar sus palabras... Pero la conozco tan jodidamente bien, que ya sé de ante mano que va a sacar el puto tema.

—¿Como está tu madre...?—inmediatamente se lleva la mano a la cabeza, poniendo cara de sorpresa—¡Oh no! perdona mi torpeza—se ríe por lo bajo.

Pues no perdono tu puta torpeza. ¿Que necesidad hay? Solo tienes ganas de joder.

A esto me refería. El acontecimiento le afectó de una manera más distinta que a mi. Yo obtuve ataques de ansiedad y episodios de depresión, y ella... Ella solo quedó con el mal sabor de boca. O eso me hizo saber siempre que la veía por ahí, y se "burlaba" de mi...

De un momento a otro puedo sentir como mis ojos se van humedeciendo.

—Jessica, no te hagas la víctima, fue tu culpa.—empieza con el mismo argumento de siempre—Lo que sucedió ese día en el coche, solo fue culpa tuya. Que tu madre esté muerta fue gracias al accidente que provocaste tú.—recalca la última palabra—Y por poco, también me matas a mi—se aleja dirigiéndose a la puerta—Asúmelo.

Sale del baño y me dispongo a llorar. Siento como mi pecho sube y baja rápidamente, la falta de aire es notable y la ansiedad recorre todo mi cuerpo, la sensación es estresante, y me hace pensar mucho.
Puedo llegar a un punto en el que exploto...

Pero esta vez hago todo lo posible por salir del baño e intentar buscar a Alison en medio de la multitud, porque un ataque a estas alturas sería desastroso.

Tengo que salir de aquí...

Rápidamente salgo de aquel lugar, abro la puerta y siento como el aire fresco y frío me invade. Hago ejercicios de respiración, y me apoyo en una pared cerca del local.

Una vez me "tranquilizo", empiezo a llamar a Alison y a Paul con desesperación.—Ninguno responde a las diez llamadas que les hago a ambos.—

No contestan... ¿Y ahora qué hago?

Una vez veo mis posibilidades, las cuales son muy pocas—por no decir ninguna—Vuelvo a entrar en el sofocante sitio y vuelvo a buscar a la parejita perdida por todo el lugar. Nada. No están. No los encuentro.

No tengo dinero. Mi casa está lejísimos. No tengo al patético de Paul y su coche—ni me acuerdo donde lo dejó estacionado—Aunque pudiera llamar a mi tía Marisol, no podría venir hasta aquí por mi ya que los autobuses no están de servicio a estas horas.

Eso me pasa por no socializar más.
¡Vida de mierda!

Pienso en mis posibilidades de llegar viva a casa en plena madrugada caminando y borracha: Nulas. Pienso, y al final miro mi teléfono y busco su número...

—Hola... soy Jessica—Mi voz sale entrecortada, bajita, y con un tono vacilante.

—¿Estas borracha?—Su voz suena más grave de lo normal, y casi enfadada.

—Sí. Este... necesito que por favor vengas aquí—Suelto a la ligera.

¿Qué te pasa?

—Mhm... Estaba con Ali y Paul en una fiesta, pero los perdí de vista... o ellos me perdieron a mi—no pude evitar reírme—La verdad es que ha sido una noche de mierda, no tengo dinero y me deje las llaves de mi casa... dentro de mi casa—volví a reírme.

Escucho un suspiro de su parte y sin poder evitarlo lo imito.

Mándame tu ubicación—cuelga.

Me sentía muy ridícula, llamar al semidiós en plena madrugada a pedirle que venga por mi es raro.

Muy raro.

Me senté en un banco y me dediqué a esperar. Unos quince minutos después en mi campo de visión pude detallar una moto negra delante de mis ojos.

—Ponte esto y sube—me dio un casco.

Lo miré por unos segundos, me reí y me puse el casco, me subí en la parte de atrás y me agarré de su cintura. Sin juntar mucho mi parte delantera con su espalda, para no mancharlo del poco vomito de mi vestido.

Hizo un sonido con la moto y...

Joder, iba muy rápido.

—¡No vayas tan rápido, me dan miedo las motos!—le dije con nerviosismo, buscando una excusa para que fuera más lento—¡Nos podemos matar!

—La que está borracha eres tú. No yo.

Aceleró y sentí que cada ves iba más rápido, por un momento me sentí angustiada, pero después de unas cuantas calles, no podía parar de reírme.

Unos minutos después estábamos delante de una casa.

—Está no es mi casa— baje de la moto y lo miré fijamente.

—Has dicho que no tenías llaves, ¿Donde piensas dormir? ¿En la calle?— ironiza.

—Oh...bueno, no me acordaba de ese gran detalle— empecé a reírme.

Puso los ojos en blanco y se dirigió a la puerta de la casa. Yo seguía inmóvil en un punto fijo.

—¿Entras? o ¿te entro?—me pregunto él.

Subimos a su habitación. Es grande, tiene una cama literalmente gigante, un armario y un escrito. Está bastante organizada. Pero yo no podía apartar mis ojos de esa cama.

¡Es una súper cama!

Dúchate, porque si quieres dormir ahí—señaló su cama—tienes que estar limpia. El baño está ahí—señaló la puerta blanca.

Lo miré y después miré la puerta del baño. No me parecía mala idea, estoy sucia.

—Vale—le dije, mientras entraba al gran baño.

¡Este baño es tres veces más grande que el mío!

Me quité las botas y me desvestí rápidamente, urgente por darme una ducha.

Alce mi mirada y pude ver que el muy pervertido me estaba mirando a través de la puerta, la cual esta entreabierta.

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