Sun & Moon XLI

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    El destino siempre llega, aunque no lo queramos, a veces alrededor de nosotros se mueven fuerzas que ni siquiera conocemos, aún si creemos que estamos todo el tiempo al control de nuestra vida. El destino siempre llega, solo que, en ocasiones, los finales cambian. ¿Enamorarse y vivir felices para siempre? Puede ser, muchos han terminado así. ¿Enamorarse y asesinar a tu esposo en la noche de nupcias? También, ella acabó así.
   
    Porque el destino siempre llega y a veces nos da fuerte en la cara, demostrándonos cuán equivocados estábamos, pero... Después de nuestro "destino" ¿Hay algo más?
   
    Él... Destinado a ansiar la carne humana, necesitado de ella para su supervivencia y por naturaleza, una bestia. Ella... La descendiente más sangrienta de los cazadores de bestias. ¿Acaso aquella historia podía haber tenido un final feliz?
   
    Una mentira les unió y la verdad nos condenó a todos.
   
    Un juego de poder, un juego en el cual los débiles salían perdiendo, un juego en el que ganar no era la meta, sino matar... Matar a toda costa...
   
    ¿Qué nos separaba a nosotros de aquellos a quien debíamos asesinar? ¿Acaso nosotros mismos no ansiábamos su sangre con la misma vehemencia con la que ellos devoraban humanos?
   
    Éramos asesinos, bestias sedientas de sangre, éramos incluso peores que ellos.
   
    Hacía siglos que entre bestias y cazadores se había hecho un acuerdo, uno en el que nosotros dejábamos de cazarles si ellos dejaban de cazar humanos. Su carne no era indispensable y podían perfectamente vivir de animales. Nuestros antepasados aceptaron, conscientes de que llevar esa guerra eternamente no servía de nada, en el mundo siempre existirían bestias y cazadores, pero era nuestro deber proteger a los débiles con la paz... O al menos eso creíamos hasta que ella llegó.
   
    Leyla, bella en todo su esplendor, una musa para los artistas y una diosa para todos los hombres. No había hombre que no cayera ante sus encantos, ni siquiera uno. Siempre se ha dicho que el hombre es el sexo fuerte, lo gracioso es que en cierta forma tiene razón, claro, hasta que le colocas un buen par de curvas con una mente como la de ella.
   
    ¡Vamos! ¿Cuántos hombres no han caído en la historia por una mujer? Varios, muchos, demasiados... Porque fueron creados para eso, fuertes y robustos, fríos y orgullosos, dulces y amables. Todos tienen una debilidad... Una mujer. Y si era como ella... No tenían escapatoria.
   
    Su belleza solo la sobrepasaba su don de manipular y tergiversar las cosas para conseguir todo lo que se proponía sin que nadie rechistara. Y no solo con los hombres, todos la adoraban, hombres y mujeres por igual, con una sonrisa tierna en sus labios tenía para doblegar al mundo entero y cualquier palabra salida de su boca era ley.
   
    Y era ley...
   
    Siglos de paz, siglos en armonía, siglos en los cuales nadie había muerto; ni de los nuestros, ni humanos, ni bestias. Hasta que ella dijo aquellas simples palabras "¿Acaso monstruos como esos son merecedores de convivir entre nosotros? Ellos matan por placer, nosotros matamos por justicia"
   
    Y le creyeron, todos le creímos con fervor y la cacería comenzó nuevamente.
   
    Fueron meses horribles, pero ninguno se quejaba, lo que Leyla decía era ley, Leyla siempre tenía razón, Leyla siempre estaba bien.
   
    Tal vez alguna vez en su vida alguien debía de haberle dicho que no, tal vez si no la hubieran tratado como una diosa durante toda su existencia ella no se creería con el poder de tratarnos a todos como títeres. Nadie lo vio, nadie veía su sonrisa cada que la sangre de una bestia salpicaba en su cuerpo o en su rostro, nadie veía como pasaba su lengua por sus labios para retirar ese líquido escarlata con aquel brillo psicópata en sus ojos.
   
    Estaba loca... Pero nadie lo vio.
   
    Entonces pasó lo inesperado, la hermosa Leyla, la diosa Leyla, la inalcanzable Leyla que jugaba con todos... Se enamoró.
   
    Su amor parecía sincero, y yo fui testigo de que sus ojos brillaban de una forma distinta cuando estaba al lado de aquel hombre que olía así... A rosas. Ella parecía ser feliz, aunque su sonrisa no era tan sincera como cuando asesinaba a alguna bestia de una de sus formas tan creativas.
   
    Creí que cambiaría y por eso evité decir algo... Pero cambiar... Leyla nunca conoció esa palabra.
   
    Una mentira les unió y la verdad nos condenó a todos.
   
    Los cazadores de bestias no teníamos identidad, siempre habíamos mantenido oculto quién era nuestra líder y quiénes éramos, de todas formas, ninguna bestia vivía para contarlo. Obviamente los humanos con sangre de bestias en sus venas también ocultaban sus orígenes, por lo cual nadie vio venir aquello.
   
    Amor... Creí que tal sentimiento era tan fuerte como para vencer cualquier tormenta, como para detener aquella locura de Leyla
   
    "¿Qué estás dispuesta a hacer por él, Leyla?"
   
    Esa fue mi pregunta y ella solo me respondió con una sonrisa antes de decir "Lo correcto es. ¿Qué no estará dispuesto a hacer él por mí? No tengo que pedirle nada, me ama tanto que hará todo por amor a mí".
   
    Y yo era joven, demasiado como para notar que detrás de aquellas palabras no había ni un ápice de aquello que los humanos llamaban amor. ¿Amor? ¿Es que acaso eso existía?
   
    Mis manos temblaban leyendo aquellas palabras. ¿De dónde había salido aquel libro? ¿Por qué tenía las marcas de Ryan en su solapa y el gran título en su portada: "Sun & Moon". ¿Qué rayos era aquello? El idioma no lo conocía, o no creía conocerlo porque en cuanto abrí el libro los garabatos que habían plasmados en él se fueron volviendo letras poco a poco. Solo yo lograba entenderlo, y Ryan que estaba a mi lado, los demás no podían leerlo.
   
    Habían pasado un par de horas, todos habíamos estado conmocionados por lo de Jonathan y sin saber qué hacer para arreglar la situación. Ya era de tarde y solo faltaban unas dos horas para que anocheciera y otro par más para que el eclipse comenzara según lo que decían sobre él en las noticias.
   
    Caleb había aparecido de momento con ese libro y se lo había dado a Ryan, diciendo que era del cual habían hablado, y ahora yo estaba leyendo todo en voz alta.
   
    —Parece como si fuera un diario, ¿no creen? Como si alguien lo hubiese escrito —comentó uno de mis hermanos.
   
    —Alguien que conoció a la primera princesa de la luna, por lo visto —le secundó otro y yo solo seguía leyendo las líneas con la vista.
   
   Por amor se suelen hacer locuras, pero no podría catalogar lo que él hizo como tal. Le confesó a su amada que era una bestia, seguido de las miles de promesas de que jamás había tocado a un humano y que jamás le haría daño a ella, porque le amaba.
   
    La vida en muchas ocasiones nos da fuerte en la cara, y es irónico que la causante de que se rompiera el pacto de paz entre bestias y cazadores, terminara enamorada de una bestia precisamente...
   
    —Esto cuenta la verdadera historia, es lo que Leyla me dijo —dije al leer esas líneas y miré a Ryan—. Leyla me contó que las bestias no sabían la verdadera historia y que nosotros los Moon no éramos parte de ustedes. Ella me dijo que éramos...
   
    —Cazadores de bestias —completó Ryan y asentí—. Nunca había escuchado el término, es la primera vez.
   
    —Es porque está en desuso desde que la maldición se implantó —le señalé el texto en el que acababa de verlo—. "Cuando la luna se tiñió de rojo por la masacre que provocó la muerte de Hienry, los poderes de los cazadores fueron removidos y la historia borrada para que nadie jamás pudiera romper la maldición" —leí en voz alta—. Tal parece que la maldición es irrompible.
   
    —Ni tanto. —Ryan me quitó el libro—. Escucha esto: "Los poderes de la luna y los astros nocturnos se habían unido a nuestro ser, éramos sin duda mucho más fuertes que nuestros contrincantes y podíamos haber masacrado a todas y cada una de esas bestias aquella noche, pero yo no pude dejar que sucediera". —Mi esposo me miró y yo seguía sin entender—. Este libro es el diario de alguien, y ese alguien es quien implantó la maldición. Él o ella está detrás de esto y solo esa persona puede saber cómo romperla.
   
    —Pero las cosas han cambiado, la verdadera princesa murió y ahora es Westley —intervino Darío—. Hasta ahora en toda la historia no se había visto que alguna princesa de la luna tuviera magia, no como la que Westley posee.
   
    —Tal vez la magia de Westley no tenga que ver precisamente con el hecho de que sea una Moon —respondió Ryan y yo seguía sin poder unir del todo los cabos. Me recosté del espaldar del gran sofá en el que estaba sentada con él y miré hacia el techo rememorando todas esas veces en las que había podido usar mis poderes. Siempre era una causa externa la que me hacía perder el control, primero el ataque de James y luego el de Abner, ambas transformaciones eran distintas pero tenían esa relación.
   
    —¿Y si tiene que ver también con el tipo de astro? —la voz de mi hermano Thomas me sacó de mis pensamientos y llevé mis ojos a él—. Según nos contaron, Westley tiene dos transformaciones, una en la que parece que su piel arde en llamas y en la otra su piel y todo lo demás brilla.
   
    —Es cierto —asintió Caleb—. O sea, su cabello de distintos colores escarlatas y su piel de fuego, es obvio que representa el sol.
   
    —Y la de su cabello blanco con su piel brillando, representa la luna —le secundó Justin emocionado como si hubiera descubierto la cura a una enfermedad.
   
    No dije nada, solo me quedé pensando en ello y podían tener razón, de seguro la tenían, pero... ¿De qué me servía una transformación que no podía utilizar a mi antojo? Además, estaba todo esto... ¿Acaso todo acabaría luego de la luna de sangre? ¿Las bestias se rendirían? Lo dudaba mucho, estaba segura de que un baño de sangre iba a comenzar después de eso.
   
    —Mi luna —El tacto de Ryan en mi mentón me hizo verle y noté su cara de "Sé lo que estás pensando".
   
    —Chicos, quisiera hablar un momento a solas con mis esposo, por favor —les pedí y ellos resoplaron mientras se levantaban diciendo una falsa excusa de que iban a tomar un refrigerio. Cuando estuvimos solos en la salita miré a Ryan de vuelta terminando por abrazarlo hasta quedarme completamente acurrucada en sus brazos.
   
    —No dejaré que nadie te haga daño —susurró acariciando mi cabello y no dije nada, sabía que no lo haría y eso era lo que no me gustaba. Eran demasiadas bestias, demasiados enemigos y ni siquiera sabíamos si podríamos cambiar algo con evitar que me cenaran esa noche—. Sé que te preocupa, pero estaremos bien, te lo prometo.
   
    —No puedes asegurar eso —dije bajo y le sentí suspirar.
   
    —Lamento eso, amor.
   
    Mis ojos se llenaron de lágrimas sin que pudiera evitarlo y le abracé más fuerte. —Prométeme que no darás tu vida por la mía —le pedí con la voz quebrada.
   
    —West, no...
   
    —Promételo —le interrumpí con dolor—. Prométeme que si tienes que dejarme morir, lo harás, Ryan, prométemelo.
   
    Él intensificó su abrazo en ese instante pero no dijo absolutamente nada y yo me eché a llorar sin poder evitarlo. No podía prometerlo y lo sabía, él estaba dispuesto a eso y no quería que lo estuviera, no quería que por protegerme perdiera su vida, la vida que yo había arruinado con creces.
   
    —¿Cómo puedes decir que me amas, eh? —le reclamé entre sollozos y con la voz quebrada por las lágrimas— ¿Qué clase de amor es ese que tendrás el valor de dejarme en este mundo sin ti, Ryan?
   
    —La clase de amor que no está dispuesto a perderte, Westley —respondió y aquello solo me hizo comenzar a llorar más fuerte sobre su pecho—. Yo no podría vivir sin ti, entiende. Llevo los últimos quince años viviendo para protegerte, para que llegado este día, yo sea el sacrificado y no tú. Si muero, podrás superarlo...
   
    —No digas eso. —Me separé, buscando su rostro y apenas en ese momento me percaté del rastro de las lágrimas en sus mejillas. Las sequé con las mías corriendo sin parar—. No podré vivir sin ti.
   
    —Claro que podrás, solo llevamos un mes de casados, no es nada, amor.
   
    —Para mí este mes tiene más valor que todos los años anteriores a conocerte, Ryan. Yo te amo y esto no es hasta que la muerte nos separe... Si nos vamos, nos iremos juntos.
   
    —West...
   
    —No —no le dejé continuar—, si mueres yo lo haré contigo, si me dejas viviendo en este miserable mundo sin ti, no te lo perdonaré nunca, ¿escuchas?
   
    —A veces odio tanto que me ames —Acarició mi rostro secando mis lágrimas—, te prometo que mañana estaremos juntos y felices, mañana podremos ser una pareja normal. Te prometo que viviremos para que yo pueda hacerte la mujer más feliz del mundo.
   
    —Viviremos para ser felices juntos, amor —asentí y besé sus labios para sellar aquella promesa, la promesa de que al día siguiente, comenzaríamos nuestra nueva vida.
   
    El libro cayó en el suelo haciendo un gran estruendo y llamando la atención de ambos. Cuando lo miré noté como este comenzaba a hojearse solo hasta llegar a una página en específico, y nos separamos para tomarlo y leerlo.
   
    Si la luna se alza contra los inocentes, entonces el sol sellará su castigo. Lléname, oh, refulgente sol de todo tu poder, que el fuego abrazador de tu ira sea el que nos consuma. Castíganos y haznos pagar por nuestros errores... Purga con fuego la sangre derramada de los inocentes.
   
    Una maldición que nos limpie quiero, No es por venganza, justicia deseo. Concédeme esta petición, Oh, gran estrella de fuego, Redímenos y dame el poder para hacerlo. Ahora y para siempre, seré guardiana de ello. Zarandea a la hija de la luna, que inocente sangre derramó en sagrado suelo, Oh, gran estrella de fuego, y que solo los ojos que Nos vean, puedan romperlo.
   
    Eso era lo único que había en esa página que por arte de magia había sido marcada. Ryan y yo no comprendimos absolutamente nada, aunque estábamos de acuerdo en que esa había sido la maldición que se cumplía cada luna de sangre. Alguien había lanzado la maldición y ese alguien era la "guardiana".
   
    —Debe ser ella —dije, llevando mis ojos del libro a Ryan—, la guardiana de la maldición es quien nos ayudó esa noche.
   
    —No lo sé, West. ¿Por qué lo haría? Además, han pasado siglos, no puede estar viva.
   
    —Leyla está viva, y estoy segura que de alguna forma, esta tal guardiana también lo está.
   
    Él se quedó pensando por unos segundos y luego asintió. —Ahora que hago memoria, la voz que me habló aquella noche no venía desde la luna, recuerdo haberla escuchado detrás de mí, solo que como todo era tan desesperante, debo haberlo asosiado mal, eso sin contar que lo que te sanó fue muy parecido a lo que hicieron tus hermanos con Aisha.
   
    —Eso es otra razón para creer que quien sea que sea la guardiana, es la que nos ayudó, y si no estoy mal, también es la dueña de este libro. Ryan —Tomé su mano y le di un sonrisa a labios cerrados—, esta mujer puede ser quien nos ayude a romper la maldición...

🌕 🌕 🌕

¡Holaaaaaa!

Y esta es la actualización de este hermoso jueves.

Ya quedan pocos capítulos para acabar esta historia😟

¿Será que llegaremos al amanecer del siguiente día?

¿Qué sucederá en esta Luna?

¿Sorprendidos por la historia que nos cuenta este libro?

¿Quién será la guardiana de la maldición de la cual se habla en él?

¿Alguna conjetura?

Los misterios están a punto de ser revelados... 😌😌😌

Gracias por leer, mi gente, espero que hayan disfrutado el capítulo. No se olviden de darle amor y nos vemos en la próxima actualización.

¡Se les quiere!

Moon Where stories live. Discover now