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Narra Jade

Observo de manera extraña el ramo de rosas que han llegado está mañana a mi oficina, aún no tomo el valor para leer la tarjeta que viene entre el detalle.

Tomo la suficiente valentía para leer la nota.

Felicidades por romper un récord, sin tu idea jamás se hubiese logrado.

P.R

- Soy estúpida - murmuró al crees que mi esposo hubiese hecho tan lindo detalle.

Salgo de la oficina, todo se encuentra en silencio por la hora, al salir del cartel observo el auto esperándome frente a la entrada.

- Creí que no querías llegar tarde - Alejandro espera dentro del auto con una sonrisa.

- Gracias - murmuró con una sonrisa, me monto al auto sintiendo un olor a chocolate - ¿Por qué el auto huele a chocolate? - cuestionó a mi esposo.

- Adrián se puso ese estúpido perfume - rodea los ojos - ya lo conoces.

- Dile a tu amigo que con ese olor atraerá niños y no mujeres - bromeó escuchando la risa de mi esposo.

- Hazle entender eso - responde - ¿Te parece si vamos con los chicos al bar de siempre para ver el partido? - miró la fecha en mi móvil.

- Pero - me interrumpe.

- Luego podemos ir a casa y ver una película - sonríe para convencerme.

- Claro - sonrió falsamente - nuestro aniversario puede esperar - susurro en voz baja.

Olvidó cualquier sentimiento extraño, el ver a mi esposo tan lindo como antes me hace sentir como era nuestro noviazgo.

Por cambio de planes fuimos directo a la casa de su amigo Damián, allí veríamos el partido de está noche. Al llegar al departamento de soltero del amigo, Alejandro se fue directo al sofá para sentarse beber cerveza y ver el partido, suelto un suspiro tomando asiento en el comedor sacando mi portátil y distraerme un poco.

Estoy agotada físicamente, Alejandro está ebrio y apenas puede abrir los ojos, todos sus amigos están dormidos en la sala. Niego tomando mis cosas llevando con dificultad al borracho de mi esposo.

Conduzco pensando en todo, por más que duela mi matrimonio se volvió una rutina, algo que odie de pequeña. Crecí viendo a mi madre casarse muchas veces, divorciarse por el simple hecho que le aburría las rutinas.

Aparco el auto dejando mi cabeza contra el volante, suelto un suspiro al imaginar el dolor de espalda que tendré mañana por cargar tanto peso. Tuve que molestar al vigilante para que me ayudase a llevarlo al departamento.

- Muchas gracias don Sergio - agradezco al anciano con una sonrisa - lamento despertarlo.

- No se preocupe señora, fue un gusto ayudarla - ayuda a dejar al ebrio encima de la cama.

- Linda noche - lo acompaño hasta la puerta - muchísimas gracias - agradezco por última vez.

- Para eso estamos - me sonríe subiendo al ascensor.

°°°

Llamo por décima vez a Alejandro, dijo que lo habían llamado del trabajo desde muy temprano y aún no responde, niego con la cabeza hasta que por fin toma la llamada.

¿𝑱𝒆𝒇𝒆 𝑶 𝑬𝒔𝒑𝒐𝒔𝒐? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora