– No contesta. Debe tener aun mucho trabajo que hacer.

– Ese imbécil, hijo de-

– ¡Jimin! – le interrumpí antes de que dijera una locura – Basta.

– No entiendo cómo es que puede seguir trabajando para él. ¡Es un abusivo!

– Pero nos guste o no, fue el empleo que pudo conseguir. Y tuvo suerte. No mucha gente tiene la generosidad de contratar a una mujer soltera y con dos hijos.

Aunque la verdad, yo tampoco estaba muy conforme. Mi madre trabajaba como secretaria para el señor Song Hyunbin, el dueño de la cadena de tiendas más importante de Seúl. Uno de los hombres más ricos y poderosos de la ciudad, y padre de la odiosa de Eunmi. No era precisamente un trabajo lucrativo, pero pagaba bien y nos permitía vivir cómodamente. Y, a decir verdad, fue lo único que pudo encontrar.

Cuando papá se fue a vivir con otra mujer, no solo nos abandonó, sino que también dejó a mamá sin empleo ya que ella solía ser su secretaria y él vendió su negocio. Al menos tuvo la consideración de dejarle la casa, ya que Jimin y yo necesitábamos tener donde vivir. Estuvo tres semanas seguidas intentando sin éxito conseguir otro empleo, el que fuese. Pero nadie la contrataba por el hecho de ser madre soltera y de dos hijos.

Un día una amiga suya que trabajaba una de las tiendas del señor Song le dijo que él estaba buscando una nueva secretaria, y por suerte mi madre resultó ser la más cualificada de todas las aspirantes y él no tuvo más remedio que darle el empleo. Ya llevaba casi 10 años trabajando para él.

– ¿A eso le llamas generosidad? – me dijo entrando a mi cuarto – La trata con una si fuera su esclava. No la deja descansar ni un minuto al día, y siempre que tiene que "salir con urgencia" – dijo articulando comillas con sus dedos – le echa encima todo su trabajo. De seguro aun la tiene firmando papeles para quién sabe qué.

– Es cierto que la hace trabajar demasiado, pero ella no puede dejar ese empleo. No creo que vuelva a tener la misma suerte.

Jimin bufó y cuando estuvo apunto de contestarme, el ruido de la puerta principal abriéndose nos hizo voltearnos a ambos hacia el pasillo.

Ya estoy en casa – escuchamos decir a mamá desde el salón.

Jimin se dirigió hacia la puerta para salir de mi habitación.

– Hey – lo llamé, haciéndolo detenerse y voltearse a mirarme. Me puse de pie – Ni una palabra de lo que hablamos. Es muy tarde y debe de estar agotada como para que nos pongamos a hacer reclamaciones sobre su jefe.

Él solo se volteó y ambos salimos al salón a recibirla. Efectivamente, lucía muy cansada, pero igual nos saludó con una sonrisa.

– Perdonen que llegue tan tarde. Enseguida preparo la cena.

– Yo te ayudo – le dije y la seguí hasta la cocina.

– ¿Cómo les fue en el instituto? – me encogí de hombros.

– Igual que siempre.

– ¿Y el chico nuevo? ¿El tal Jungkook?

Me sonrojé al solo escuchar su nombre y desvié la mirada, mis labios curvándose en una pequeña sonrisa.

– ¿Ya terminaron el trabajo que estaban haciendo? – me preguntó.

– Aun no. Tengo que volver a ir a su casa este sábado.

– Pues suenas más emocionada de lo que deberías estar, ya que solo se trata de un trabajo de la escuela.

Al escuchar la voz del idiota de mi hermano me volteé y lo encontré recostado a la pared con las cejas alzadas y una sonrisa maliciosa.

– ¿Te gusta ese chico Haewon? – me preguntó mi madre y me volteé hacia ella con los ojos abiertos y negando rápidamente con la cabeza, pero antes de que pudiera responder Jimin se me adelantó.

– ¿Que si le gusta? Está muerta con él – dijo en tono burlón con una sonrisa ladina.

– ¡Basta! – dije casi en un grito – Jungkook no me gusta, ¿vale?

– Si claro. ¿A quién intentas convencer, a nosotros o a ti misma? – me dijo Jimin y, acto seguido, salió de la cocina y se fue a su cuarto.

– ¿Será imbécil? – dije apretando los puños.

– No digas eso, y ya deja de pelear con él – me regañó mi madre – Lo hacen desde que eran niños. ¿Cuándo van a parar?

– Díselo a él, que es quien siempre está provocándome y metiéndose en mis asuntos.

Mi madre rodó los ojos y continuó preparando la cena.

Aunque intenté sonar sincera y segura, ni yo misma me había convencido del todo con mis palabras. No podía dejar de pensar en Jungkook. Me sonrojaba con solo escuchar su nombre y en cualquier espacio donde estemos los dos, toda mi atención se centraba en él.

No sabía exactamente qué era lo que estaba sintiendo. Si solo era un crush, o si de verdad me gustaba, no era capaz de decir con seguridad. Al menos, no aun.

Pero una cosa sí era segura. Estaba ansiosa por volver a verle.

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Golden Boy [JJK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora