Capitulo V: La posada Ormr (I/V)

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Yo asentí y avancé detrás de ella.

Aren se nos adelantó y preguntaba por el dueño, delante de la barra.

Para mi sorpresa salió una mujer robusta, con abundantes curvas y alhajas, de mirada penetrante, nada amistosa.

—¿Quién me busca? —preguntó ella con voz ronca, parecida a la de Ariana.

Aren se aclaró la garganta antes de hablar, Ariana lo observaba con una media sonrisa. Esa expresión en su rostro, expectante y burlona me indicó que algo pasaría y ella lo sabía.

—Señora —la saludó Aren con voz firme.

La mujer lo miró, apreciativa. Se llevó una mano a la cintura y me pareció que se erguía mientras lo recorría de arriba abajo, un brillo de satisfacción cruzó su mirada, sin duda, al notar sus ropas finas y su porte atractivo.

—Soy Aren de Grissemberg, lars de Augsvert —le explicó él y la sonrisa de la mujer se ensanchó, hasta que le dijo lo siguiente—: Soy amigo de Gerald...

La sonrisa de la posadera mutó en una mueca de asco.

—¿Del bribón de Gerald Van der Hart? ¡Ese malnacido me debe una fortuna! ¿Vos pagaréis su deuda, lars?

Aferrada al brazo de Ariana, me reí por lo bajo solo de ver los ojos de Aren abrirse a extremos que no creí serían posibles. Pobrecito, estaba perplejo con el cambio repentino en la actitud de la posadera. Ariana se esforzaba por contener la risa.

—Disculpe, pero creo que debe estar confundida.

—¡Confundida un carajo! —dijo la mujer meciendo sus caderas—. ¡Gerald, ese y que noble, es un maldito bribón! La última vez me mandó a que cobrara su deuda al palacio del Amanecer. ¿Habréis visto semejante desfachatez? Se bebió casi un barril de hidromiel con sus amigos y se llevó a dos de mis chicas. Decidme, ¿pagaréis su deuda?

La boca de Aren se movió como si fuera a decir algo, pero de inmediato se cerró. Pestañeaba una y otra vez, incapaz de contestarle a la mujer.

Ariana se adelantó y tomó la palabra.

—Rumilda, ¿no es cierto?

La posadera volvió sus ojos azules a ella y la miró con una de sus finas cejas rubias enarcada.

—Perdonad a mi señor —dijo Ariana inclinando un poco la cabeza ante ella. Luego sacó de su cinto una pequeña bolsa de piel. La reconocí de inmediato, era su monedero, el que habitualmente estaba vacío—. Nos encontramos con varias personas en el camino y todas concordaron en que vuestra posada era la mejor, no solo de Fisk Haugr, sino de todo Doromir. —Ariana sonrió, sus blancos dientes brillaron al igual que sus ojos cristalinos. Movió con discreción, pero asegurándose de que la posadera lo viera, el monedero. Para mi sorpresa hubo un profuso tintinear dentro—. Además, dijeron que nadie prepara la salsa de anguila como vos, y que vuestras piezas son limpias y casi ni hay chinches o liendres.

Aren pasaba la mirada de Ariana a Rumilda quien empezaba a verla con interés creciente después de escuchar sus lisonjas y su, en apariencia, repleto monedero.

—Realmente no conocemos a ningún Gerald, mi señora. Este fue una de las tantas personas que cruzaron nuestro camino y nos recomendaron vuestra excelente posada, diciéndonos que era digna de un lars de Augsvert como lo es mi señor.

Ante las últimas palabras de Ariana y el tintinear persistente de su monedero, Rumilda sonrió complacida y volteó a ver a Aren, quien acomodó su expresión de perplejidad a una más digna. La robusta mujer carraspeó antes de hablar.

Augsvert I: El retorno de la hechicera (COMPLETA)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora