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Narra Jade

— Que tú imaginación jamás muera loca — esconde su rostro en mi cuello.

— No creo que lo haga — me río besando su cabeza.

— Todos tus tatuajes me gustaron, cada uno son especiales — levanta su rostro— como tú — besa mis labios.

— También los tuyos son especiales — respondo dejando un beso en la punta de su nariz.

— Me gustan los besos que le das a la punta de mi nariz — murmura — no tengo idea si tienes una obsesión con ella, pero jamás dejes de hacerlo.

— Contigo me gusta darte besos en la punta de la nariz — confieso divertida— me nace hacerlo.

— Eso me gusta — responde — vamos a ducharnos que en un rato nos vamos a la pista.

— ¿Seguro que quieres ir? Podemos pasar navidad aquí — acarició su pecho— una cena muy ligera, unas cuantas películas y fiesta — niega divertido.

— Iremos a México — afirma ayudándome a levantarme de la cama.

— Lleva ropa cómoda, te usaré como almohada durante el viaje — beso su mejilla antes de ir al vestidor.

— ¿Puedes buscarme algo de ropa?— pregunta antes de entrar al baño.

— Claro, ya vuelvo — respondo buscando ropa para él y para mí.

•••

Termino de vestirme (imágen en galería) dejo las chaquetas que Tasha nos obsequio sobre la cama. Arreglo mi cabello cepillando un poco, aplicó un poco de maquillaje.

— Estoy listo — habla Raymond acomodando las finas cadenas de oro sobre su camisa.

— Yo también — guardo cosas importantes en mi bolso de mano, cuando Ray no se da cuenta guardo algunos dulces del cajón.

Salimos de la habitación con nuestras chaquetas puestas, cierro la puerta de la habitación con llave bajando las escaleras junto a Ray.

— Sube muñeca — abre la puerta de la camioneta dejando que suba a los asientos traseros.

— Que caballero — halago subiendo al auto.

— El que no lo haga, es un imbécil— responde subiendo a mi lado — ¿Lista para volar a tu tierra natal? — asiento.

— Prometo que llevaré la fiesta en paz con ellos, no quiero pelear y mucho menos pasar malos ratos — dejo mi bolso a mi lado.

— Escucha loca, si no estás cómoda y no quieres seguir con ellos nos iremos, podemos viajar a dónde quieras — entrelaza nuestros dedos — por algo compré un jet, para ir a dónde quiera a la hora que quiera.

— Tienes cuatro — lo corrijo divertida — sin contar los seis helicópteros que compraste en tu locura.

— Solo deja que aprenda a pilotear y te llevaré por toda la isla — sonríe.

— Eso espero — acarició su mejilla — señor Ayala, debe pasarme el contacto del salón de belleza al que fue, amo la suavidad de su piel — bromeó.

— Una mexicana loca se encarga de cuidar mi rostro — me mira de manera dramática — me hizo perder en una partida de clasificación por hacerme tratamiento.

¿𝑱𝒆𝒇𝒆 𝑶 𝑬𝒔𝒑𝒐𝒔𝒐? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora