Moonlight XIII

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    Llegué a mi habitación nuevamente, un poco malhumorada por no poder conseguir esa cita con Ryan, necesitaba mucho averiguar qué estaba pasando. Me pasé un rato dando vueltas de aquí para allá sin saber qué hacer, me estaba aburriendo un montón en ese horriblemente solitario lugar. Al final me tiré sobre la cama y tomé mi móvil, busqué en la playlist y puse uno de mis temas favoritos.
   
    No tardé mucho en empezar a cantar desafinadamente la canción mientras me hacía la Pop Star. Estaba parada sobre la cama con el cepillo de peinarme el cabello de micrófono y cantando como una tonta. Estaba aburrida, no pueden juzgarme. Además, no quería pensar en cosas malas, necesitaba relajarme porque todo lo ocurrido me había sacado del paso.
   
    Tres toques detrás de la puerta me hicieron caer sentada sobre la cama haciéndome la seria. Esperaba que alguien hablara pero no se escuchó nada, así que me acerqué a la puerta y la abrí. Delante de mis pies vi una nota que recogí y leí: "Está bien, veámonos esta noche", decía y aquella letra cursiva era preciosa ¿Sería de Ryan?
   
    Rápidamente cerré la puerta y corrí hasta el clóset. Estaba súper emocionada, al parecer mi sesión de karaoke me había puesto de buen humor. Volví a poner la música mientras rebuscaba entre los vestidos y cantaba alegremente. Creo que me había vuelto loca ¿Desde cuándo me emocionaba verle a él?
   
    Desde que tú curiosidad será saciada, Westley.
   
    Terminé de elegir el vestido y luego me di otro baño. Estaba terminando de arreglarme cuando volvieron a tocar la puerta. Corrí emocionada y cuando la abrí había otra nota: "Sigue el camino" ¿El camino? ¿Qué camino? Miré hacia afuera y noté como había un rastro de rosas en el pasillo. Inevitablemente sonreí mordiendo mi labio inferior, creo que estaba más emocionada de lo que pensé. Entré a mi habitación y me puse los zapatos para luego salir al pasillo.
   
    Tomé la rosa que estaba en el suelo y seguí caminando con ella en mi mano. Más adelante, al final del pasillo, pude ver otra y también la recogí. Así fui siguiendo aquellas rosas hasta que llegué en frente de una puerta. Ya tenía un ramo de ellas en mis manos y noté que había una especie de florero de cristal ahí al lado. Las puse dentro y sentí la presencia de Ryan detrás de mí.
   
    —No creí que vendrías —me dijo y yo sonreí ¿Sonreí?
   
    —¿No querías que lo hiciera?
   
    —La verdad, me sorprende, Moon
   
    —La sorprendida debería ser yo, no creí que fueses a hacer todo esto solo para vernos —dije acariciando una de las rosas a mi lado—. ¿Te gustan mucho las rosas rojas?
   
    —No, pero sé que te gustan a ti —respondió y sentí mi corazón dar un vuelco ¿Sabía que me gustaban las rosas rojas?—. Quiero pedirte algo antes de que aceptes atravesar esa puerta conmigo, Moon.
   
    —¿Es algo malo? —pregunté curiosa y debo admitir que bastante divertida, no creía que fuese a ser malo realmente.
   
    —Depende de cómo lo veas.
   
    —Está bien, soy toda oídos — asentí y noté que se acercaba a mí. Tenía los nervios de puntas.
   
    —Si entras conmigo ahí dentro... Prométeme que te olvidarás de todo lo malo que te he hecho —sus palabras parecían casi una súplica. Sentí como ponía sus manos sobre mis hombros y apoyaba su cabeza en la parte alta de mi espalda haciendo que cada parte de mi cuerpo se tensara con su contacto—. Prométeme que... Que de veras no me tratarás más como si fuese un monstruo —Sentí mi respiración fallar en ese instante, cuando su mano recorrió la piel de mi brazo, y ya mi corazón estaba salido de control hacía mucho—. Promete que me perdonarás, Westley.
   
    Mis labios se abrieron con la intención de decir palabra, pero el aire me faltaba y se me hacía difícil procesar la situación ¿Qué le perdonara? ¿Me estaba pidiendo perdón por todo lo malo que me había hecho? Acaso... ¿Acaso estaba arrepentido?
   
    —Dijiste que me harías miserable hasta que deseara la muerte —fue lo que se salió de mis labios y noté que separó su cabeza de mi cuerpo—. Luego dijiste que no rompías tus promesas. Me pides que te perdone, pero me volverás a hacer daño...
   
    Le sentí suspirar pesadamente y se alejó de mí. Él no podía pedirme eso si me iba a volver a lastimar de esa forma. No era justo.
   
    —Lo siento, no debí pedir nada. —Le sentí caminar para irse.
   
    —¿Podrías prometer que no me harás daño? —pregunté y le oí detener el paso. Llevé mi vista hacia él que estaba de espaldas y observé su silueta casi invisible por la falta de iluminación del pasillo—. Si me prometes que jamás volverás a hacerme daño, puedo perdonarte, puedo olvidarlo todo.
   
    —Eso será difícil, Moon —respondió y no entendí—, no siempre podré evitarlo, a veces no logro controlarme.
   
    —No estoy hablando de lo que sea que eres, Ryan, hablo de ti, del hombre que está aquí y que me ha hecho tanto daño. Como bestia no puedes controlarte e intentaré entender ¿Pero no puedes hacerlo como hombre?
   
    —Hace tiempo que ya no soy un hombre, Moon. Te lo dije, soy...
   
    —¿Entonces por qué hiciste todo esto si eres así de malo? —pregunté algo molesta— ¿Por qué molestarte en preparar todo de esta forma tan hermosa solo para decirme esto? ¿En serio creías que me olvidaría de todo lo malo que me has hecho sin siquiera saber si lo volverás a hacer?
   
    —Te lo dije, no esperaba que vinieras —respondió—. Solo di que no puedes, Moon, no te pedí más nada.
   
    —No, no puedo prometerlo, tampoco puedo perdonarte...
   
    —Bien, lo mejor es que me vaya —me interrumpió y comenzó a caminar.
   
    —Pero puedo hacerlo mientras estemos dentro —dije, él volvió a detenerse—. Por esta noche me olvidaré de todo y te perdonaré todo. Es lo justo, porque me salvaste ayer.
   
    —Cierto, es lo justo. —Se volteó, yo automáticamente miré hacia abajo y vi sus pies acercarse— ¿Entonces solo por esta noche? —preguntó cuando estuvo a un paso de mí y asentí—. Bien.
   
    Noté como pasaba la cinta por el frente de mis ojos y me la amarraba detrás de la cabeza. Aquello era de locos, de veras no podía creer que habían pasado tantas cosas en esos últimos tres días y no le había visto el rostro ni una sola vez.
   
    Él abrió la puerta y me llevó de la mano hasta el interior de aquella habitación que no sabía lo que era. El olor a rosas llegó hasta mí como un delicioso perfume, eso solo trajo a mi mente que de seguro el lugar estaba lleno de ellas. Ryan me dejó parada en un lugar y se alejó. No entendía nada, pero estaba nerviosa. Noté como volvió a acercarse y tomó mi mano llevándola hasta algo. Titubeé un poco al no saber de qué se trataba todo pero luego sonreí cuando mi mano acarició los suaves pétalos de una rosa.
   
    —¿Qué pretendes, Ryan? —pregunté sonriendo y aún tocando la rosa.
   
    —Estoy viendo si sabes reconocer las cosas, Westley —respondió y yo reí.
   
    —Es una rosa, claro que sé lo que es.
   
    —Bien, me alegra que estés así de bien. —Tomó mi mano y me llevó hacia alguna parte de la habitación. Me dejó apoyada en algo y comencé a palpar suavemente todo. Una sonrisa tonta se pintó en mi rostro cuando mis manos estuvieron sobre mis auriculares.
   
    —No puedo creerlo ¿De veras los trajiste? Si no son nada importante —pregunté riendo y seguí palpando para encontrarme con mis zapatos de baile. No entendía por qué había hecho todo eso, ni siquiera eran cosas que fueran significativas—. ¿Ryan, por qué...? —Sentí en mis labios una cuchara con algo delicioso, que detuvo mis palabras. Los abrí automáticamente dejando que aquel sabor inundara mis papilas gustativas—. Esto es...
   
    —Sí, eso mismo, Westley. —Le escuché reír y yo casi no podía ni masticar por lo divertido que me parecía aquello, era dulce de grosellas, mi favorito de toda la vida—. ¿Te gusta?
   
    —Mucho, es mi favorito.
   
    —Lo sé, Westley, por eso te lo di. Te dejaré sola para que cenes un rato.
   
    Le sujeté. —Puedo cenar más tarde —le dije, no quería que aquello terminara.
   
    —Como gustes.
   
    Me llevó hasta alguna parte del lugar, casi sentía que no tocaba el suelo por los nervios. Él fue hasta mis espaldas y recorrió con sus manos mis brazos hasta llegar a mis hombros haciéndome estremecer. Notaba su cuerpo cerca del mío, me sentía pequeña y extrañamente embriagada, me gustaba la forma tan gentil en la que me recorría.
   
    —Dicen que cuando no puedes ver, todos tus demás sentidos se agudizan —susurró a mi oído y cerré los ojos debajo de la cinta, haciendo hasta lo imposible por no dejar escapar un suspiro. Aquello me estaba gustando y mucho—. Parece que es verdad —le sentí sonreír y sacudí mi cabeza de forma casi imperceptible para volver a mis sentidos.
   
    —¿Acaso creías que era mentira? —pregunté bastante nerviosa, casi sin aire y él rió, se oía tan sensual y varonil, que no pude evitar morder mi labio inferior. Me estaba gustando ese juego.
   
    —Tenía mis sospechas, Westley, las tenía —dijo contra mi cuello, aspirando mi olor y aquello me sacó un suspiro.
   
    —¿Me estás seduciendo, Ryan? —pregunté arqueando una ceja y volvió a reír.
   
    —Puede que sí, puede que no ¿Quién sabe? —respondió divertido y se alejó— ¿Quieres bailar? —preguntó desde alguna parte de la habitación.
   
    —No tienes ni que preguntar — dije sonriendo y escuché que ponía música. La canción la conocía bien y me gustaba bastante, era lenta, romántica y con un toque sensual. Sí, él podía haberme dado larga con lo de que me estaba seduciendo, pero aquella canción lo delató—. ¿Cómo le haces? —pregunté mientras él ponía sus manos en mi cintura y yo rodeaba su cuello con mis brazos para bailar—. ¿Cómo puedes saber todo lo que me gusta?
   
    —Solo lo sé, Westley, te sorprendería saber lo mucho que conozco de ti.
   
    —Eso no es justo, yo no sé nada de ti —dije haciendo puchero y le escuché reír.
   
    —Sabes más que la mayoría, créeme.

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