Moonlight XII

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    Ver aquello me estaba causando una conmoción horrible y tenía ganas de volcar mi estómago. Era Katherina, ella era esa cosa que estaba devorando lo que sea que fuera que inundaba el pasillo de sangre.
   
    Di dos pasos hacia atrás compleramente conmocionada y tropesé cayendo sentada en el pavimento. Sentía mi corazón martillar mi pecho como si quisiera salirse de ahí y Katherina, ese horrible monstruo, se giró en mi dirección. Fue inavitable, mis pies se movieron solos y, levantándome del suelo, salí huyendo despavorida. No me quedaría ni muerta en ese lugar, quién sabe lo que me sucedería, quién sabe qué era ella ¿Y Ryan?
   
    Corrí y no miré atrás, llegué a la puerta de entrada y estaba abierta, menos mal porque de no estarlo la habría tirado abajo. No se veía nada en aquella oscura noche y en frente de nosotros lo único que había era un camino que llevaba a lo profundo de un bosque ¿A dónde rayos me había traído Ryan? Aquello era el fin del mundo, la misma nada, no tenía la menor idea de dónde estábamos. No me detuve a pensar en eso por mucho tiempo y solo seguí corriendo, supuse que en algún momento llegaría a la carretera y podría irme de allí.
   
    Mientras corría me tropecé y rodé por el suelo haciéndome daño, perdí una de las pantuflas y me raspé las manos al intentar frenar la caída. Parecía una pesadilla, era lo más irreal que había vivido nunca. Me levanté para seguir mi camino pero fue tronchado por un enorme animal.
   
    Caí sentada en el suelo y comencé a arrastrarme para alejarme mientras esa cosa se acercaba amenazante. Todo mi cuerpo temblaba y casi ni moverme podía, el pánico me invadió como una horrible enfermedad, haciéndome sentir cada vez más débil y al borde de la muerte. La bestia se me echó encima dejándome contra el suelo y un rugido fue lo que escuché después de eso. Solo podía ver su sombra peluda encima de mí, era algo... Era un algo que no sabría decir porque aquello no podía ser verdad.
   
    Sus garras presionaban mis brazos contra la tierra mientras me rugía tirándome parte de su asquerosa baba en la cara. Su aliento era aún peor, parecía tener mil cadáveres muertos dentro. Comencé a gritar y a luchar por mi vida. Rugió una vez más, haciendo que callara y estuvo a punto de desgarrarme cuando algo más se le tiró encima, alejándola de mí.
   
    Me quedé en el suelo completamente en shock mientras escuchaba como aquel monstruo, que hace nada había intentado matarme, era aniquilado. El sonido de la carne siendo desgarrada bestialmente por la lucha y aquellas salpicaduras en mi cara me aterrorizaban. Llevé uno de mis dedos a mi rostro y toqué el líquido, era sangre. Vagos flashes de memoria llegaron a mi mente, ese sonido de algo siendo devorado, la sangre en mi rostro, aquel horrible miedo.
   
    Estaba en el interior de un coche, al parecer habíamos chocado contra algo. Todo estaba borroso pero podía apostar que esa era mi madre, la que estaba al frente en el asiento del conductor. Su cabello blanco estaba teñido de sangre y yo lloraba sin parar, repitiendo una y otra vez que despertara. Vi como una especie de bestia arrancaba la puerta y se metía dentro del auto. Arremetió contra mi madre inconsiente y comenzó a devorarla llenándome de sangre... ¿Qué rayos me había sucedido?
   
    —Ayude, por favor —supliqué llorando y mirando hacia arriba, no se veía nada a aparte de la copa de los árboles—. Ayuda, no quiero que me haga daño —dije otra vez y escuché como aquella otra bestia que me había salvado, dejaba quieto el cuerpo muerto de su víctima.
   
    Comencé a temblar inevitablemente y mi respiración fallaba, se estaba acercando a mí cada vez más. Cerré mis ojos con fuerza a esperas de lo que sucedería, sería devorada por venga a saber qué, era horrible.
   
    Sentí como me acariciaba el rostro, el líquido color carmín aún fresco se sentía en sus dedos, pero ese toque no podría olvidarlo y aquello incluso me dio más miedo. Chillé y me alejé haciéndome un ovillo. No podía creerlo, de veras era una bestia.
   
    —Westley, por favor —le escuché decir, pero estaba aterrorizada. Sentí como se acercó e intentó tocarme pero me alejé.
   
    —No... No me toques —dije temblorosa y llorando.
   
    —Moon...
   
    —¡Aléjate, no quiero que me toques!
   
    —¿Ahora no quieres que te toque? ¡Entonces por qué demonios saliste de la casa! —preguntó exaltado y me estremecí ante su grito—. ¿Eres tonta? ¿Qué pensabas hacer, eh?
   
    —¡Tenía miedo! —respondí llorando—. Tengo mucho miedo, me iba a hacer daño —Apreté aún más mis piernas contra mi cuerpo tembloroso—. No me hagas daño, por favor, no me lastimes.
   
    Le oí suspirar. —¡Maldita sea, acabo de salvarte la vida, Moon! ¿Y me sigues tratando así? —preguntó exaltado y yo solo sollocé— ¡No voy a hacerte nada!
   
    —Lo siento —dije algo bajo—. De veras lo siento, yo no quería... —Rompí en llanto. Él no entendía que estaba muerta de miedo ¿Qué quería que hiciera? Si antes me había hecho daño, ahora qué sería capaz de hacerme. Ni siquiera podía procesar lo que había visto.
   
    Sus manos tocaron mi cuerpo y salté tratando de alejarme, él me agarró fuertemente impidiéndolo y me acercó hasta envolverme en un abrazo. Estaba lleno de sangre y creo que ni siquiera traía camisa puesta, o le quedaba bien poca, no sabría decir. Yo seguía temblando entre sus brazos pero Ryan me abrazaba firme, no cedía mientras yo solamente lloraba.
   
    —No vuelvas a salirte de la casa sola, no hagas esto otra vez, Westley —dijo y asentí como pude. Le oí suspirar pesadamente y noté como apoyaba su cabeza sobre la mía—. ¿Te asusté mucho? —preguntó y no sé si fue mi impresión, pero le sentí triste. Negué con la cabeza repetidas veces y noté que sonrió—. Mentirosa. —Se separó de mí.
   
    Me quedé mirando a la nada mientras él me tomaba en brazos. Me aferré completamente y solo esperé con los ojos cerrados a que llegáramos a casa. No tengo idea de cómo le hizo pero en segundos estuvimos allí. Ryan seguía llevándome en brazos hasta que llegamos a mi habitación. Me colocó de pie en el suelo con completa delicadeza, yo solo miraba mis pies sucios y llenos de heridas.
   
    —Toma un baño y descansa, hablaremos mañana si quieres —me dijo y tomé su mano impidiendo que se fuera.
   
    Estaba temblando y llorando de miedo, y sus manos estaban cubiertas de sangre aún.
   
    —¿Qué pasa? —preguntó, de seguro porque notó que yo no decía nada.
   
    —No... No te vayas —dije temblorosa—. Tengo miedo, no me dejes sola.
   
    Ni yo misma podía creerme lo que estaba pidiéndole ¿Que no se fuera? ¿A él que era a una de las cosas a las que más temía? Pues sí, dicen que cuando uno está a punto de morir hace cosas extrañas.
   
    —Moon, no creo que quieras pasar la noche conmigo, no soy muy distinto a lo que te atacó —respondió y apreté los labios con fuerza—. Crees que soy un monstruo y, créeme, que no te falta razón, así que mejor déjame ir.
   
    Se soltó de mi agarre y vi sus pies alejarse de mí. Levanté la vista para ver su espalda, no había supuesto mal, no traía camisa y estaba todo lleno de heridas, sus manos estaban cubiertas de sangre y todo su cuerpo. Eso no era más lo impresionante, sino mas bien aquellas marcas negras que iban desde sus hombros y cuello hasta la parte baja de su espalda, cubriendo incluso sus brazos y quien sabe si más.
   
    —Ryan —le llamé y él se detuvo aún de espaldas. Me acerqué a paso lento y le abracé—, tal vez eres un monstruo, pero eso no quiere decir que seas malo —dije con mi frente recostada a su espalda. Mi cuerpo aún temblaba, pero sentía que luego de lo que había hecho, no merecía creer que yo pensaba que era un monstruo—. Me salvaste, no me olvidaré de ello.
   
    Me alejé de él y entré a mi habitación. Fui directo al cuarto de baño para quitarme toda aquella suciedad. Me dolió mucho que mi pijama se ensusiara y rompiera de esa forma, era el único que me gustaba y ya no podría usarlo. Tomé un baño para quitarme toda esa sangre y luego me puse un camisón. Seguía haciendo un frío horrible pero con todo lo que había sucedido ni siquiera me había fijado en ello. Sin más me metí a la cama, debajo de las sábanas y el abrigo de piel. Me costó dormirme y no fue hasta un poco después del amanecer que logré pegar ojo...

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